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Arte

El arte de la resistencia

En América, como en otras latitudes, la acumulación originaria estuvo basada en el despojo de la tierra…

El arte de la resistencia
José Luis Vázquez Flores

El “arte” es una invención de la modernidad. Por supuesto, no me refiero a los sistemas que en todas culturas hacen posible las formas de expresión concretadas en objetos materiales o manifestados en prácticas inmateriales. Lo que inventó la modernidad con relación a esas prácticas fue la categoría de “arte”. No solo eso, paralelamente a dicha categoría, elaboró otra que llamó “civilización” como sinónimo de progreso social en el ámbito urbano, el progreso del ciudadano frente al hombre tribal (Sarmiento: 2007: 219).

Éstos y otros sustantivos son portadores de la ideología que han modificado las relaciones interculturales del mundo y las relaciones de la humanidad con la naturaleza a una escala tal que por primera vez—en un breve lapso de tiempo— nos encontramos ante la posibilidad de una catástrofe planetaria cuya conformación pluridimensional implica, por supuesto, al medio ambiente, los energéticos, los alimentos, las migraciones humanas [y animales], las guerras y la economía (Bartra: 2009), es decir, la cultura en general y las diversas culturas particulares. Al margen, pero bajo la presión hegemónica global, las prácticas humanas relacionadas con la creatividad han explorado caminos diferentes que muestran concepciones y modos de vida alternativos para enfrentar dicha presión y para dar continuidad a esas concepciones incluso contrarias, pero esperanzadoras.

En este contexto, vale preguntarse si esa categoría totalizadora de “arte” puede sostenerse frente a las prácticas particulares de cada cultura, entendidas éstas como una forma de resistencia ante dicho proyecto civilizatorio. Para contestar a esta pregunta, me propongo revisar brevemente los conceptos de arte y civilización como elementos cruciales de dicho proyecto en una perspectiva histórica y, así, poder contrastarlos con las prácticas y concepciones diferentes a la modernidad, en especial, el arte (mal llamado artesanía) de México. Para concluir, analizaré la posibilidad de neutralizar algunos de los daños de la concepción moderna del arte a través de las prácticas interculturales. Para Susanne K. Langer, una obra de arte “es una forma expresiva creada para nuestra percepción, a través de los sentidos o la imaginación, y lo que expresa es el sentimiento humano” que no puede formularse mediante la forma discursiva sino por una vía subjetiva, objetivada en una forma simbólica que sobrepasa la experiencia personal del artista (autoexpresión) y que proyecta, mediante formas dinámicas, la vida interior de sus creadores (s. f.: 23-34).

La pretendida superioridad y complejidad del arte a partir de la organización socio- política que la visión occidental plantea, respecto a otras culturas, también tiene una vertiente hacia el interior de sí misma que configura la visión moderna de lo que es o no es arte. En su primera etapa, a partir del siglo XVIII, los ideales de la Ilustración de universalidad, libertad e individualidad, empiezan a separar la concepción de arte y artesanía. El arte y sus productos son el resultado de un hombre inspirado, un genio, que crea algo bello que genera un placer especial, refinado, que invita a la contemplación: el placer estético, con una función espiritual trascendente. Por lo tanto, su goce y disfrute no se da para todos; también el receptor es un ser refinado, interesado e instruido capaz de captar lo especial de la obra. Poco a poco, los lugares donde se contemplan estas obras no son lugares comunes; ellas van tomando espacios cada vez más relevantes y especiales para su disfrute.

Del otro lado, se colocaron las prácticas y las obras que procedían de otro tipo de hombres, con habilidades (pero sin inspiración) para hacer (no crear) objetos destinados a lo útil, lo necesario, lo ordinario, cuando mucho entretenido (pero no sublime). Estos “artesanos” eran hacedores como los zapateros o los herreros que satisfacían las necesidades utilitarias de la vida diaria. Por lo tanto, el placer se reduce a lo necesario y el lugar donde se presenta la artesanía es el mismo donde se necesita. Se inaugura, así, la diferencia entre Bellas Artes (con mayúscula) y artesanías (con minúscula) y a partir de entonces se crea todo un complejo de instituciones (museos, consejos, secretarías), prácticas (Shiner: 2004: 21-39) y concepciones que refuerzan y consolidan las diferencias entre el arte y vida.

En el proceso de diferenciación del arte occidental, el “arte por el arte”, los artistas modernos “libres” buscan la innovación a través de nuevas reglas formales, la ruptura con la tradición, el aislamiento, la ininteligibilidad de la obra (transformación-representación) cuya oscuridad debe ser interpretada y explicada por expertos, y una inserción en el mercado donde la oferta siempre supera la demanda que, en suma, refuerzan la alienación e incomunicación de nuestras sociedades de masas.

Esta fragmentación en la vida del hombre con el hombre que da lugar a la separación entre el arte y la artesanía también tiene su expresión en la separación del hombre con su medio. La desmitificación de la naturaleza colocó al ser humano y su entorno bajo el escrutinio de la razón instrumental reduciéndolos a la categoría de objetos de estudio (Villoro: 1991: 85-91) hasta llegar, mediante el proceso de la industrialización, al nivel de bienes de consumo, de mercancías (Fromm: 1981: 9-18).

México, como país que surge de un proceso de conquista europea, es un hijo del imperialismo y la globalización que Samir Amin caracteriza en tres etapas de las cuales la Conquista de América fue la primera fase (2001: 1). La cristianización, el racismo, la esclavitud y el genocidio fueron algunos de los instrumentos que utilizaron los europeos para concretar el saqueo de América a costa de los pueblos originarios y de los pueblos africanos traídos acá. Sin embargo, antes de la llegada de los genocidas la diversidad cultural de lo que hoy llamamos México (algunos antropólogos lo llaman Mesoamérica y quizá los habitantes de entonces llamaban Anáhuac a la más grande unidad político- cultural) se extendía desde el sur de los E.U. hasta Nicaragua, es decir, más o menos entre los 25° y 10° altitud norte.

