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Educación

Diálogo entre Albert Einstein y Sigmund Freud

¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?

Nueva gráfica popular en las paredes de la Verde Antequera (ciudad de Oaxaca, México)

Diálogo entre Albert Einstein y Sigmund Freud

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? Einstein a Freud

El 30 de julio de 1932, el famoso físico Albert Einstein[1] escribió una carta a Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, preguntándole si existía algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra.

Freud[2], quien tenía 76 años, le contesta en septiembre del mismo año. En esta época ya había acontecido la I Guerra Mundial (1914-1918), y aún no daba inicio la II (1939-1945). La ONU fue constituida en 1945, para suceder a la Sociedad de Naciones, creada en 1919 y desaparecida en la II Guerra Mundial.

 Einstein y Freud únicamente se habían visto en una ocasión, en la casa del hijo menor de Freud en Berlín 5 años antes, a principios de 1927. En una carta al también psicoanalista Sándor Ferenczi, Freud[3] escribió acerca de esa reunión: “En efecto, charlé dos horas […] con Einstein […]. Es una persona jovial, segura y amable, entiende tanto de psicología como yo de física, de manera que nos entendimos a las mil maravillas”.

Después de esas cartas sobre los motivos de las guerras, intercambiaron algunas en 1936 y 1939.

A continuación, presentamos a modo de diálogo extractos textuales de ambas cartas publicadas en las Obras completas de Sigmund Freud.

 

El problema de la guerra

Albert Einstein: “La propuesta de la Liga de Naciones y de su Instituto Internacional de Cooperación Intelectual en París […] me brinda una muy grata oportunidad de debatir con usted una cuestión que, tal como están ahora las cosas, parece el más imperioso de todos los problemas que la civilización debe enfrentar. El problema es éste. ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? […] todo intento de darle solución ha terminado en un lamentable fracaso”.

Sigmund Freud: “Esperaba que escogería un problema situado en la frontera de lo cognoscible hoy, y hacia el cual cada uno de nosotros, el físico y el psicólogo, pudieran abrirse una particular vía de acceso, de suerte que se encontraran en el mismo suelo viniendo de distintos lados. Luego me sorprendió usted con el problema planteado […]. Recapacité entonces, advirtiendo que no se me invitaba a ofrecer propuestas prácticas, sino sólo a indicar el aspecto que cobra el problema de la prevención de las guerras para un abordaje psicológico”.

Einstein: “Creo, además, que aquellos que tienen por deber abordar profesional y prácticamente el problema no hacen sino percatarse cada vez más de su impotencia para ello […]. En lo que a mí atañe, el objetivo normal de mi pensamiento no me hace penetrar las oscuridades de la voluntad y el sentimiento humanos […] poco puedo hacer más allá de tratar de aclarar la cuestión y, despejando las soluciones más obvias, permitir que usted ilumine el problema con la luz de su vasto saber acerca de la vida pulsional del hombre”.

Freud: “Pero también sobre esto lo ha dicho usted casi todo en su carta. Me ha ganado el rumbo del barlovento [de donde sopla el viento], por así decir, pero de buena gana navegaré siguiendo su estela y me limitaré a corroborar todo cuanto usted expresa, procurando exponerlo más ampliamente según mi mejor saber –o conjeturar-”.

Nueva gráfica popular en las paredes de la Verde Antequera (ciudad de Oaxaca, México)

Creación de un organismo internacional

Einstein: “Estoy seguro que usted podrá sugerir métodos educativos, más o menos ajenos al ámbito de la política, para eliminar esos obstáculos […]. Siendo inmune a las inclinaciones nacionalistas, veo personalmente una manera simple de tratar el aspecto superficial (o sea administrativo) del problema: la creación, con el consenso internacional, de un cuerpo legislativo y judicial para dirimir cualquier conflicto que surgiere entre las naciones”.

 Freud: “Opino que con ello ya está dado todo lo esencial: el doblegamiento de la violencia mediante el recurso de transferir el poder a una unidad mayor que se mantiene cohesionada por ligazones de sentimiento entre sus miembros. Todo lo demás son aplicaciones de detalle y repeticiones […].Evidentemente, se reúnen aquí dos exigencias: que se cree una instancia superior de esa índole y que se le otorgue el poder requerido. De nada valdría una cosa sin la otra”.

