Educación
Da Vinci decodificado por Sigmund Freud
“He sucumbido, como otros, a la atracción que irradia de este grande y enigmático hombre” (Freud)

Da Vinci decodificado por Sigmund Freud
Mtro. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
“He sucumbido, como otros, a la atracción que irradia de este grande y enigmático hombre”
Sigmund Freud acerca de Leonardo da Vinci
Quizá todos hemos oído hablar de Leonardo Da Vinci (1452-1519) como pintor, escultor, dibujante e inventor.
Es considerado uno de los hombres más importantes del Renacimiento italiano. Conocemos sus pinturas consideradas obras maestras como la Monna Lisa y la Última Cena, entre otras.
Posiblemente también sabemos de su interés por la anatomía humana, la astronomía, la construcción de aparatos para volar, la música, etc.
En el año 2003 estuvo de moda la novela El Código Da Vinci (se vendieron más de ochenta millones de ejemplares y fue traducida a cuarenta y cuatro idiomas; además, fue convertida en película en 2006), por lo que vale la pena recordar que el creador del psicoanálisis, doctor Sigmund Freud, publicó en 1910 un trabajo titulado “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”.
Interés por Leonardo
Según James Strachey, Freud reconstruye en esta obra la vida emocional de Leonardo, describe su conflicto entre sus impulsos artísticos y científicos, y realiza un análisis profundo de su historia psicosexual1.
Freud define claramente el objetivo de su estudio de este modo: “La meta de nuestro trabajo era explicar las inhibiciones en la vida sexual de Leonardo y en su actividad artística”2.
Se conoce que Leonardo fue hijo de un notario, Sir Piero da Vinci, y de una campesina llamada Caterina. Después de su nacimiento, el padre los abandona por lo que queda bajo el cuidado único de la madre3.
Cuando vuelve a vivir con su padre, a los 5 años de edad, éste tiene otra mujer.
El recuerdo
El recuerdo infantil, al que se refiere Freud, fue mencionado por Leonardo en uno de sus escritos científicos (“Codex Atlanticus”): “estando yo todavía en la cuna un buitre descendió sobre mí, me abrió la boca con su cola y golpeó muchas veces con esa cola suya contra mis labios”4.
Al parecer no se trataba de un buitre sino de un pájaro llamado milano; sin embargo, esta corrección no invalida el fondo del análisis psicológico.
Para Freud, la escena del buitre no es un recuerdo sino una fantasía de Leonardo que trasladó a la infancia. Y para el psicoanálisis lo que uno cree recordar de esa etapa tiene una importancia muy significativa. Freud sostiene que “La fantasía sintetiza el recuerdo de ser amamantado y de ser besado por la madre”5.
Situación activa por pasiva
En la fantasía de la cola del buitre a Freud le llama la atención que el acto de mamar del pecho materno es sustituido por el hecho de ser amamantado, es decir, una situación activa por una pasiva.
Así lo dice: “su rasgo más llamativo era que mudaba el mamar del pecho materno en un ser-amamantado, vale decir, en pasividad”6.
Influencia materna
Freud considera que era tal el apego a su madre que supone que la misteriosa sonrisa de la Monna Lisa era la que poseía su madre y que reencontró en su modelo.
En el cuadro Santa Ana, la Virgen y el Niño también puede captarse la influencia de la etapa infantil. Santa Ana representa a la abuela: al ir a vivir a los 5 años con su padre convivió con su madrastra, pero también con su abuela. Sin embargo, Leonardo pinta a Santa Ana como una mujer joven aún.
Como dice Freud: “En realidad, Leonardo ha dado dos madres al niño […]. La infancia de Leonardo había sido justamente como este cuadro. Había tenido dos madres…”7.
Represión sexual
También el médico vienés hace notar que Leonardo evita todo lo relacionado con lo sexual en sus escritos, por lo que concluye que vivía una significativa represión sexual: “Consiguió sublimar la mayor parte de su libido como esfuerzo de investigar”8.
Es decir, al reprimir lo sexual transformó su libido en deseo de saber y determinó su inactividad sexual.
Inhibición
Asimismo, se conoce que Leonardo era sumamente lento para ejecutar sus trabajos.
Tardó tres años en terminar La última cena en el convento de Santa María de la Gracia en Milán (pintura a la que se hace referencia en El Código da Vinci).
Empleó cuatro años en pintar el cuadro de la Monna Lisa. Al no poder terminarlo, lo conservó.
Freud considera esa lentitud en la manera de trabajar como un síntoma de inhibición.
