Educación
¿Cómo se dice y se escribe: libido o líbido?
Se dice que es difícil definir el término libido…

¿Cómo se dice y se escribe: libido o líbido?
¿Qué es? La libido es la energía psíquica sexual
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Quizá, en diversas ocasiones, hemos escuchado decir que el alcohol incrementa la libido o la “líbido” o que alguien por las presiones o tensiones de la vida diaria la tiene disminuida.
Aún profesionales de la salud o de la psicología y comentaristas en los medios de comunicación con frecuencia mencionan “líbido”.
¿Qué es lo correcto?
La Real Academia Española[i] en el Diccionario panhispánico de dudas precisa que: “Es voz llana: [libído]”. Y añade: “No es correcta la voz esdrújula líbido, debida al influjo del adjetivo lívido (amoratado o pálido) con el que no debe confundirse”.
La razón es que libido proviene de la palabra latina libido, libidinis que significa: inclinación, deseo, voluntad; también sensualidad o liviandad, y antojo o capricho. En latín también se dice con “u”: lubido, lubidinis.
¿Qué significa?
La Real Academia Española define en su Diccionario la palabra libido como: “Deseo sexual, considerado por algunos autores como impulso y raíz de las más variadas manifestaciones de la actividad psíquica”.
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, declaró en relación con el término “haberlo tomado de A. Moll. De hecho, se encuentra repetidas veces en las cartas y manuscritos dirigidos a Fliess, y por primera vez en el Manuscrito E (fecha probable: junio de 1894)”[ii].
Se dice que es difícil definir el término libido. Catherine Desprats-Péquignot[iii] lo explica como: “Energía psíquica de las pulsiones sexuales que encuentra su régimen en términos de deseo, de aspiraciones amorosas y que, para Freud, da cuenta de la presencia y de la manifestación de lo sexual en la vida psíquica”.

Esperando al deseo en el Rule de la Ciudad de México. Ilustración de Fernando García Álvarez.
Energía psíquica sexual
Aunque el psicoanalista Carl Jung concibió la libido como energía psíquica no específica en todo tipo de tendencias, Freud la entiende como “energía de todo lo que se puede englobar bajo el nombre de amor, al Eros de Platón. Freud llega a llamar libido a la energía del Eros”.
Ante la posición de Jung, Freud escribe: “El nombre de libido permanece reservado a las tendencias de la vida sexual, y únicamente en este sentido lo hemos empleado siempre”[iv].
Así, la libido es un concepto cuantitativo de una energía que puede aumentar, decrecer o desplazarse como ocurre en la sublimación de la creación artística o la actividad intelectual.
También la libido aparece como opuesta a otra forma de energía no sexual.
Jacques Lacan rechaza una única forma de energía vital como afirmaba Jung. Sostiene, como Freud, que la libido es exclusivamente sexual.
La libido coincide con el eros de platón
Freud se refiere frecuentemente en sus obras al Eros de Platón. Ve este concepto del filósofo griego muy cercano a la pulsión sexual.
En su libro Tres ensayos de teoría sexual evoca la fábula que Platón en su obra El banquete (385-370 a. C. aprox.) pone en boca de Aristófanes: “La división en dos partes del ser humano, que desde entonces aspira incesantemente a volver a encontrar su mitad perdida para unirse a ella. A Eros, el Amor, Platón nos lo muestra como el deseo, siempre desprovisto y siempre en busca de lo que pueda apaciguarlo, satisfacerlo, yendo sin cesar tras lo que le falta para ser colmado”[v].
Freud señala que, de este modo, el psicoanálisis no ha creado nada nuevo y que el término libido coincide con el eros en cuanto a sus orígenes, manifestaciones y sus relaciones con el amor sexual.
Sin embargo, se niega a cambiar el nombre para que se reconozca su idea de la sexualidad ampliada, concepto que no es equivalente a genitalidad. Así escribe: “Aquellos que consideran la sexualidad como algo que avergüenza a la naturaleza humana y la rebajan son perfectamente libres de usar los términos más distinguidos de Eros y erótica (…). Nunca se puede saber hasta dónde se va a llegar de esta manera: se comienza por ceder en las palabras y luego se termina cediendo en las cosas”[vi].
Disfrute de la libido
Así pues, la libido es la energía psíquica sexual.
Pero más allá de la precisión en el concepto, lo importante es que los seres humanos disfruten adecuadamente su libido. Porque, si se me permite el buen humor, “lívido (pálido) se queda alguien si le disminuye la libido”.
[i] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario panhispánico de dudas, Colombia, Santillana, 2005, pp. 271 y 272.
[ii]Laplanche-Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, Barcelona, Editorial Labor, 1971, p. 210.
[iii] Catherine Desprats-Péquignot en Roland Chemama, Diccionario del psicoanálisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1998, p. 254.
[iv] Catherine Desprats-Péquignot, op.cit., p. 255.
[v] Cfr. Catherine Desprats-Péquignot, ibid.
[vi] Cfr. Catherine Desprats-Péquignot, ibid.