La diversidad lingüística (dieciséis familias), étnica y cultural de entonces mantenía una unidad fundada en torno al cultivo del maíz, pero también al frijol, la calabaza y el chile. Otro elemento, apuntado por Matos (2001: 51-53), es el modo de producción; el autor observa que desde los olmecas hasta la llegada de los españoles la agricultura y el tributo son elementos básicos de una doble explotación: la de una clase sobre otra en la misma sociedad y la de una clase hegemónica sobre otras clases tributarias fuera de su propia sociedad. Por lo tanto, es probable que los procesos de transculturación y aculturación, que ocurrieron durante la colonia, existieran en otros términos, con otros intereses y resultados, previamente a la conquista. Sin embargo, la guerra florida, con todo y sus muertes humanas, no fue de ningún modo una guerra de exterminio.

El contacto, la transmisión, la adopción, la imposición y los intercambios propios de la aculturación mutua también dieron lugar a esa unidad cultural que ya se mencionó y que con la llegada del conquistador dio paso a una nueva diversidad cuya articulación fue forjada y forzada durante las etapas de la colonia, las revoluciones de independencia y agraria de 1910, en una nueva identidad nacional con sus símbolos e instituciones resultantes. En el origen de su conformación oficial, viniera de un bando o de otro (conservadores y liberales), dicha identidad tuvo intenciones homogenizantes frente a la enorme diversidad cultural de los pueblos originarios, encuadrándolos a todos bajo la categoría de indios, primero, y luego de ciudadanos libres.

En América, como en otras latitudes, la acumulación originaria estuvo basada en el despojo de la tierra, en una supuesta libertad individual, en la supuesta igualdad y en el libre mercado, entre otros principios de la modernidad. Pero desde el comienzo del proyecto civilizatorio, la posibilidad de que el ser humano sea responsable de su historia, tanto en lo individual como en lo colectivo (socialmente), ha planteado la contradicción que subyace en la propiedad privada y en la importancia o preponderancia del individuo sobre la colectividad: “la propiedad privada solo existe cuando es exclusiva, esto es, cuando hay quienes no tienen nada” (Amin: 2001: 5). Esta misma contradicción se extiende a todos los ámbitos de la vida moderna, incluyendo el arte occidentalizado, como en México.

Pero a diferencia de ese arte occidental oficial, basado en una identidad construida desde la élite, los pueblos originarios han logrado la supervivencia de sus visiones del mundo y las expresiones que se derivan de aquellas. Estas visiones (no una sola visión) contienen diferencias y comparten elementos afines. Entre estos últimos podemos y debemos observar que el arte no es una práctica que se considere un acto individual, no es una práctica que se encuentre desligada de los ciclos de la naturaleza, no es una práctica que dependa estrictamente de las leyes de la especulación, aun cuando sus procesos impliquen prácticas mercantiles. Tampoco el goce y disfrute de sus resultados son exclusivos de ciertos individuos aun cuando existen especialistas en cada forma expresiva. El lugar de su uso y disfrute no son los museos. Finalmente, en las concepciones de los pueblos originarios, el arte no es un medio o expresión refinada del racismo.

Todas las consideraciones anteriores entrañan una visión antropológica del arte que toma en cuenta la aculturación, la asimilación, la proletarización de los indígenas y, por supuesto, la globalización. Cabe aclarar que los conceptos y los vocablos que nombran al “arte” y al “artista” no existieron en las culturas mesoamericanas, lo cual no quiere decir que no haya existido una actividad y producción de las formas expresivas “estéticas” (este término tampoco existió). Y cabe aclarar que lo mismo aplica para la actualidad.

Bordados de Tenango de Doria, Hidalgo.

Para empezar, la mayoría de las expresiones artísticas de estos pueblos son el resultado de actos y concepciones colectivas, incluso cuando su producción involucra especialistas. Por lo tanto la noción de “autoría” es vaga o innecesaria. El concepto y la necesidad de “originalidad” tampoco tiene sentido aquí, o se entiende de otro modo. Además, los objetos (en su materialidad) se usan y no sirven únicamente para la contemplación. Los objetos y prácticas tienen lugar en los sitios y ocasiones en que su significado es necesariamente colectivo, por lo tanto, nunca se encuentran descontextualizados como las obras de arte occidental (por ejemplo, aquellos que se aprecian como “arqueología” en museos).

Oswaldo Martínez (2007: 54) considera que de los tres billones de dólares que operan en el mercado financiero globalizado, cada veinticuatro horas, el 95% del total se destina a transacciones especulativas, sin ninguna relación con movimientos de bienes y servicios reales. Algo similar ocurre con las obras de arte en ese mismo contexto: las subastas “inflan” artificialmente su valor comercial, dejando de lado sus valores formales. En cambio, para los pueblos originarios y sus producciones el valor de uso y el valor de cambio operan con un resultado diferente. Ya que su concepción, producción, valoración y uso son colectivos, las obras de arte no se encuentran sujetas a la especulación de sus equivalentes occidentalizadas. Esto no quiere decir que no intervengan procesos mercantiles en su producción, como se verá más adelante.

A propósito del valor de uso y el valor de cambio, es necesario recordar el significado que tiene la tierra y los ciclos naturales para los indígenas. Como sociedades con visones agrícolas del mundo, la mayoría de sus prácticas sólo tienen sentido con relación a dichos ciclos y a la siembra con su respectiva cosecha. Este apego a la naturaleza que da sentido a la vida es ancestral y algunas de sus formas han sobrevivido a los quinientos años de modernidad. A pesar de la noción de propiedad privada que el mundo occidental ha implantado y cuyo último golpe a la posesión comunal fue asestado en México en 1992 con la reforma constitucional, el respeto a la tierra se expresa en términos de una sabiduría también ancestral. Baste recordar el Mensaje del gran jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos de América en el año de 1855 ante la petición de compra de la tierra: “¿Quién puede comprar o vender el Cielo o el calor de la Tierra? No podemos imaginar esto si nosotros no somos dueños del frescor del aire, ni del brillo del agua. ¿Cómo él podría comprárnosla?” (2005: 16).