Sobre la conocida costumbre de Leonardo de no concluir sus obras, Freud explica que los artistas se sienten padres de sus obras. Así la identificación con su padre era la causante: “Creaba la obra y cesaba en el acto de ocuparse de ella, como su padre lo había hecho con él”9.
Interés por volar
El creador del método psicoanalítico contesta a la pregunta de por qué tantas personas sueñan con la posibilidad de elevarse por los aires: “El psicoanálisis nos da esta respuesta: porque el deseo de volar o de ser pájaro no hace sino encubrir otro deseo […] nos enseña que el deseo de poder volar no significa en el sueño otra cosa que la añoranza de ser capaz de logros sexuales […]. Al confesarnos Leonardo que desde su infancia registró un particular vínculo personal con el problema del vuelo nos corrobora con ello que su investigación infantil estuvo dirigida a lo sexual”10.
Amor por la verdad
¿Qué pretendió Sigmund Freud al realizar un estudio acerca de un gran artista e investigador que aportó tantas obras, conocimientos e ideas?
Él reconoce que sucumbió a la atracción que irradiaba Leonardo11.
Es más, piensa que el gran artista e inventor hubiera estado de acuerdo en su decodificación: “El propio Leonardo, con su amor a la verdad y su esfuerzo de saber, no habría rechazado el intento de colegir, desde las pequeñas rarezas y enigmas de su ser, las condiciones de su desarrollo anímico e intelectual. Lo honramos aprendiendo algo de él”12.
1 Sigmund Freud (1910), “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci”, en Obras Completas, Volumen 11, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, p. 55.
2 Sigmund Freud, op. cit., p. 122.
3 Sigmund Freud, ibid.
4 Sigmund Freud, op. cit., p. 77.
5 Sigmund Freud, op. cit., p. 100.
6 Sigmund Freud, op. cit., p. 92.
7 Sigmund Freud, op. cit., pp. 105 y 106.
8 Sigmund Freud, op. cit., p. 75.
9 Sigmund Freud (1899), “La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Tomo V, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1972, p. 1610.
10 Sigmund Freud, (1910), “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci”, en Obras Completas, op. cit., pp. 117 y 118.
11 Sigmund Freud, op. cit., p. 125.
12 Sigmund Freud, op. cit., p. 121.

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Educación
Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”

Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Como estamos en la época de fin de año, muchas personas hacen una evaluación acerca de cómo les fue en el año transcurrido.
Quizá ayuden algunas reflexiones que hice al respecto en el programa “Exclusivo para hombres, que a las mujeres les interesa” en donde he colaborado durante diez años y que se encuentra interrumpido actualmente.
Primeramente, es conveniente señalar -como resumen- que el pasado, lo que hicimos, son las consecuencias del ayer; el presente, lo que hacemos, es la importancia del hoy; y el futuro, lo que haremos, es la trascendencia del mañana.
Pasado
Existen dos clases de pasados: el inconsciente y el consciente.
Pasado inconsciente
El pasado inconsciente nos condiciona por lo vivido de los cero a los cinco años aproximadamente y que quedó reprimido. Es lo vivido, pensado y sentido en la infancia.
Ese pasado inconsciente:
- Determina la estructura clínica de cada sujeto: es la manera de ser.
- No puede recordarse.
- Se manifiesta en síntomas, sueños o actos fallidos.
- Síntomas: se repiten patrones de conducta sin saber la causa (por ejemplo, elección amorosa constante de un determinado tipo de personas); “ataduras edípicas” (por amor excesivo a la madre) por lo que no logran salir del hogar materno, muestran consistentemente insatisfacción con la mujer amada o no se casan; culpas inconscientes (muchas veces manifestadas en compulsiones de limpieza exagerada), fracasos recurrentes, accidentes repetitivos, traumas (por ejemplo, por acosos o abusos sufridos en la infancia).
- Sueños: muchos de ellos remiten en su interpretación a la infancia: la mayoría de gigantes, monstruos o brujas representan el miedo al padre o a la madre a los que se percibió de ese modo en los primeros años.
- Actos fallidos: como lapsus, olvidos, errores, etc.
Por ello, en psicoanálisis se trabaja para que infancia no sea destino inevitable.
Debemos recordar que el psicoanalista Jacques Lacan acertadamente señaló que “de lo que se trata es menos de recordar que de reescribir la historia”.
Pasado consciente
El pasado consciente consiste en aquello que recordamos de situaciones o eventos agradables o desagradables (y hasta traumáticos) vividos, pensados o sentidos en la infancia, niñez, adolescencia, juventud o adultez.