Einstein: “Pero aquí, de entrada, me enfrento con una dificultad; un tribunal es una institución humana que, en la medida en que el poder que posee resulta insuficiente para hacer cumplir sus veredictos, es tanto más propenso a que éstos últimos sean desvirtuados por presión extrajudicial. Este es un hecho que debemos tener en cuenta; el derecho y el poder van inevitablemente de la mano”.

 Freud: “Comienza usted con el nexo entre derecho y poder. Es ciertamente el punto de partida correcto para nuestra indagación…Derecho y violencia son hoy opuestos para nosotros…Al comienzo, en una pequeña horda de seres humanos, era la fuerza muscular la que decidía a quién pertenecía algo o de quién debía hacerse la voluntad […]. Al introducirse las armas, ya la superioridad mental empieza a ocupar el lugar de la fuerza bruta […]. El derecho es el poder de una comunidad”.

 

Factores psicológicos

Einstein: “El escaso éxito que tuvieron, pese a su evidente honestidad, todos los esfuerzos realizados en la última década para alcanzar esa meta, no deja lugar a dudas de que hay en juego fuertes factores psicológicos, que paralizan tales esfuerzos”.

Freud: “Muchas veces cuando nos enteramos de los hechos crueles de la historia, tenemos la impresión de que los motivos ideales sólo sirvieron de pretexto a las apetencias destructivas; y otras veces, por ejemplo, ante las crueldades de la Santa Inquisición, nos parece como si los motivos ideales se hubieran esforzado hacia adelante, hasta la conciencia, aportándoles los destructivos un refuerzo inconsciente. Ambas cosas son posibles”.

 

Pulsión de vida y pulsión de muerte

Einstein: “¿Cómo es que estos procedimientos logran despertar en los hombres tan salvaje entusiasmo, hasta llevarlos a sacrificar su vida? Sólo hay una contestación posible: porque el hombre tiene dentro de sí un apetito de odio y destrucción.”

Freud: “Usted se asombra de que resulte tan fácil entusiasmar a los hombres con la guerra y, conjetura, algo debe moverlos, una pulsión a odiar y aniquilar […]. También en esto debo manifestarle mi total acuerdo […] las pulsiones del ser humano son sólo de dos clases: aquellas que quieren conservar y reunir […] y otras que quieren destruir y matar […]. Rarísima vez la acción es obra de una única moción pulsional, que ya en sí y por sí debe estar compuesta de eros y destrucción […] cuando los hombres son exhortados a la guerra, puede que en ellos responda afirmativamente a ese llamado toda una serie de motivos, nobles y vulgares, unos de los que se habla en voz alta y otros que se callan. No tenemos ocasión de desnudarlos todos. Por cierto que entre ellos se cuenta el placer de agredir y destruir”.

Einstein: ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de las psicosis del odio y de la destructividad?

Freud: “No se trata de eliminar por completo la inclinación de los hombres a agredir; puede intentarse desviarla lo bastante para que no deba encontrar su expresión en la guerra […] si la aquiescencia [disposición] a la guerra es un desborde de la pulsión de destrucción, lo natural será apelar a su contraria, el Eros. Todo cuanto establezca ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto contrario a la guerra […]. Todo lo que establezca sustantivas relaciones de comunidad entre los hombres provocará esos sentimientos comunes, esas identificaciones. Sobre ellas descansa en buena parte el edificio de la sociedad humana”.

 

El camino hacia la paz

El 3 de diciembre de 1932, Einstein[4] le escribió a Freud: “Usted nos ha complacido tanto a mí como a la Sociedad de Naciones con una respuesta verdaderamente clásica. Cuando le escribí estaba convencido de la inutilidad de mi carta…”.

Resulta interesante conocer las opiniones de Albert Einstein y de Sigmund Freud sobre un hecho que permanece en el siglo XXI: la guerra. También es bueno recordar que tenían una preocupación auténtica por la humanidad.

Quizá, ante las frecuentes acciones bélicas, sea importante enfatizar la tesis fundamental del creador del psicoanálisis: “No podemos erradicar la agresión del ser humano, por lo que es necesario incrementar la pulsión de vida. En otras palabras, el desarrollo de la cultura (pulsión de vida) es el camino para la paz”.

 

[1] Cfr.  Sigmund Freud (1933), “¿Por qué la guerra?” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Volumen 22, pp. 183-186.

[2] Sigmund Freud, op.cit., pp. 187-198.

 [3] Sigmund Freud, Su vida en imágenes y textos, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1979, p. 242.

[4] Sigmund Freud, ibid.