Desde entonces y hasta ahora, en el enfrentamiento de estos pueblos con los estados nacionales por los recursos y territorios “el arte y la visión estética se refieren a una dimensión de la vida colectiva de las comunidades indígenas que es central en la continuidad cultural histórica de los pueblos que estudiamos actualmente.” (Good: 2010: 49). Más aún, para Catharine Good Eshelman, estas prácticas “han sido partes de un campo privilegiado de la adaptación y resistencia colectiva frente a la colonización europea y todos los procesos que implica…” (2010: 49). Para abordar esos procesos es necesario resignificar el concepto de estética. A diferencia de occidente, en donde sobre la percepción de la obra de arte se impone una reflexión filosófica (que junto con la reacción y su gusto se suponen universales), la antropología empieza a considerar la estética más bien como sistemas de ordenamiento de los mundos físicos, sociales, naturales, sobrenaturales, etc., en donde necesariamente se toman en cuenta a los individuos colectivamente, sus relaciones con la naturaleza y los procesos productivos, la organización social, las prácticas rituales y sus percepciones del mundo.

¿De qué manera se materializa la resistencia social frente a la colonización a través del arte? Como ya vimos las obras de arte no son mercancías descontextualizadas con un valor convertible a dinero, más bien su producción y circulación crea relaciones sociales porque en la lógica cultural local la fuerza o energía vital de las personas se transmite en los objetos, mismos que, al mismo tiempo, son documentos históricos y portadores o transmisores de memoria y conocimientos locales. Para ejemplificar lo anterior, tomemos algunos de los casos que Catharine Good nos proporciona con relación a los nahuas del Alto Balsas en Guerrero (2010: 54). La producción de instrumentos musicales personalizados expresa la relación íntima entre el instrumento y el ejecutante, pero dicha relación tiene un carácter social que se concreta en los rituales y oblaciones a deidades y difuntos tanto en la vida útil del instrumento como cuando ya no es posible tocarlo. En estos casos el instrumento puede ser “enterrado” con honores. Lo mismo ocurre cuando el maestro ejecutante fallece. Todo el proceso de concepción, producción, ejecución y término de uso va acompañado de una valoración comunitaria que rebasa su costo mercantil (2010: 54, 55).

El culto a las imágenes religiosas es generador de prácticas creativas que reproducen las creencias sobrenaturales ya que dichas imágenes se consideran personas con gustos y disgustos que establecen relaciones con protocolos estrictos en la confección y arreglo de su ropa, altares, así como en los alimentos, flores, danzas y música ofrecidos. Los santos no solo son interlocutores sino figuras centrales en los relatos fundacionales de sus pueblos y su bienestar asegura el de la comunidad (Good: 2010: 55).

La confección y combinación de la ropa femenina, especialmente con el delantal, constituye un documento y testimonio de las relaciones, los desplazamientos de los miembros de una red social y su actividad comercial. Los delantales se elaboran con diseños intrincados de pliegues de tela y aplicaciones de encajes que requieren de habilidades y tiempo para su elaboración o la participación de costureras reconocidas por su capacidad técnica. Las telas, hilos o encajes son objeto de un seguimiento detallado de las mujeres porque se acostumbra que sean regalos de hombres a las madres, abuelas, nietas, hijas, hermanas, esposas, novias o amantes quienes mantienen en sus conversaciones los datos precisos de su adquisición, procedencia, aplicación y uso (ya en el delantal) en fiestas, compromisos o vida diaria (2010: 57).

El papel amate pintado que producen los nahuas de la cuenca del Alto Balsas de Guerrero es otro ejemplo de formas distintas de concepción y práctica del arte. A principios de los 60’ los nahuas transfirieron los motivos ornamentales del barro al papel de cartulina, primero, y después al papel amate dando lugar a un nuevo género artístico, mismo que se basó en la utilización de conocimientos colectivos. Apoyándose en una ruta comercial que ya habían desarrollado anteriormente para la sal de mar, introdujeron la nueva “mercancía” con un éxito inmediato en mercado turístico. Pero además, utilizaron los ingresos resultantes para la compra de tierras y animales, construcción de casas, inversión en la comunidad y fiestas más lujosas (2010: 58-59). Lo anterior constituye un ejemplo documentado de adaptación pero también de resistencia cultural ante los embates del capitalismo y la globalidad.

Grafica oaxaqueña en los muros de la verde Antequera

Finalmente, quiero referirme al arte de los pueblos originarios como reflejo de la estratificación social en contraposición al arte occidental como instrumento del racismo. En Imágenes de la blanquitud, Bolívar Echeverría da cuenta de cómo el ethos del capitalismo, enraizado en el protestantismo calvinista, impulsó en occidente una “blanquitud” identitaria, expresada en los usos y costumbres blancos, en el blanqueamiento simbólico, en la funcionalidad civilizatoria de los individuos que hace posible la reproducción de la riqueza como un proceso de acumulación del capital, etc., que en el fondo enmascaraba un racismo identitario.

Existió una congruencia de dicho absurdo con las artes plásticas generadas durante del Tercer Reich. El arte moderno de las vanguardias fue tachado de “arte degenerado”, comunista, judío. En su lugar, se pretendió retomar un arte clásico verdadero y bello, insostenible por su retórica. El hieratismo egipcio retrocede en el hieratismo alemán: quisieron congelar los ideales de belleza y heroísmo que permitían al alemán sobreponerse a sí mismo mediante el autosacrificio. Los rasgos arios son llevados a su máxima visibilidad como expresión de superioridad racial. El portador de espada de Breker, niega la sensualidad mediterránea y se instala en la ejemplaridad. Buscaban representar la consistencia moral interior nazi como producto de su sacrificio histórico forjado en el medioevo.