Algunos ejemplos conscientes desagradables: fracasos escolares, carencias económicas, terminaciones amorosas, celos patológicos, errores, resentimientos.
El pasado consciente puede soltarse.
Reflexiones para soltarlo:
- Vivir anclado en el pasado significa estar viviendo poco.
- Vivir de los recuerdos es limitarse.
Medidas prácticas para soltar el pasado
- Desechar culpas inútiles. No atormentarse por lo que ocurrió.
- Procurar ser indiferente con los que te hicieron daño o lo que te hizo mal. Freud escribió que lo verdaderamente contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, es decir, que la persona o asunto que te hicieron daño dejen de importarte. No puede olvidarse, pero sí que ya no incomode. En otras palabras, puede resignificarse: darle otra significación.
- No perder tiempo en problemas pasados.
- Centrarnos en el presente y disfrutarlo.
- Actividad en lugar de pasividad.
- Encontrar un sentido o proyecto de vida.
Como dice Lacan, inspirado en el filósofo Baruch Spinoza: “el deseo es perseverar en nuestro ser”; y, yo diría, en el ser: lo que significa que suceda lo que suceda, hay que seguir adelante. Es nuestra fuerza de existir, el ímpetu hacia algo.

Pintura decorativa en samovar, arte tradicional ruso. Foto de Fernando García Álvarez
Presente
Un buen presente crea un buen futuro.
Es la única realidad que tenemos a nuestro alcance ahora.
Hay que vivirlo:
- Con plenitud (completo): disfrutar y aprovechar el aquí y el ahora. Ayuda pensar el dicho latino Age quod agis: Haz lo que haces.
- Con intensidad: en los diferentes aspectos: amor, trabajo, sexualidad, conocimiento, diversión, ejercicio, deporte o placer de comer y beber, siempre con moderación.
Recomendaciones
- Tener el gusto de vivir: el optimismo es una buena estrategia. También ayuda reír.
- Enfocarse en lo actual: el momento es ahora.
- Aceptar límites, no limitaciones: “Ser psíquicamente sano significa vivir relativamente feliz consigo mismo reconociendo y aceptando límites”, escribió el psicoanalista Juan David Nasio.
- Ofrecer o dar más calidad que cantidad.
- Sacar el máximo provecho de hoy: trabajo, escuela, amor, etc.
Futuro
Reflexiones
- Hay que comenzar hoy, no mañana.
- “La única manera de predecir el futuro es crearlo”
Cómo construir un buen futuro
Hay que cuidar o invertir en tres aspectos:
- Organismo
- Fomentar el ejercicio y la buena alimentación.
- Dormir suficiente.
- Cuidarlo de abusos o excesos de tabaco, alcohol, drogas, etc.
De otro modo, el mañana puede ser complicado.
- Mente
- Preparación en la carrera universitaria, la profesión u ocupación.
- Tener hobbies o aficiones.
- Ser mentalmente sano; o invertir en terapia, si es necesario o conveniente.
- Economía
- Elaborar planes a corto, mediano y largo plazos.
- Tomar decisiones financieras inteligentes que den estabilidad y seguridad en el futuro; por ello, es mejor dar un enganche para un inmueble que comprarse un automóvil de lujo.
- Ahorrar, si se puede.
- Buscar un plan de pensión.
Resumen:
Recomendaciones:
- Pasado: Reescribir la historia.
- Presente: Vivirlo con plenitud e intensidad: “vivir intensamente”.
- Futuro: Comienza hoy, no mañana.
“Vivir anclado al pasado significa estar viviendo poco”
Educación
¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia.»

¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Parte 1
“Después de un trabajo de interpretación
el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Siempre ha existido la curiosidad por descifrar los sueños. A lo largo de la historia se ha sospechado que quieren decir algo, que tienen un “saber”.
En la Biblia se menciona el caso de José que explica un sueño al faraón de Egipto sobre siete vacas gordas que son comidas por siete vacas flacas como siete años de abundancia a los que seguirán otros siete de hambre. Hoy en día existen numerosos libros en donde se afirman simbolismos de manera categórica: si soñaste esto significa que…
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, afirma que los sueños tienen un sentido y son la vía regia para acceder al inconsciente. Así lo sostiene en su libro La interpretación de los sueños, escrito hace más de ciento veinte años. Lo dice de este modo: “Fue en el invierno de 1899 cuando ante mí tuve al fin mi libro La interpretación de los sueños, postdatado para que apareciese como del nuevo siglo”[1].
¿Qué es interpretar?
Un aspecto fundamental en la cura psicoanalítica es la aportación de interpretaciones.