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Educación
Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”

Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Como estamos en la época de fin de año, muchas personas hacen una evaluación acerca de cómo les fue en el año transcurrido.
Quizá ayuden algunas reflexiones que hice al respecto en el programa “Exclusivo para hombres, que a las mujeres les interesa” en donde he colaborado durante diez años y que se encuentra interrumpido actualmente.
Primeramente, es conveniente señalar -como resumen- que el pasado, lo que hicimos, son las consecuencias del ayer; el presente, lo que hacemos, es la importancia del hoy; y el futuro, lo que haremos, es la trascendencia del mañana.
Pasado
Existen dos clases de pasados: el inconsciente y el consciente.
Pasado inconsciente
El pasado inconsciente nos condiciona por lo vivido de los cero a los cinco años aproximadamente y que quedó reprimido. Es lo vivido, pensado y sentido en la infancia.
Ese pasado inconsciente:
- Determina la estructura clínica de cada sujeto: es la manera de ser.
- No puede recordarse.
- Se manifiesta en síntomas, sueños o actos fallidos.
- Síntomas: se repiten patrones de conducta sin saber la causa (por ejemplo, elección amorosa constante de un determinado tipo de personas); “ataduras edípicas” (por amor excesivo a la madre) por lo que no logran salir del hogar materno, muestran consistentemente insatisfacción con la mujer amada o no se casan; culpas inconscientes (muchas veces manifestadas en compulsiones de limpieza exagerada), fracasos recurrentes, accidentes repetitivos, traumas (por ejemplo, por acosos o abusos sufridos en la infancia).
- Sueños: muchos de ellos remiten en su interpretación a la infancia: la mayoría de gigantes, monstruos o brujas representan el miedo al padre o a la madre a los que se percibió de ese modo en los primeros años.
- Actos fallidos: como lapsus, olvidos, errores, etc.
Por ello, en psicoanálisis se trabaja para que infancia no sea destino inevitable.
Debemos recordar que el psicoanalista Jacques Lacan acertadamente señaló que “de lo que se trata es menos de recordar que de reescribir la historia”.
Pasado consciente
El pasado consciente consiste en aquello que recordamos de situaciones o eventos agradables o desagradables (y hasta traumáticos) vividos, pensados o sentidos en la infancia, niñez, adolescencia, juventud o adultez.
Algunos ejemplos conscientes desagradables: fracasos escolares, carencias económicas, terminaciones amorosas, celos patológicos, errores, resentimientos.
El pasado consciente puede soltarse.
Reflexiones para soltarlo:
- Vivir anclado en el pasado significa estar viviendo poco.
- Vivir de los recuerdos es limitarse.
Medidas prácticas para soltar el pasado
- Desechar culpas inútiles. No atormentarse por lo que ocurrió.
- Procurar ser indiferente con los que te hicieron daño o lo que te hizo mal. Freud escribió que lo verdaderamente contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, es decir, que la persona o asunto que te hicieron daño dejen de importarte. No puede olvidarse, pero sí que ya no incomode. En otras palabras, puede resignificarse: darle otra significación.
- No perder tiempo en problemas pasados.
- Centrarnos en el presente y disfrutarlo.
- Actividad en lugar de pasividad.
- Encontrar un sentido o proyecto de vida.
Como dice Lacan, inspirado en el filósofo Baruch Spinoza: “el deseo es perseverar en nuestro ser”; y, yo diría, en el ser: lo que significa que suceda lo que suceda, hay que seguir adelante. Es nuestra fuerza de existir, el ímpetu hacia algo.