En contraposición, Eugenia Macías Guzmán (2010) nos muestra cómo las prácticas estéticas asociadas a los petlacallis, en Acatlán-Chilapa, Guerrero, son fuente de fenómenos de interculturalidad en los procesos identitarios locales y globales. Los petracallis son albergues para los santos durante semana santa que se encuentran colocados alrededor del atrio de la iglesia y en diferentes puntos del pueblo. A través de las prácticas estéticas para su elaboración, la sociedad acateca expresa el estatus, la situación económica y la experiencia de vida fuera de la comunidad en una franca competencia por medio de mayordomías que, en conjunto, refuerza su identidad pero no es instrumento de discriminación. Su confección incluye pétalos de diversas flores, en especial el cempasúchil de producción local, aserrín coloreado, garzas, tortuga, pescados, pájaros en jaulas, etc. Los encargados de cada petlacalli participan aportando dinero, trabajo en su elaboración, pagoen especie que establecen las diferencias sociales dentro de un mismo grupo y entre diferentes grupos constructores de los otros petlacallis.

En el complejo simbolismo de la combinación de los elementos y en la organización durante la procesión existe una continuidad del vínculo entre lo sagrado, la naturaleza y el mundo humano que incluye los procesos históricos. El término petlacalli se refiere a una petaca, caja o cofre de paja que quizá se usaron para el almacenamiento de provisiones y tributos (2010: 174). En este sentido probablemente exista una conexión con los regalos que Teuhtitle, gobernador de la provincia de Cuetlachtlan, hizo a Cortés y que dentro de la escenificación podría evocar la alianza entre las culturas (dimensión histórica).

Las mayordomías representan a los apóstoles (dimensión sagrada, religiosa occidental), pero también un barrio (dimensión social). La ornamentación de los petlacallis, llamada “Lomento” por los acatecos, expresa el vínculo indisociable entre el ser humano, los otros seres y lugares de la naturaleza y lo divino, que funciona como una forma de resistencia cultural (pág. 180). En cada albergue, Jesús y los santos descansan en un lugar “natural” sacralizado que conecta la cosmovisión indígena con la liturgia católica, en una dimensión que traspone y vincula la vida prehispánica, la colonial y la contemporánea, con prácticas que actualizan y dan continuidad a los ritos a través del uso de cámaras videograbadoras que registran las procesiones, los anuncios comerciales del “paisaje” (como los de “Coca-Cola”) que quedan integrados al petlacalli, así como los objetos que los grupos insertan para mostrar sus viajes fuera de la comunidad. Del mismo modo, los gastos que generan lo petlacallis se solventan mediante la combinación de las tareas agrícolas y empleos permanentes o temporales en sistema laboral occidental (vinculación global).

Estos ejemplos representativos muestran que las prácticas estéticas de los pueblos originarios y sus productos artísticos constituyen una forma de resistencia ante el proyecto civilizatorio de la modernidad pero también un ejemplo alternativo de adaptación cultural, de prácticas interculturales y de integración global. Son expresiones culturales que han resistido de manera efectiva la presión omnipresente y todopoderosa del capitalismo en todas sus formas y que rebasan a la razón instrumental como la única y verdadera forma de concebir el mundo.

REFERENCIAS

Amin, Samir. (2001). Imperialismo y globalización. Revista Globalización. Formato PDF del CEME (2005). http://www.archivochile.com/Imperialismo/doc_poli_imperial/USdocimperial0004.pdf. Recuperado el 09/05/2014.

Bartra, Armando. (2009). La gran crisis. En Diario: La Jornada. 11-14 de abril de 2009. México.

Echeverría, B. (2007). Imágenes de la blanquitud. En Diego Lizarazo et al.: Sociedades icónicas y cultura en la imagen. México. Siglo XXI.

Fromm, Erich. (1981) La condición humana actual. Paidós. España.

Good, G. E. (2010). Expresión estética y reproducción cultural entre indígenas mexicanos. Problemas teórico-metodológicos para el estudio del arte. En: Las artes del ritual. Nuevas propuestas para la antropología del arte desde el occidente de México. Elizabeth Araiza, editora. México. El colegio de Michoacán, p.p. 45-64.

Macías Guzmán, E. (2012). Acatlán-Chilapa. Vida ritual y efectos culturales de la globalización en una población nahua. En Brincando fronteras. Creaciones locales mexicanas y globalización. México. CONACULTA, p.p. 171-214.

Martínez, O. (2007). El sistema financiero mundial: arma de destrucción masiva. En: Saldo de la globalización en América Latina. Cenzontle. México, p.p. 53-58.

Matos Moctezuma, E. (2001). Mesoamérica. En: “Historia Antigua de México”. Vol. I. México. UNAH-Porrúa. (pp. 49-73).

Sarmiento Ramírez, Ismael. Cultura y cultura material: aproximaciones a los conceptos e inventario epistemológico. Anales del Museo de América 15 (págs. 217-236). Madrid (2007).

Seattle, Gran Jefe. (2005) Nosotros una parte de la tierra. Mensaje del gran jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos de América en el año 1855. España. Ma-hu-pá Publishers.

Shiner, Larry. La invención del arte. 2004. Paidós. España.

Susanne K. Langer. (s. f.) Los problemas del arte. Pp. 23-34 Villoro, Luis. (1992) El Pensamiento Moderno. Filosofía del Renacimiento. FCE. México.

 

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Arte

Levantón

«Ya va a amanecer, hijo. Hay que tratar de dormir algo, aunque sea nomás para soñar el último sueño.»

Nueva gráfica urbana en CDMX. Foto de Fernando García Álvarez.

Levantón

Víctor Salgado B.

Mira, hijo, los dos estamos metidos en este pedo, así que vas a hacer lo siguiente: te agarras los huevos y te callas. Tú fuiste el que quiso andar con sus mamadas, así que ahora aguántate.