El psicoanalista interpreta cuando expresa algo que modifica algún modo de ver consciente y cotidiano del analizante (hablamos de analizante y no de paciente ya que la persona que analiza con ayuda del psicoanalista es la que está enfrente o recostada en el diván).
Freud distingue entre contenido manifiesto del sueño, que es lo que recordamos, y contenido latente, que es lo que llegamos a conocer con la ayuda de la interpretación psicoanalítica.
Es necesario interpretar el sueño manifiesto para hacer surgir el contenido latente. “Interpretar un sueño significa indicar su sentido […]. Después de un trabajo de interpretación el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”[2].
O dicho más adecuadamente, el sueño es el intento de un cumplimiento de deseo.
El sueño como cumplimiento de deseo
Para explicar el cumplimiento de deseo, como la operación esencial del trabajo del sueño, Freud[3] da tres ejemplos: “un sueño de hambre, uno de comodidad y uno de necesidad sexual. En el soñante, dormido, se anuncia una necesidad de comer, sueña con un soberbio banquete y sigue durmiendo. Desde luego, tenía la opción entre despertarse para comer o continuar su dormir. Se decidió por esto último y satisfizo su hambre mediante el sueño. Al menos por un rato; si el hambre persiste no tendrá más remedio que despertar. El otro caso: el soñante (es médico y) debe despertarse a fin de encontrarse en la clínica a cierta hora. Pero sigue durmiendo y sueña que ya está ahí, es verdad que, como paciente, y entonces no necesita abandonar su lecho. O bien por la noche se mueve en él la añoranza de gozar de un objeto sexual prohibido, la esposa de un amigo. Sueña que mantiene comercio sexual, no con esa persona, ciertamente, pero sí con otra que lleva igual nombre, por más que ésta le resulta indiferente”.
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia. Retorna lo reprimido en el sueño, que es la realización de un deseo reprimido que busca así su satisfacción, incluso en los sueños angustiosos”[4].

Arte callejero en la Ciudad de México, foto de Fernando García Álvarez.
Una pesadilla
Ante la objeción de que no puede haber un cumplimiento de deseo en los sueños que producen angustia, en las famosas pesadillas, podemos mencionar lo que Safouan narra sobre un niño que soñaba repetidamente, con angustia, con un lobo que se paseaba afuera de su habitación. Enfrente dormía su madre. El padre había estado ausente varios meses por motivo de trabajo. “Bastó con que ese padre regresara a casa, y volviera al cuarto con la madre, para que las pesadillas desaparecieran”[5].
Es decir, el niño ya no necesitaba soñar un terrible lobo que lo separara de una relación excesivamente cercana a la madre, ya que el padre ahora cumplía adecuadamente la función paterna y ubicaba a cada uno en el rol que le correspondía. A pesar de la angustia que generaba el sueño, había un cumplimiento de deseo.
¿Todos soñamos?
Efectivamente todos soñamos; sin embargo, por el trabajo de la censura muchas veces no recordamos los sueños. Las personas menos rígidas los recuerdan más fácilmente.
¿Existen símbolos universales?
Para Freud existen significaciones colectivas que comparte todo mundo.
Sin embargo, precisa bien: “Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación de los sueños […] desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante”[6].
En el psicoanálisis no se trata de hacer un diccionario universal de símbolos o claves que permitiera traducir todos los sueños. Si no se han producido las asociaciones del analizante no es posible hacer una interpretación.
De hecho, Freud llamó “psicoanálisis silvestre” a la tendencia de realizar interpretaciones prematuras, mal elaboradas o realizadas cuando el analizante no estaba preparado para aceptarlas.
CONTINUARÁ
[1] Sigmund Freud (1899), ”La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 4, p. 5.
[2] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 4, pp. 118 y 141.
[3] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 23, p. 168.
[4] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.
[5] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.
[6] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 5, p. 365.

No existe el subconsciente
“Para Freud, no existe nada debajo de la consciencia”
El prefijo griego sub significa `abajo´
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
¡Lo traicionó el subconsciente! es una expresión que escuchamos con frecuencia. Y quienes la afirman creen que es una buena aplicación de un término psicoanalítico.
Sin embargo, el subconsciente no existe en la teoría freudiana.
De hecho, Sigmund Freud usó muy pocas veces la palabra subconsciente como sinónimo de inconsciente.
Era un término que se usaba en la psicología y psicopatología en esa época, es decir, antes de 1900. No obstante, el creador del psicoanálisis abandonó muy pronto su uso.