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1 comentario

1 comentario

  1. Luis Fernando Ulloa Hosking

    febrero 18, 2021 en 6:56 pm

    Diálogo válido al momento actual.

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Educación

La interpretación de los sueños según Freud y Lacan Algunos sueños de René Descartes

«¿En los sueños puede predecirse el futuro?»

Foto de Fernando García A. Nueva gráfica popular CDMX.

La interpretación de los sueños según Freud y Lacan

Algunos sueños de René Descartes

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

En un artículo anterior (Parte 1) mencioné la importancia de la interpretación de los sueños en psicoanálisis de acuerdo con la teoría de Sigmund Freud.

En los sueños son evidentes y claras la existencia y la manifestación del inconsciente de cada persona ya que no se está consciente al estar dormido y en cada uno de ellos el soñante está presente actuando o viendo.

Del mismo modo, señalé que existe el contenido manifiesto, que es lo que la persona recuerda, y el contenido latente que llegamos a conocer con la ayuda del psicoanalista.

Una vez que el analista ha realizado la interpretación con auxilio de las asociaciones del soñante se encuentra un cumplimiento de un deseo inconsciente.

Debo añadir que Freud encontró que puede haber varias interpretaciones, pero que la más profunda tiene que ver con la infancia del que sueña.

Finalmente habrá que recordar que no se trata de hacer un diccionario de símbolos universales sino interpretar individualmente con lo que la persona asocia.

Foto de Fernando García A. Nueva gráfica, Zaachila, Oaxaca.

Acerca de unos sueños de Descartes

El propio Freud[1], cuando le proponen que interprete unos sueños propios del gran filósofo René Descartes, escribe que “trabajar con sueños sin poder obtener del propio soñante indicaciones acerca de los vínculos que puedan unirlos entre sí o referirlos al mundo exterior sólo da, por regla general, un magro [pobre] resultado”.

Asimismo, señala que las partes sobre las que Descartes no supo decir nada son las inconscientes y que él “explica eso inconsciente apoyándose en las ideas que el soñante ha aportado”.

También disiente sobre la interpretación que el propio Descartes hace en su escrito sobre un “melón de un país extranjero” como “los encantos de la soledad” diciendo: “Ello no es ciertamente exacto, pero podría ser una asociación de ideas que pusiera sobre la pista de una explicación exacta”.

Por ello, “para el psicoanálisis -Cristina Fontana precisa- no vale dar una significación general e impersonal a un sueño, o hacer un suerte de traducción automática: a tal imagen corresponde tal significado. Un mismo sueño puede tener distintos sentidos según quién los sueñe y el contexto en que se encuentre”[2].

¿En los sueños puede predecirse el futuro?

Existen sueños repetitivos a los que se les atribuyen poderes mágicos o sobrenaturales.

Son los llamados sueños premonitorios. Encierran un deseo inconsciente, como en todos los sueños, que motiva a una conducta. “Cuando alcanza el objetivo, lo interpreta pensando que el sueño ´sabía´ y, en cierto sentido, sí sabía, pues el deseo inconsciente ´sabe´ antes de la persona, pero no es nada mágico sino que forma parte de lo sorprendente del inconsciente”[3].

Recuerdo el caso de una persona que soñó con gran claridad un número de la lotería y estaba convencido que la ganaría. Compró el boleto y no obtuvo el premio anhelado. Habría que interpretar el significado inconsciente de esos números y cuál era el deseo inconsciente.

 Forma más común de interpretar

Hay que tratar el sueño como un enigma que hay que descifrar. Como una frase incompleta.

Generalmente el psicoanalista le comunica al paciente el significado de su sueño, esperando que el analizante esté cerca de llegar a la misma interpretación. El psicoanalista proporciona un significado específico con base en las asociaciones del analizante.

Se cerró el inconsciente

Hace ya algunos años, los psicoanalistas se dieron cuenta de que las interpretaciones sobre los sueños cada día eran menos efectivas.

Jacques Lacan, psicoanalista francés, consideró que esa falta de eficacia se debía a un cierre del inconsciente provocado por los propios analistas, responsabilizándolos de la tendencia a interpretar basados en simbolismos, a pesar de las advertencias del propio Freud.

 La interpretación de los sueños según Lacan[4]

Esto llevaba a que los analizantes adquirieran la capacidad de predecir lo que se les iba a decir.

Por ello, Lacan propuso otro modo de interpretar. En lugar de buscar significados ocultos, propone desbaratar el sentido; en vez de ofrecer al analizante un nuevo mensaje, la interpretación tiene que servir sólo para permitir que él oiga el mensaje que se está dirigiendo inconscientemente a sí mismo.