¿Qué crees, que a mí no me dolieron los putazos? A huevo que me dieron una chinga bien sabrosa, ¿y me ves que estoy chillando? Ah, pues entonces deja de hacerle al pendejo. Ya no te muevas, cabrón, como quiera no vas a aflojar esos nudos, no es como las películas pendejas que ves en el cine. Rápido y furioso, esa mamada se la sacó del culo algún idiota con mucho tiempo libre… ¡A la verga! Sí que patea duro el pinche gorila ese; creo que me rompió una costilla o algo. ¡Puta! Me duele de a madres. Ya no te muevas, pendejo, nomás estás haciendo que se te hinchen más los putazos. A ver, acércate. ¡Acércate, mamón! Déjame ver… No, pues sí te descalabraron gacho, pinche vergazote que traes en la choya. Pero no te agüites, ya no sangra, aunque sí te va a quedar un chichón bien macizo. Estás bien morro. ¿Cuántos años tienes? ¡Diecisiete! Todavía tienes tiempo para que se te quite lo pendejo… Bueno, si salimos vivos de ésta. ¿Y por qué le entraste a la maña? Yo la neta no hallé otro jale, aquí me ofrecieron chamba de cuidador, y como estuve en el ejército, luego luego me la dieron de pistolero. Pero tú… ¡No mames! Teniendo a tus jefes, estando en la escuela, y sales con esta chingadera. Ya sé: querías sentirte bien vergas jugándole al narco. Pero pues aquí está tu pinche sueño hecho realidad…, pero ya ni llorar es bueno.

Nueva gráfica urbana en CDMX. Foto de Fernando García Álvarez.

¿Sabes qué pedo?, te pareces un chingo a mi hermano Joaquín; “el Juaque” le decíamos. Ese güey jugaba al futbol como los más chingones y las viejas lo seguían de a madres, a huevo que sí. Era mayor que yo, por eso lo respetaba y quería ser como él. Pero ya ves: yo me metí de guacho y él se clavó a la maña. Que dizque los mandaban al monte a entrenar, ¡qué pinche entrenamiento les iban a dar! A pura putiza los traían, a levantar la mota, a empaquetar, a cargar los camiones, a halconear… Y en la primera que les cayeron los guachos, a mi carnal se lo chingaron. Yo por eso deserté y me fui pa´l gabacho, hasta que me deportaron, y ya ves: aquí no hay dónde jalarle por la derecha. Vale verga, pinche país de mierda.

Yo nunca le he puesto al perico, ni a la mota, ni al cristal, ni a ninguna de esas porquerías, ¿tú sí? ¿Qué se siente? ¡No mames! Ya me imagino andar todo el pinche día bien lampareado como pinche conejo, ¡a la verga! Bueno, a la mota sí. Una vez. Iba en la secundaria. La morra que me gustaba me invitó a una fiesta, que con unos cuates bien chidos, que pura buena onda y que no hay pedo. Puro pinche morro fresa, y no faltó quién sacara un toque, un pinche güerito que se parecía a Daniel el Travieso, bien cagado el vato. Le di el jalón a esa madre, y cuando empecé a toser todos los demás se rieron de mí, hasta la morrita con la que iba, pues yo ni sabía fumar, güey. Al principio no sentí nada más que la garganta bien puteada, luego me empecé a sentir bien acá, como si todo fuera un sueño, luego me dio un chingo de sed, y después un chingo de hambre. Ja ja ja, cuando llegué al cantón mi jefa hasta se espantó, pues cómo no, si me tragué un platote de frijoles con crema y como veinte tortillas. Pero después de ahí ya nunca he vuelto a meterme nada. En el ejército te la cobran bien gacha si te agarran haciéndole a esas mamadas; por lo menos de una putiza no te salvas.

Al chile la cagaste, cabrón. ¿Apoco no sabías que la morrita traía jale con el mero chingón? ¿Qué pensaste, que nadie se iba a enterar? Pues si todo el mundo los vio cuando andaban de aquí para allá, de arriba para abajo, de motel en motel. Aunque eso sí, la chavita tiene lo suyo, está guapita; pero de ahí a que valga la pena que te cuelguen de los huevos por ese gusto, pues no, mijo. Y luego, ¿cómo se te fue a ocurrir que hablando con los tiras ibas a arreglar todo el cagadero? No, pues si te digo que pa’ pendejo no hace falta diploma. ¿Pero sabes qué pedo? A esa morra ya se la chingaron, y de seguro le fue peor que a nosotros. Yo sé cómo son de culeros estos güeyes con las rucas que les juegan chueco; a nosotros nos van a dar un pinche balazo en la sien y a la verga, pero a ellas las madrean, las violan, las rapan y las sacan encueradas a la calle para matarlas de un tiro… o a piedrazos. Dicen que una vez a una la quemaron viva en un hotel. ¿Que qué hizo? Andaba con el jefe de plaza y salió embarazada, pero no sabía que ese cabrón ya se había hecho la vasectomía. Te digo que son una mierda, y nosotros también por estar aquí con ellos. ¿Esta es la vida de narco que querías vivir? ¿Pa’ qué chingados te saliste de tu casa, cabrón? La querías, ¿verdad? Pues sí, pero ya no llores, mijo, ya no tiene caso…

Ira. Ven, acércate, güey. Aquí traigo al patrón. ¿Sí lo alcanzas a ver? Mi San Juditas Tadeo. Me lo tatuó un compita que ya está en cielo, se lo chingaron en su local hace como un año. Qué mal pedo, ese carnal no se metía con nadie, era bien tranquilo, él nada más a su chamba y ya. Yo me digo: y todos los que andan de culeros, ¿por qué a esos nadie les hace nada? El patrón siempre me ha cuidado, y si él quiso que estuviera en este momento en esta situación, cámara, no me agüito, porque por algo me escogió. Aunque digas que es mamada, cada uno de nosotros tiene su misión y su tiempo; y el nuestro, pues al chile, hasta aquí llegó.

Nueva gráfica urbana en CDMX. Foto de Fernando García Álvarez.