Únicamente dos citas en Freud
En su artículo “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas”, redactado en francés en 1893, se encuentra una única cita. Allí escribe acerca del recuerdo de las impresiones psíquicas: “La imposibilidad de la eliminación es notoria cuando la impresión permanece en el subconsciente”[i].
En el libro Estudios sobre la histeria, escrito junto con Joseph Breuer de 1893 a 1895, aparece en una ocasión en el “Historial clínico de la Sra. Emmy von N.” en donde Freud habla de “fragmentos del complejo subconsciente”[ii]; aunque es preciso aclarar que el término subconsciencia o subconsciente es usado en diversas ocasiones en la llamada “Parte teórica”, pero que fue escrita por Breuer.
Rechazo del concepto y el término subconsciente
Muy pronto Freud rechaza el uso del término subconsciente. Encontramos en sus obras cuatro menciones específicas de rechazo:
1.En la interpretación de los sueños (1900)
Así en su libro La interpretación de los sueños lo dice tajantemente: “Debemos evitar la distinción entre supraconsciencia y subconsciencia, a la que es tan aficionada la literatura actual sobre las psiconeurosis, ya que esta distinción parece insistir precisamente en la equivalencia entre el psiquismo y la consciencia[iii].
2.En lo inconsciente (1915)
En su libro Lo inconsciente, Freud[iv] insiste al decir: “no nos prueba la existencia en nosotros de una consciencia segunda, sino la de actos psíquicos que carecen de consciencia. Podremos también rechazar la designación de “subconsciencia” por incorrecta y descaminada”.

Ilustración de Fernando García Álvarez.
3.En la conferencia “resistencia y represión” (1917)
En la decimonovena de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis Freud[v] le dice a su auditorio: “Me gustaría oír de ustedes la admisión de que nuestras designaciones ` inconsciente, preconsciente, consciente´, son mucho menos perjudiciales y de justificación más fácil que otras que se han propuesto o han entrado en uso, como “subconsciente, paraconsciente, intraconsciente, y similares”.
4.En ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926)
Para el descubridor del psicoanálisis, pues, no existe nada debajo de la consciencia lo cual es expresado por el prefijo griego sub (`abajo´), por lo que rechaza el término subconsciente.
De este modo en su libro ¿Pueden los legos ejercer el análisis? el médico vienés[vi] es sumamente claro: “Cuando alguien habla de subconsciencia, yo no sé si, tópicamente, mienta algo situado en el alma por debajo de la consciencia, o, cualitativamente, una consciencia otra, por así decir subterránea. Es probable que ni él mismo tenga una idea clara. La única oposición admisible es la que media entre consciente e inconsciente”.
Conclusión
Como hemos podido apreciar, Freud se opone abiertamente al concepto y al término subconsciente por lo que, cuando escuchemos que alguien nos diga: ¡Te traicionó el subconsciente!, podemos tener la certeza de que esa persona no ha leído con detenimiento al creador del psicoanálisis. Tendría que haberte dicho: ¡Te traicionó el inconsciente!
Aclaración
Con objeto de que haya más claridad, me he permitido escribir los términos de acuerdo con las directrices de la Real Academia Española: consciencia: ` percepción o conocimiento´ (es el sentido de la teoría freudiana); conciencia: `capacidad de distinguir entre el bien y el mal´ (sentido moral).
“El adjetivo correspondiente, en todos los casos, es consciente, y su antónimo, inconsciente. No son correctas las formas conciente ni inconciente”[vii].
[i] Sigmund Freud (1893), “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas” en Obras completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, p. 209.
[ii] Sigmund Freud (1893), “Estudios sobre la histeria” en op. cit., Tomo II, p. 89.
[iii] Cfr. Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, Editorial Labor, 1971, p. 414.
[iv] Sigmund Freud (1915), “Lo inconsciente”, en op. cit., Tomo XIV, p. 167.
[v] Sigmund Freud (1917), “Conferencias de introducción al psicoanálisis” en op. cit., Tomo XVI, p. 271.
[vi] Sigmund Freud (1926), “¿Pueden los legos ejercer el análisis?” en op. cit., Tomo XX, p. 185.
[vii] Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario panhispánico de dudas, Bogotá, Distribuidora y editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., 2005, p. 158.
Jacinto
abril 26, 2021 en 9:09 pm
Agradable la lectura de dos seres excepcionales da Vinci yn gran creador, experimentador y Freud un gran analista, pero bajo mi prespectiva y me adiero a Carl Jung; no toda la personalidad intrinseca del individuo radica en lo sexual. Jung va nas alla, el estudio del inconciente. Saludos y buenos temas. Cuidence.