Para el analista francés no importan las imágenes soñadas sino la manera como se narran; es decir, está atento al lenguaje y sus asociaciones.

El psicoanalista debe tomar la palabra del analizante de una manera absolutamente literal, ya que su tarea no es captar un “mensaje oculto”, sino leer el discurso del analizante como si fuera un texto.

Es decir, el analista debe prestar atención a lo que oye para ligarlo con una cadena de asociaciones. Por ejemplo: si una persona soñó algo relativo a una copa, en lugar de interpretar como genital femenino, quizá puede apuntarse que “está copado” (rodeado o asediado por todas partes), y a partir de esto iniciar la asociación de ideas.

En pocas palabras, podría decirse que lo importante en la práctica lacaniana no es tanto la imagen de lo que se soñó sino la manera como lo expresa en palabras y, a partir de ahí, mediante asociaciones libres aparecerá el inconsciente.

Foto de Fernando García A. Nueva gráfica popular CMX.

Valor de la interpretación

“El valor de una interpretación no reside en su correspondencia con la realidad sino en su poder para producir ciertos efectos”, ha escrito bien Dylan Evans[5].

Por tanto, el psicoanalista debe despertar la curiosidad y provocar la asociación de ideas. Ello se logra tomando la palabra del analizante de manera literal, como dijimos, y realizando interpretaciones ambiguas, ya que entonces intentará aclararlas tanto a nivel consciente como inconsciente; es decir, se pone a trabajar al inconsciente.

En el sueño habrá un cumplimiento de deseo ya que el deseo inconsciente va a insistir constantemente a través de síntomas, actos fallidos y sueños.

Y es que el objetivo de la cura en psicoanálisis consiste en que el analizante reconozca la verdad de su deseo inconsciente.

 

[1] Sigmund Freud (1899), “La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 21, pp. 201 y 202.

[2] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.

[3] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.

[4] Cfr. Dylan Evans, Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano, Buenos Aires, Paidós, 1997, pp. 114 y 115.

[5] Dylan Evans, op. cit., p. 115.

 

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Educación

Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro

“La única manera de predecir el futuro es crearlo”

Óleo sobre terciopelo, arte tradicional ruso. Foto de Fernando García Álvarez

Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro

“La única manera de predecir el futuro es crearlo”

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

Como estamos en la época de fin de año, muchas personas hacen una evaluación acerca de cómo les fue en el año transcurrido.

Quizá ayuden algunas reflexiones que hice al respecto en el programa “Exclusivo para hombres, que a las mujeres les interesa” en donde he colaborado durante diez años y que se encuentra interrumpido actualmente.

Primeramente, es conveniente señalar -como resumen- que el pasado, lo que hicimos, son las consecuencias del ayer; el presente, lo que hacemos, es la importancia del hoy; y el futuro, lo que haremos, es la trascendencia del mañana.

Pasado

Existen dos clases de pasados: el inconsciente y el consciente.

Pasado inconsciente

El pasado inconsciente nos condiciona por lo vivido de los cero a los cinco años aproximadamente y que quedó reprimido. Es lo vivido, pensado y sentido en la infancia.

Ese pasado inconsciente:

  • Determina la estructura clínica de cada sujeto: es la manera de ser.
  • No puede recordarse.
  • Se manifiesta en síntomas, sueños o actos fallidos.
  • Síntomas: se repiten patrones de conducta sin saber la causa (por ejemplo, elección amorosa constante de un determinado tipo de personas); “ataduras edípicas” (por amor excesivo a la madre) por lo que no logran salir del hogar materno, muestran consistentemente insatisfacción con la mujer amada o no se casan; culpas inconscientes (muchas veces manifestadas en compulsiones de limpieza exagerada), fracasos recurrentes, accidentes repetitivos, traumas (por ejemplo, por acosos o abusos sufridos en la infancia).
  • Sueños: muchos de ellos remiten en su interpretación a la infancia: la mayoría de gigantes, monstruos o brujas representan el miedo al padre o a la madre a los que se percibió de ese modo en los primeros años.
  • Actos fallidos: como lapsus, olvidos, errores, etc.

Por ello, en psicoanálisis se trabaja para que infancia no sea destino inevitable.

Debemos recordar que el psicoanalista Jacques Lacan acertadamente señaló que “de lo que se trata es menos de recordar que de reescribir la historia”.