¿Quién me iba a decir que por tirarte el paro también yo iba a terminar en las mismas? Pero ya ni pedo, me conformo, ya sé que cuando todo esto pase voy a volver a ver a mi carnal el Juaque, que de seguro ya me está esperando allá. Nomás le pido al patrón que no me deje, que me lleve de su mano. Chale, güey, no me veas así. Sí, estoy chillando, ¿y qué? Tú también estabas chillando hace rato, ¿no, puto? Ah, pues ahí está. Y además, si lloro es porque me acordé de la jefa. Hace años que no la miro, ella no ha de saber ni siquiera si estoy vivo o muerto, y yo que pensaba ir a verla nomás que tuviera un chance, pero ya no se va a poder.

¿Y tú, no piensas en tus jefes? Han de estar bien agüitados. ¿Cómo que ni les importas? A veces uno se porta bien ojete con los padres, pero de seguro los tuyos te han de estar buscando; imagínate cómo se van a sentir cuando te tengan que ir a reconocer. Ahí está, ¿no que no? Pero ni cómo salir de ésta, mejor encomiéndate al patrón. ¿Que no crees en Dios? Pues por eso te va como te va, pendejo.

Ya va a amanecer, hijo. Hay que tratar de dormir algo, aunque sea nomás para soñar el último sueño.

¡Chst! Cállate, güey, no hagas ruido… Se oye que vienen unos cabrones; pa’ mí que andan pedos… Sí, se la han de haber pasado pisteando y polveando toda la noche… ¿Ya viste? Ya amaneció… Han de estar todos paniqueados por el perico. Hazte el dormido, y ahorita que vengan, como que no quieres, o no te puedes despertar. ¿Cómo que pa’ qué? Pues para ganar algo de tiempo… ¡Silencio! ¡Silencio! Ya están aquí…

¿Qué pedo? ¡No mamen! ¿A dónde se lo llevan? ¡Hijos de su puta madre! ¡Déjenlo, no sean culeros! ¡Hijos de la chingada, ya no le peguen! ¡Ya no le peguen! ¡Aguanta, hijo, aguanta! ¡Suéltenme, pinches perros! ¡No me dejen aquí, hijos de su puta madre! ¡Llévenme a mí también! ¡Llévenme también, putos! ¡Llévenme! ¡Llévenme también, culeros…!

¡Adiós, hijo! Adiós…

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Arte

Germán Romero Pacheco y la alquimia de las sombras

«…es un discreto paseo por el continente umbrío de una ciudad de ensueño..»

Germán Romero Pacheco y la alquimia de las sombras

Fernando García Álvarez

Las fotografías de Germán Romero Pacheco me evocan la ventisca de una tormenta oscura donde las siluetas vibran delicadamente en las tinieblas para no despertar la luz, es un discreto paseo por el continente umbrío de una ciudad de ensueño, desconocida, entrañable y anónima, terra ignota de seres indefinibles donde la vida crece a pleno sol, humeante y se recrea misteriosa en los tonos grises del blanco y negro como una sinfonía barroca de foco suave y detalles suspendidos como preguntas en fractales indiferentes, fotos hechas a veces, con tiempos de exposición lentos en un rondó delicioso que suma la suave transición de los barridos y la gama tonal en una marea de expresionismo abstracto, monocroma con destellos de frottage en el que las altas luces son breves y escasas, explosiones como gaviotas jugueteando en el espacio denso de los sólidos tonos de la penumbra como un ocaso perpetuo. Entre la sucia impureza de sus zonas blancas los protagonistas de las imágenes, inquietos consigo mismos surcan la natural armonía temática hermanada con un estilo definido a partir de una retórica visual directa, sin concesiones a las modas, pero serenamente inmersa en cierto automatismo psíquico, una invitación al deseo onírico. La fotografía otra vez convertida en un rito antiguo que atesora turbios destellos de miradas, amasijo de ojos, manos y rostros, la cámara como un alambique para extraer algunas gotas, la esencia de lo real, el lente de Germán Romero destilando perfume para los ojos, acua vitae y sus vapores para el recuerdo de mundos incomprendidos, la creación paciente y consciente como un juguete de negrura para la memoria, la resignificación del tiempo y su geografía como ejercicio estético.

En exclusiva para terciopelonegro.mx publicamos un ensayo fotográfico de Germán Romero Pacheco en el que la danza en sus diversas facetas enriquece de manera cotidiana la vida de los habitantes de esta muy noble y leal Ciudad de México.

Germán Romero Pacheco es compositor, pedagogo y fotógrafo, egresado de la U.N.A.M. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en los períodos 2013-15 y 2017-20. En 2023 el Gobierno del Estado de Yucatán lo distinguió con la Medalla Bellas Artes.

Desde 2005 se ha interesado en la fotografía como parte de un proceso de exploración de otros lenguajes creativos. En 2020 publicó Territorio de ausencias, su primer libro sobre esta disciplina, y realizó su primera exposición individual, En su mirada. El trabajo fotográfico de Romero se caracteriza por la búsqueda de detalles que comuniquen un aspecto íntimo del sujeto fotografiado.

Actualmente es Coordinador del Área de Teoría, Análisis e Historia de la Licenciatura en Música e Innovación de la Universidad Panamericana.

 

Germán Romero Pacheco y la alquimia de las sombras

 

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Arte

La isla de los poetas locos

La poesía es la columna vertebral del encuentro…

Sesión fotográfica en el Encuentro Internacional de las Artes en la Bahía de Navachiste, Sinaloa México en 1995. Foto de Fernando García Álvarez

La isla de los poetas locos

Fernando García Álvarez

Entrevista con el poeta y promotor cultural Antonio Coronado Guerrero creador del Encuentro Internacional de las Artes en la bahía de Navachiste Sinaloa, México.

“Maestro ¿Será este el silencio el que anuncia la muerte?”

