Educación
Ideas obsesivas y rituales compulsivos
«…algo que puede observarse en las obsesiones es que lo reprimido retorna con una virulencia proporcional a la fuerza de la represión.»
Ideas obsesivas y rituales compulsivos
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
“Sigmund Freud consideraba las ideas obsesivas como expresión de deseos reprimidos”
Con frecuencia en la vida diaria se escuchan expresiones como: “tengo una idea que no se me quita de la cabeza”, “fulana está obsesionada por la limpieza” o “zutano está obsesionado por el sexo”.
Concepto
El diccionario[1] define obsesión como “idea fija que se apodera del espíritu independientemente de la voluntad, y a la cual se vuelve sin cesar”. Y si recurrimos a su etimología latina significa asedio.
Las obsesiones, también llamadas manías, son síntomas frecuentes que pueden ser considerados como normales y que son comunes a muchas personas.
En ocasiones los niños muestran ciertos síntomas obsesivos como no querer pisar una línea. Probablemente se trate de algo transitorio que es parte de un momento del desarrollo.
Las obsesiones pueden presentarse en cualquiera de las estructuras clínicas: neurótica (en sus formas obsesiva o histérica), psicótica o perversa.
Sin embargo, la neurosis obsesiva se caracteriza por el predominio de estos síntomas. En el momento en que las obsesiones impiden llevar a cabo con normalidad las actividades cotidianas y provocan sufrimiento es, entonces, cuando debe acudirse con el especialista. Por ejemplo, lavarse las manos es higiénico y positivo; sin embargo, hacerlo con exageración (no aplica en pandemia) habla de una obsesión, quizá motivada por culpas inconscientes. La pregunta sería: ¿de qué se limpia tanto?
La pregunta inconsciente del obsesivo
Jacques Lacan, psicoanalista francés, sostiene que los dos tipos de neurosis, la histeria y la obsesiva, consisten en una pregunta.
En la persona histérica la pregunta inconsciente es ¿qué significa ser mujer?
La pregunta que constituye la neurosis obsesiva tiene que ver con la existencia propia y puede formularse como ¿estoy vivo o muerto? o ¿por qué existo?
La persona obsesiva intenta dar respuesta a esa pregunta inconsciente a lo largo de su vida; de este modo se inclinará por actividades que tengan que ver con la existencia y con la muerte; por carreras universitarias como medicina, filosofía o psicología en donde tratará de dar respuesta al sentido de la vida.
Asimismo el obsesivo intentará trabajar incansablemente para justificar su existencia y huir de la culpa que siente inconscientemente por haberse sentido muy cerca de su madre y haber hecho a un lado al padre. Hace unos años fue publicado el libro El hombre que confundió el trabajo con la vida que ilustra lo anterior con claridad.
Expresión de deseos reprimidos
Sigmund Freud consideraba las ideas obsesivas como expresión de deseos reprimidos y creía que la neurosis obsesiva era más fácil de detectar que la histeria porque los síntomas obsesivos son puramente mentales, a diferencia de los síntomas histéricos en que hay una conversión a lo corporal como, por ejemplo, en una parálisis o ceguera histéricas.
Para Lacan, la neurosis obsesiva es una estructura clínica y no un conjunto de síntomas. Así las ideas recurrentes u obsesiones, las compulsiones (que son ideas que nos hacen llevar a cabo acciones que a veces nos parecen absurdas), los rituales (como verificar una y otra vez que se han cerrado puertas, etc.), dudas, pensamientos hostiles, etc. forman la sintomatología, pero no determinan la estructura.
Rituales compulsivos
También el sujeto obsesivo es afecto a los rituales compulsivos porque piensa que le permitirán huir de lo que psicoanalíticamente se llama la falta en el Otro, que en la fantasía inconsciente (fantasma) suele representarse como un desastre inmenso[2]. Por ejemplo, Sigmund Freud en su tratado A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909) sobre el llamado Hombre de las ratas analiza los rituales que desarrolló su paciente con objeto de evitar el miedo a que se causara un castigo terrible a su padre o a su amada.
El obsesivo piensa “si hago esto, se evitará aquello”. De aquí se deriva la creencia popular de que si se sueña algo pero se cuenta lo ocurrido en el sueño no sucederá. Sin embargo, recordemos que el sueño es un cumplimiento de un deseo reprimido que se presenta disfrazado y, por tanto, se interpreta.
Obsesiones sacrílegas[3]
Las obsesiones destacan en muchas ocasiones por su carácter sacrílego.
Muchos obsesivos, ante las expresiones religiosas en actos de oración o de civismo en homenajes, sienten que se les desencadenan pensamientos injuriosos u obscenos. De hecho este fenómeno es oído frecuentemente en las sesiones psicoanalíticas y en las confesiones o pláticas por los sacerdotes o pastores.