Pasado consciente

El pasado consciente consiste en aquello que recordamos de situaciones o eventos agradables o desagradables (y hasta traumáticos) vividos, pensados o sentidos en la infancia, niñez, adolescencia, juventud o adultez.

Algunos ejemplos conscientes desagradables: fracasos escolares, carencias económicas, terminaciones amorosas, celos patológicos, errores, resentimientos.

El pasado consciente puede soltarse.

Reflexiones para soltarlo:

  • Vivir anclado en el pasado significa estar viviendo poco.
  • Vivir de los recuerdos es limitarse.

Medidas prácticas para soltar el pasado

  • Desechar culpas inútiles. No atormentarse por lo que ocurrió.
  • Procurar ser indiferente con los que te hicieron daño o lo que te hizo mal. Freud escribió que lo verdaderamente contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, es decir, que la persona o asunto que te hicieron daño dejen de importarte. No puede olvidarse, pero sí que ya no incomode. En otras palabras, puede resignificarse: darle otra significación.
  • No perder tiempo en problemas pasados.
  • Centrarnos en el presente y disfrutarlo.
  • Actividad en lugar de pasividad.
  • Encontrar un sentido o proyecto de vida.

Como dice Lacan, inspirado en el filósofo Baruch Spinoza: “el deseo es perseverar en nuestro ser”; y, yo diría, en el ser: lo que significa que suceda lo que suceda, hay que seguir adelante. Es nuestra fuerza de existir, el ímpetu hacia algo.

Pintura decorativa en samovar, arte tradicional ruso. Foto de Fernando García Álvarez

Presente

Un buen presente crea un buen futuro.

Es la única realidad que tenemos a nuestro alcance ahora.

Hay que vivirlo:

  • Con plenitud (completo): disfrutar y aprovechar el aquí y el ahora. Ayuda pensar el dicho latino Age quod agis: Haz lo que haces.
  • Con intensidad: en los diferentes aspectos: amor, trabajo, sexualidad, conocimiento, diversión, ejercicio, deporte o placer de comer y beber, siempre con moderación.

Recomendaciones

  • Tener el gusto de vivir: el optimismo es una buena estrategia. También ayuda reír.
  • Enfocarse en lo actual: el momento es ahora.
  • Aceptar límites, no limitaciones: “Ser psíquicamente sano significa vivir relativamente feliz consigo mismo reconociendo y aceptando límites”, escribió el psicoanalista Juan David Nasio.
  • Ofrecer o dar más calidad que cantidad.
  • Sacar el máximo provecho de hoy: trabajo, escuela, amor, etc.

Futuro

Reflexiones

  • Hay que comenzar hoy, no mañana.
  • “La única manera de predecir el futuro es crearlo”

Cómo construir un buen futuro

Hay que cuidar o invertir en tres aspectos:

  • Organismo
  • Fomentar el ejercicio y la buena alimentación.
  • Dormir suficiente.
  • Cuidarlo de abusos o excesos de tabaco, alcohol, drogas, etc.

De otro modo, el mañana puede ser complicado.

  • Mente
  • Preparación en la carrera universitaria, la profesión u ocupación.
  • Tener hobbies o aficiones.
  • Ser mentalmente sano; o invertir en terapia, si es necesario o conveniente.
  • Economía
  • Elaborar planes a corto, mediano y largo plazos.
  • Tomar decisiones financieras inteligentes que den estabilidad y seguridad en el futuro; por ello, es mejor dar un enganche para un inmueble que comprarse un automóvil de lujo.
  • Ahorrar, si se puede.
  • Buscar un plan de pensión.

Resumen:

Recomendaciones:

  • Pasado: Reescribir la historia.
  • Presente: Vivirlo con plenitud e intensidad: “vivir intensamente”.
  • Futuro: Comienza hoy, no mañana.

“Vivir anclado al pasado significa estar viviendo poco”

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Educación

¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?

Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia.»

Arte callejero en la Ciudad de México, foto de Fernando García Álvarez.

¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?

Parte 1

“Después de un trabajo de interpretación

el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

Siempre ha existido la curiosidad por descifrar los sueños. A lo largo de la historia se ha sospechado que quieren decir algo, que tienen un “saber”.