El poeta Ramsés Salanueva disertando con su mentor Guillermo H. Vera en Navachiste

El día 2 de abril del presente año 2023 dará inicio el XXVIII Festival Internacional de las Artes que comprende también el XXVIII Encuentro Interamericano de Poetas y XVIII Reunión Internacional de Escultores en Acción en la bahía de Navachiste municipio de Guasave en las costas sinaloenses. Este encuentro de creadores de arte en sus múltiples disciplinas se lleva a cabo en la paradisiaca y ahora conocida “Isla de los poetas locos”. Se trata de un campamento cultural al aire libre ubicado entre el mar, la playa y el desierto en el que se programan infinidad de actividades entre las que destacan las presentaciones editoriales, musicales, dancísticas, así como talleres, foros, exposiciones, conferencias y mesas redondas en las que la literatura y las artes son el motivo fundamental de la convivencia. Para saber más de esta increíble experiencia entrevistamos al creador de este singular y fantástico proyecto cultural, el escritor y promotor cultural mazatleco Antonio Coronado Guerrero.

El poeta y promotor cultural Antonio Coronado Guerrero creador del Encuentro Internacional de las Artes en la Bahía de Navachiste, Sinaloa, México.

Haz de saber querido lector que soy veterano, conocedor de esas ínsulas de ensueño en el mar de Cortés a las que te invito a visitar al menos una vez en tu vida, para esto es bueno saber un poco más de este milagro hecho realidad por lo que pregunto a su creador

¿Quién es Antonio Coronado Guerrero?

Antonio coronado -nos dice- es una especie de locochón porque para hacer un festival en un sitio incomunicado al que no llegan los autos, al que en pura lancha se llega hasta allá para ir a acampar, porque es un camping cultural, es un reto muy grande realizarlo y como me gustan los retos pues decidimos realizar esa aventura cultural que todavía está en marcha pues vamos por al festival número 28. Yo soy parte de este tipo de personas que imaginaron que era posible hacer un festival ahí donde todo el mundo me decía que no era posible y aquí seguimos ojalá nos alcancen las fuerzas para ver llegar al 30.

¿Como surge este festival?

Surge como una idea espontanea, no planeada. Una de las muchas veces que andábamos por la bahía, que nos íbamos de campamento un día platicando con un amigo de nombre Benito Ramírez Meza le comenté la idea de hacer un festival ahí en esa bahía porque me parecía muy bonito y el lugar prácticamente era desconocida hasta por la gente del municipio de Guasave al cual pertenece y por cierto muy mal aprovechada turísticamente. Entonces yo me dije esto merece la pena compartirlo con otra gente, esa belleza que son 23 islas e islotes. Así que le planteé a Benito un festival de poesía, porque lo concebimos primero como un festival de poetas y él me dijo: “yo creo que sería extraordinario”, pues vamos probando -le dije a ver si tenemos capacidad de convocatoria, a ver si podemos reunir, aunque sean 10 o 15 gentes para hacer un experimento primero. Eso fue en 1991 que estudiaba yo en la escuela de escritores de la SOGEM y mi amigo me siguió el rollo, él estudiaba el doctorado en Historia en el Colegio de México y empezamos a hacer propaganda enseñando las fotos de donde sería el festival y a invitar camaradas y gente que no conocíamos y así surge la idea del festival en la bahía de Navachiste con la intención de dar a conocer ese paisaje tan maravilloso que había ahí y lo otro; para ver si era posible que la gente llegara hasta ahí, entonces nos pusimos a pensar cuándo, en qué momento había que hacerlo. Después de descartar navidad y otras épocas del año pensamos en semana santa, pensamos también en el campamento y el sitio donde lo hacemos porque ahí hay agua dulce en el subsuelo, dijimos -a lo mejor podemos sacarla- porque tenemos escasez todos los años entonces pensamos también que fuera en semana santa porque la gente de todos los pueblos, ejidos, comunidades se van a acampar en Navachiste y ya con ese público cautivo es posible que vayan al festival y así fue. Como lo convocamos en semana santa la gente que va a acampar empezó a ir a ver que estábamos haciendo nosotros y lo otro es que también elegimos esa fecha porque hay unas lunas llenas muy hermosas, esa fue de manera muy sucinta la idea de porqué lo hicimos en ese momento.

¿Menciona algunos poetas que han participado en el festival?

Dolores Castro, Raúl Renán, Francisco Cervantes, Juan Bañuelos, Efraín Bartolomé, Julio Travieso, Vidal Flores, Karlos Atl, Daniel Olivares Viniegra, solo por citar algunos.

¿Cuál ha sido el impacto del festival?

Uno de los principales aportes o características del festival es multidisciplinario, para empezar, y es muy abierto, no prejuzgamos, tienen cabida todas las expresiones, también el acercar el arte a los niños  de las comunidades apartadas y de los campos pesqueros que aunque en la cabecera del municipio están presentes los eventos culturales más excelsos no van a ir porque tienen otras prioridades;  primero comer y cuesta ir a la ciudad entonces uno de los grandes aportes es ese despertar en los niños la curiosidad por el arte y eso es muy satisfactorio porque lo vemos como un laboratorio de iniciación y apreciación a las artes para mucha gente, públicos que se van formando poco a poco a través del festival.

¿A nivel político y de las instituciones culturales del gobierno que ha significado?

Las instituciones han tardado en reconocer de verdad nuestro esfuerzo, porque el reconocimiento de verdad sería que nos dieran un apoyo más sostenido y suficiente para hacer el festival. El municipio de Guasave siempre nos ha apoyado, la Universidad Autónoma de Sinaloa nos apoyó en su momento, el Instituto de Cultura del Estado de Sinaloa nos sigue apoyando, pero no con lo necesario, este festival ha dependido digamos en un 30 o 40 % de la solidaridad de los campesinos, de pescadores y particulares. Por ejemplo, los agricultores de Guasave siempre nos han apoyado con papas, calabacitas, ejotes, frijol, con todo lo que producen ellos, y los pescadores igual; llegan al festival en sus pangas y dicen: “Traigan una cubeta para que le den de comer a los poetas locos”, y nos dan por ejemplo unas 2 cubetas de pescado y el que venden nos lo dan muy barato cooperando para el festival y a muchos de esos pescadores después que terminan su jornada los ves en las noches en la fogata oyendo poesía, cuentos, música, les gusta mucho o las actividades formales se meten a veces a participar muy interesados en algo así como una conferencia sobre Bukowski o Mallarmé. En cuanto a la música y lo otro; también escuchan cosas diferentes y ven cosas muy distintas a lo que ocurre en su vida cotidiana y eso de alguna manera los transforma.