Pintura decorativa en samovar, arte tradicional ruso. Foto de Fernando García Álvarez
Presente
Un buen presente crea un buen futuro.
Es la única realidad que tenemos a nuestro alcance ahora.
Hay que vivirlo:
- Con plenitud (completo): disfrutar y aprovechar el aquí y el ahora. Ayuda pensar el dicho latino Age quod agis: Haz lo que haces.
- Con intensidad: en los diferentes aspectos: amor, trabajo, sexualidad, conocimiento, diversión, ejercicio, deporte o placer de comer y beber, siempre con moderación.
Recomendaciones
- Tener el gusto de vivir: el optimismo es una buena estrategia. También ayuda reír.
- Enfocarse en lo actual: el momento es ahora.
- Aceptar límites, no limitaciones: “Ser psíquicamente sano significa vivir relativamente feliz consigo mismo reconociendo y aceptando límites”, escribió el psicoanalista Juan David Nasio.
- Ofrecer o dar más calidad que cantidad.
- Sacar el máximo provecho de hoy: trabajo, escuela, amor, etc.
Futuro
Reflexiones
- Hay que comenzar hoy, no mañana.
- “La única manera de predecir el futuro es crearlo”
Cómo construir un buen futuro
Hay que cuidar o invertir en tres aspectos:
- Organismo
- Fomentar el ejercicio y la buena alimentación.
- Dormir suficiente.
- Cuidarlo de abusos o excesos de tabaco, alcohol, drogas, etc.
De otro modo, el mañana puede ser complicado.
- Mente
- Preparación en la carrera universitaria, la profesión u ocupación.
- Tener hobbies o aficiones.
- Ser mentalmente sano; o invertir en terapia, si es necesario o conveniente.
- Economía
- Elaborar planes a corto, mediano y largo plazos.
- Tomar decisiones financieras inteligentes que den estabilidad y seguridad en el futuro; por ello, es mejor dar un enganche para un inmueble que comprarse un automóvil de lujo.
- Ahorrar, si se puede.
- Buscar un plan de pensión.
Resumen:
Recomendaciones:
- Pasado: Reescribir la historia.
- Presente: Vivirlo con plenitud e intensidad: “vivir intensamente”.
- Futuro: Comienza hoy, no mañana.
“Vivir anclado al pasado significa estar viviendo poco”
Educación
¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia.»

¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Parte 1
“Después de un trabajo de interpretación
el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Siempre ha existido la curiosidad por descifrar los sueños. A lo largo de la historia se ha sospechado que quieren decir algo, que tienen un “saber”.
En la Biblia se menciona el caso de José que explica un sueño al faraón de Egipto sobre siete vacas gordas que son comidas por siete vacas flacas como siete años de abundancia a los que seguirán otros siete de hambre. Hoy en día existen numerosos libros en donde se afirman simbolismos de manera categórica: si soñaste esto significa que…
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, afirma que los sueños tienen un sentido y son la vía regia para acceder al inconsciente. Así lo sostiene en su libro La interpretación de los sueños, escrito hace más de ciento veinte años. Lo dice de este modo: “Fue en el invierno de 1899 cuando ante mí tuve al fin mi libro La interpretación de los sueños, postdatado para que apareciese como del nuevo siglo”[1].
¿Qué es interpretar?
Un aspecto fundamental en la cura psicoanalítica es la aportación de interpretaciones.
El psicoanalista interpreta cuando expresa algo que modifica algún modo de ver consciente y cotidiano del analizante (hablamos de analizante y no de paciente ya que la persona que analiza con ayuda del psicoanalista es la que está enfrente o recostada en el diván).
Freud distingue entre contenido manifiesto del sueño, que es lo que recordamos, y contenido latente, que es lo que llegamos a conocer con la ayuda de la interpretación psicoanalítica.
Es necesario interpretar el sueño manifiesto para hacer surgir el contenido latente. “Interpretar un sueño significa indicar su sentido […]. Después de un trabajo de interpretación el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”[2].
O dicho más adecuadamente, el sueño es el intento de un cumplimiento de deseo.
El sueño como cumplimiento de deseo
Para explicar el cumplimiento de deseo, como la operación esencial del trabajo del sueño, Freud[3] da tres ejemplos: “un sueño de hambre, uno de comodidad y uno de necesidad sexual. En el soñante, dormido, se anuncia una necesidad de comer, sueña con un soberbio banquete y sigue durmiendo. Desde luego, tenía la opción entre despertarse para comer o continuar su dormir. Se decidió por esto último y satisfizo su hambre mediante el sueño. Al menos por un rato; si el hambre persiste no tendrá más remedio que despertar. El otro caso: el soñante (es médico y) debe despertarse a fin de encontrarse en la clínica a cierta hora. Pero sigue durmiendo y sueña que ya está ahí, es verdad que, como paciente, y entonces no necesita abandonar su lecho. O bien por la noche se mueve en él la añoranza de gozar de un objeto sexual prohibido, la esposa de un amigo. Sueña que mantiene comercio sexual, no con esa persona, ciertamente, pero sí con otra que lleva igual nombre, por más que ésta le resulta indiferente”.
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia. Retorna lo reprimido en el sueño, que es la realización de un deseo reprimido que busca así su satisfacción, incluso en los sueños angustiosos”[4].