En la Biblia se menciona el caso de José que explica un sueño al faraón de Egipto sobre siete vacas gordas que son comidas por siete vacas flacas como siete años de abundancia a los que seguirán otros siete de hambre. Hoy en día existen numerosos libros en donde se afirman simbolismos de manera categórica: si soñaste esto significa que…

Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, afirma que los sueños tienen un sentido y son la vía regia para acceder al inconsciente. Así lo sostiene en su libro La interpretación de los sueños, escrito hace más de ciento veinte años. Lo dice de este modo: “Fue en el invierno de 1899 cuando ante mí tuve al fin mi libro La interpretación de los sueños, postdatado para que apareciese como del nuevo siglo”[1].

¿Qué es interpretar?

Un aspecto fundamental en la cura psicoanalítica es la aportación de interpretaciones.

El psicoanalista interpreta cuando expresa algo que modifica algún modo de ver consciente y cotidiano del analizante (hablamos de analizante y no de paciente ya que la persona que analiza con ayuda del psicoanalista es la que está enfrente o recostada en el diván).

Freud distingue entre contenido manifiesto del sueño, que es lo que recordamos, y contenido latente, que es lo que llegamos a conocer con la ayuda de la interpretación psicoanalítica.

Es necesario interpretar el sueño manifiesto para hacer surgir el contenido latente. “Interpretar un sueño significa indicar su sentido […]. Después de un trabajo de interpretación el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”[2].

O dicho más adecuadamente, el sueño es el intento de un cumplimiento de deseo.

El sueño como cumplimiento de deseo

Para explicar el cumplimiento de deseo, como la operación esencial del trabajo del sueño, Freud[3] da tres ejemplos: “un sueño de hambre, uno de comodidad y uno de necesidad sexual. En el soñante, dormido, se anuncia una necesidad de comer, sueña con un soberbio banquete y sigue durmiendo. Desde luego, tenía la opción entre despertarse para comer o continuar su dormir. Se decidió por esto último y satisfizo su hambre mediante el sueño. Al menos por un rato; si el hambre persiste no tendrá más remedio que despertar. El otro caso: el soñante (es médico y) debe despertarse a fin de encontrarse en la clínica a cierta hora. Pero sigue durmiendo y sueña que ya está ahí, es verdad que, como paciente, y entonces no necesita abandonar su lecho. O bien por la noche se mueve en él la añoranza de gozar de un objeto sexual prohibido, la esposa de un amigo. Sueña que mantiene comercio sexual, no con esa persona, ciertamente, pero sí con otra que lleva igual nombre, por más que ésta le resulta indiferente”.

Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia. Retorna lo reprimido en el sueño, que es la realización de un deseo reprimido que busca así su satisfacción, incluso en los sueños angustiosos”[4].

Arte callejero en la Ciudad de México, foto de Fernando García Álvarez.

 Una pesadilla

Ante la objeción de que no puede haber un cumplimiento de deseo en los sueños que producen angustia, en las famosas pesadillas, podemos mencionar lo que Safouan narra sobre un niño que soñaba repetidamente, con angustia, con un lobo que se paseaba afuera de su habitación. Enfrente dormía su madre. El padre había estado ausente varios meses por motivo de trabajo. “Bastó con que ese padre regresara a casa, y volviera al cuarto con la madre, para que las pesadillas desaparecieran”[5].

Es decir, el niño ya no necesitaba soñar un terrible lobo que lo separara de una relación excesivamente cercana a la madre, ya que el padre ahora cumplía adecuadamente la función paterna y ubicaba a cada uno en el rol que le correspondía. A pesar de la angustia que generaba el sueño, había un cumplimiento de deseo.

¿Todos soñamos?

Efectivamente todos soñamos; sin embargo, por el trabajo de la censura muchas veces no recordamos los sueños. Las personas menos rígidas los recuerdan más fácilmente.

 ¿Existen símbolos universales?

Para Freud existen significaciones colectivas que comparte todo mundo.

Sin embargo, precisa bien: “Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación de los sueños […] desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante”[6].

En el psicoanálisis no se trata de hacer un diccionario universal de símbolos o claves que permitiera traducir todos los sueños. Si no se han producido las asociaciones del analizante no es posible hacer una interpretación.

De hecho, Freud llamó “psicoanálisis silvestre” a la tendencia de realizar interpretaciones prematuras, mal elaboradas o realizadas cuando el analizante no estaba preparado para aceptarlas.

 

CONTINUARÁ

[1] Sigmund Freud (1899), ”La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 4,  p. 5.

[2] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 4, pp. 118 y 141.

[3] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 23, p. 168.

[4] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.

[5] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.

[6] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 5, p. 365.

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