Interrumpo la entrevista para recordarle al Poeta Antonio Coronado del asombro que me provocó la participación de la comunidad indígena Yoreme con la celebración en la que realizaron la danza del venado acompañada de música tradicional producida con bules con agua, percusiones, capullos de mariposa y raspadores, esto en alguna ocasión que asistí al Festival de Navachiste en la década de los 90.

Ellos siempre están invitados- continúa- siempre van, hacen sus danzas de venado, pascola y matachín, pues en ese momento que es la semana santa coincide con sus rituales que tiene que ver con su tradición, su pasado y presente cultural profundo, el culto a sus dioses. Incluso en ocasiones se han dado talleres de cómo se realiza la Danza del Venado.

¿Qué le dirías a la gente que tiene la percepción del Estado de Sinaloa como una tierra violenta?

Que Sinaloa no es solo eso, es muchísimo más y no es privativo tampoco de Sinaloa sino que es prácticamente de todo el país pero en unos lugares se manifiesta más que en otros aunque nosotros tenemos el estigma de que aquí han nacido los principales capos del país, pero Sinaloa tiene pesca, agricultura, industria, tiene gente muy solidaria,  gente que se entrega cuando ve que alguien necesita ayuda, un ejemplo es el festival ya que en todos estos años hemos dependido de la solidaridad de sus habitantes. En los primeros años que casi no conseguíamos ningún apoyo iban de manera voluntaria a construir el campamento y las palapas a recoger leña y estaban pendientes todo el día de lo que faltaba. Y precisamente estas actividades son para contribuir al desarrollo cultural de Sinaloa, para elevar el nivel cultural y combatir de alguna manera en la medida de lo posible desde la cultura y las artes lo negativo, incluyéndolos en una visión diferente del mundo, mostrándoles otras posibilidades de ser y estar en el mundo, no solo siendo sicario o narco se puede vivir o subir en la escala social. Nuestra labor es contribuir al desarrollo social comunitario y decirle a la gente que es importante estudiar, cultivarse, desplegar la inteligencia creativa. Es posible un mundo mejor a través del arte y cultura. La poesía es la columna vertebral del encuentro pues originalmente fue concebido como un festival de poesía pero en lo inmediato se sumaron creadores de múltiples diciplinas, tomando el festival por asalto, este camping cultural de una semana y a la vez que disfrutan la magia del paisaje con una luna llena surgiendo en el horizonte, por ejemplo hacen escultura y contribuyen al desarrollo cultural de nuestras comunidades aquí en Sinaloa, son unas vacaciones culturales de una semana para los participantes.

Exposición fotográfica de las actividades realizadas en el Encuentro Internacional de Artes en la Bahía de Navachiste, Sinaloa, México en 1995. Foto de Fernando García Álvarez.

¿Cuál es el futuro del Festival?

Adicionalmente nosotros quisiéramos convertir el festival en patrimonio cultural de los sinaloenses. Que no pare cuando yo ya no esté, que el festival siga, que no muera conmigo y para eso estamos buscando la manera de lograrlo; una de ellas es tratar que los dueños del ejido nos vendan 2 o 3 hectáreas de monte detrás de la zona del estival para convertirlo en un espacio cultural en donde el Festival de las Artes Navachiste sea como la estrella para convertirla en una especie de legado permanente, con un espacio escultórico marino porque se han hecho ya casi 40 esculturas muy bellas. Pero la idea no solo es hacerlas en ese espacio sino en diversas partes de las islas de la bahía para convertirla en un gran espacio cultural que será un gran atractivo para el turismo, siendo muy benéfico para la economía de los lugareños.

¿Esto lo has planteado a las autoridades?

Sí, y me han visto como loco, como dios mira a los conejos, “¿y a este wey qué le pasa?, ¡cómo que un espacio escultórico marino!” Como que no les cabe en la cabeza poner “monos” aquí y allá (por acá se les llama monos a las esculturas) no les cabe en la cabeza a algunos, muchos pensamos que es una buena idea y tener un espacio dedicado a la cultura acá en Sinaloa es muy importante.   

A manera de colofón Toño Coronado nos da la exclusiva acerca de los planes a futuro: Yo he pensado en una casa o cabaña como en Bacalar, en donde los creadores vengan y hagan estancias de producción creativa, una casa del artista adonde por cierto periodo de tiempo, 15 días, un mes, se les pudiera atender y los artistas se comprometan a terminar una novela, hacer un mural, por ejemplo. Ojalá ahora que tenemos como gobernador del estado de Sinaloa al Dr. Rubén Rocha Mora nos dé el apoyo necesario para esta noble tarea, le voy a plantear el proyecto a ver qué piensa de esto. Es importante destacar que más dinero se requiere voluntad política porque a veces algunos burócratas de la cultura no ven o escuchan con atención lo que se les propone desde la comunidad, solo siguen el rollo creen que estamos locos y es que la gente normal solo hace cosas normales.

Así es como, querido amigo lector te invito a participar del increíble XXVIII Festival Internacional de las Artes en la bahía de Navachiste al que es muy fácil llegar, incluso para los habitantes del centro y sur del país sale un autobús de la Ciudad de México que te lleva directo y traerá de vuelta al termino del festival, para mayores informes comunícate con Anastasia Huautla a los teléfonos 5526355083, 5554791504 y 5527380220 correo electrónico festivalnavachistedf@gmail.com

También puedes comunicarte con los organizadores a los teléfonos 6871065568, 6671630452 y 6672538167 correo electrónico antoniocoronadoguerrero@gmail.com y taniacc21@hotmail.com

Por allá nos vemos, sí me encuentras te invitaré a mi fogata para escuchar el canto de las sirenas mientras aparece la luna llena en el horizonte y la resplandeciente espuma del mar florece silenciosa. Para mayor información puedes consultar la página Fundación cultural Navachiste en Facebook.

 

 

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