Arte callejero en la Ciudad de México, foto de Fernando García Álvarez.
Una pesadilla
Ante la objeción de que no puede haber un cumplimiento de deseo en los sueños que producen angustia, en las famosas pesadillas, podemos mencionar lo que Safouan narra sobre un niño que soñaba repetidamente, con angustia, con un lobo que se paseaba afuera de su habitación. Enfrente dormía su madre. El padre había estado ausente varios meses por motivo de trabajo. “Bastó con que ese padre regresara a casa, y volviera al cuarto con la madre, para que las pesadillas desaparecieran”[5].
Es decir, el niño ya no necesitaba soñar un terrible lobo que lo separara de una relación excesivamente cercana a la madre, ya que el padre ahora cumplía adecuadamente la función paterna y ubicaba a cada uno en el rol que le correspondía. A pesar de la angustia que generaba el sueño, había un cumplimiento de deseo.
¿Todos soñamos?
Efectivamente todos soñamos; sin embargo, por el trabajo de la censura muchas veces no recordamos los sueños. Las personas menos rígidas los recuerdan más fácilmente.
¿Existen símbolos universales?
Para Freud existen significaciones colectivas que comparte todo mundo.
Sin embargo, precisa bien: “Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación de los sueños […] desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante”[6].
En el psicoanálisis no se trata de hacer un diccionario universal de símbolos o claves que permitiera traducir todos los sueños. Si no se han producido las asociaciones del analizante no es posible hacer una interpretación.
De hecho, Freud llamó “psicoanálisis silvestre” a la tendencia de realizar interpretaciones prematuras, mal elaboradas o realizadas cuando el analizante no estaba preparado para aceptarlas.
CONTINUARÁ
[1] Sigmund Freud (1899), ”La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 4, p. 5.
[2] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 4, pp. 118 y 141.
[3] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 23, p. 168.
[4] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.
[5] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.
[6] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 5, p. 365.

No existe el subconsciente
“Para Freud, no existe nada debajo de la consciencia”
El prefijo griego sub significa `abajo´
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
¡Lo traicionó el subconsciente! es una expresión que escuchamos con frecuencia. Y quienes la afirman creen que es una buena aplicación de un término psicoanalítico.
Sin embargo, el subconsciente no existe en la teoría freudiana.
De hecho, Sigmund Freud usó muy pocas veces la palabra subconsciente como sinónimo de inconsciente.
Era un término que se usaba en la psicología y psicopatología en esa época, es decir, antes de 1900. No obstante, el creador del psicoanálisis abandonó muy pronto su uso.
Únicamente dos citas en Freud
En su artículo “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas”, redactado en francés en 1893, se encuentra una única cita. Allí escribe acerca del recuerdo de las impresiones psíquicas: “La imposibilidad de la eliminación es notoria cuando la impresión permanece en el subconsciente”[i].
En el libro Estudios sobre la histeria, escrito junto con Joseph Breuer de 1893 a 1895, aparece en una ocasión en el “Historial clínico de la Sra. Emmy von N.” en donde Freud habla de “fragmentos del complejo subconsciente”[ii]; aunque es preciso aclarar que el término subconsciencia o subconsciente es usado en diversas ocasiones en la llamada “Parte teórica”, pero que fue escrita por Breuer.
Rechazo del concepto y el término subconsciente
Muy pronto Freud rechaza el uso del término subconsciente. Encontramos en sus obras cuatro menciones específicas de rechazo:
1.En la interpretación de los sueños (1900)
Así en su libro La interpretación de los sueños lo dice tajantemente: “Debemos evitar la distinción entre supraconsciencia y subconsciencia, a la que es tan aficionada la literatura actual sobre las psiconeurosis, ya que esta distinción parece insistir precisamente en la equivalencia entre el psiquismo y la consciencia[iii].
2.En lo inconsciente (1915)
En su libro Lo inconsciente, Freud[iv] insiste al decir: “no nos prueba la existencia en nosotros de una consciencia segunda, sino la de actos psíquicos que carecen de consciencia. Podremos también rechazar la designación de “subconsciencia” por incorrecta y descaminada”.

Ilustración de Fernando García Álvarez.
3.En la conferencia “resistencia y represión” (1917)
En la decimonovena de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis Freud[v] le dice a su auditorio: “Me gustaría oír de ustedes la admisión de que nuestras designaciones ` inconsciente, preconsciente, consciente´, son mucho menos perjudiciales y de justificación más fácil que otras que se han propuesto o han entrado en uso, como “subconsciente, paraconsciente, intraconsciente, y similares”.
4.En ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926)
Para el descubridor del psicoanálisis, pues, no existe nada debajo de la consciencia lo cual es expresado por el prefijo griego sub (`abajo´), por lo que rechaza el término subconsciente.
De este modo en su libro ¿Pueden los legos ejercer el análisis? el médico vienés[vi] es sumamente claro: “Cuando alguien habla de subconsciencia, yo no sé si, tópicamente, mienta algo situado en el alma por debajo de la consciencia, o, cualitativamente, una consciencia otra, por así decir subterránea. Es probable que ni él mismo tenga una idea clara. La única oposición admisible es la que media entre consciente e inconsciente”.
Conclusión
Como hemos podido apreciar, Freud se opone abiertamente al concepto y al término subconsciente por lo que, cuando escuchemos que alguien nos diga: ¡Te traicionó el subconsciente!, podemos tener la certeza de que esa persona no ha leído con detenimiento al creador del psicoanálisis. Tendría que haberte dicho: ¡Te traicionó el inconsciente!
Aclaración
Con objeto de que haya más claridad, me he permitido escribir los términos de acuerdo con las directrices de la Real Academia Española: consciencia: ` percepción o conocimiento´ (es el sentido de la teoría freudiana); conciencia: `capacidad de distinguir entre el bien y el mal´ (sentido moral).
“El adjetivo correspondiente, en todos los casos, es consciente, y su antónimo, inconsciente. No son correctas las formas conciente ni inconciente”[vii].
[i] Sigmund Freud (1893), “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas” en Obras completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, p. 209.
[ii] Sigmund Freud (1893), “Estudios sobre la histeria” en op. cit., Tomo II, p. 89.
[iii] Cfr. Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, Editorial Labor, 1971, p. 414.
[iv] Sigmund Freud (1915), “Lo inconsciente”, en op. cit., Tomo XIV, p. 167.
[v] Sigmund Freud (1917), “Conferencias de introducción al psicoanálisis” en op. cit., Tomo XVI, p. 271.
[vi] Sigmund Freud (1926), “¿Pueden los legos ejercer el análisis?” en op. cit., Tomo XX, p. 185.
[vii] Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario panhispánico de dudas, Bogotá, Distribuidora y editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., 2005, p. 158.
Jacinto
enero 21, 2022 en 6:49 am
Comprendido bajo el ecenario de la psiquis y para adecuarlo al lenguaje cotidiano actual CACHONDO. «estas muy cachondo». Buen tema mistrado.