El obsesivo percibe sus ocurrencias sacrílegas y obscenas como expresión de su voluntad; y entonces se establece una lucha interior de ideas contrarias que ocupan gran actividad mental.
Del mismo modo, por ejemplo, un automovilista obsesivo se preguntará si no habrá atropellado a alguien, por lo que regresará para cerciorarse de ello; sin embargo, no podrá convencerse porque pensará que pudieron haber recogido al atropellado antes.
Es decir, el obsesivo está obsesionado, valga la redundancia, no sólo por el miedo de no cometer algún acto grave, producto de sus ideas, sino también por haberlo cometido sin darse cuenta.
Retorno de lo reprimido[4]
Charles Melman[5] describe al sujeto obsesivo de esta manera: “un solterón que se ha quedado junto a su madre, un funcionario o un contador lleno de hábitos y pequeñas manías, escrupuloso y preocupado por una justicia igualitaria, que privilegia las satisfacciones intelectuales y vela con su civismo o su religiosidad una agresividad mortífera”. Sin embargo, hay que analizar caso por caso
Por ello debe decirse que algo que puede observarse en las obsesiones es que lo reprimido retorna con una virulencia proporcional a la fuerza de la represión.
La severidad del superyó (conciencia moral) corresponde a la intensidad de la agresividad reprimida en el niño hacia los padres.
[1] Ramón García Pelayo y Gross, Pequeño Larousse Ilustrado, México, Ed. Larousse, 1990, p. 732.
[2] Dylan Evans, Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano, Buenos Aires, Paidós, 1997, p. 138.
[3] Roland Chemama et al., Diccionario del psicoanálisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1998, p. 287.
[4] Roland Chemama et al., op.cit., pp. 287-289.
[5] Cfr. Roland Chemama et al., op.cit., p. 287.
Te podría gustar
Educación
La interpretación de los sueños según Freud y Lacan Algunos sueños de René Descartes
«¿En los sueños puede predecirse el futuro?»
La interpretación de los sueños según Freud y Lacan
Algunos sueños de René Descartes
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
En un artículo anterior (Parte 1) mencioné la importancia de la interpretación de los sueños en psicoanálisis de acuerdo con la teoría de Sigmund Freud.
En los sueños son evidentes y claras la existencia y la manifestación del inconsciente de cada persona ya que no se está consciente al estar dormido y en cada uno de ellos el soñante está presente actuando o viendo.
Del mismo modo, señalé que existe el contenido manifiesto, que es lo que la persona recuerda, y el contenido latente que llegamos a conocer con la ayuda del psicoanalista.
Una vez que el analista ha realizado la interpretación con auxilio de las asociaciones del soñante se encuentra un cumplimiento de un deseo inconsciente.
Debo añadir que Freud encontró que puede haber varias interpretaciones, pero que la más profunda tiene que ver con la infancia del que sueña.
Finalmente habrá que recordar que no se trata de hacer un diccionario de símbolos universales sino interpretar individualmente con lo que la persona asocia.
Acerca de unos sueños de Descartes
El propio Freud[1], cuando le proponen que interprete unos sueños propios del gran filósofo René Descartes, escribe que “trabajar con sueños sin poder obtener del propio soñante indicaciones acerca de los vínculos que puedan unirlos entre sí o referirlos al mundo exterior sólo da, por regla general, un magro [pobre] resultado”.
Asimismo, señala que las partes sobre las que Descartes no supo decir nada son las inconscientes y que él “explica eso inconsciente apoyándose en las ideas que el soñante ha aportado”.
También disiente sobre la interpretación que el propio Descartes hace en su escrito sobre un “melón de un país extranjero” como “los encantos de la soledad” diciendo: “Ello no es ciertamente exacto, pero podría ser una asociación de ideas que pusiera sobre la pista de una explicación exacta”.
Por ello, “para el psicoanálisis -Cristina Fontana precisa- no vale dar una significación general e impersonal a un sueño, o hacer un suerte de traducción automática: a tal imagen corresponde tal significado. Un mismo sueño puede tener distintos sentidos según quién los sueñe y el contexto en que se encuentre”[2].
¿En los sueños puede predecirse el futuro?
Existen sueños repetitivos a los que se les atribuyen poderes mágicos o sobrenaturales.
Son los llamados sueños premonitorios. Encierran un deseo inconsciente, como en todos los sueños, que motiva a una conducta. “Cuando alcanza el objetivo, lo interpreta pensando que el sueño ´sabía´ y, en cierto sentido, sí sabía, pues el deseo inconsciente ´sabe´ antes de la persona, pero no es nada mágico sino que forma parte de lo sorprendente del inconsciente”[3].
Recuerdo el caso de una persona que soñó con gran claridad un número de la lotería y estaba convencido que la ganaría. Compró el boleto y no obtuvo el premio anhelado. Habría que interpretar el significado inconsciente de esos números y cuál era el deseo inconsciente.
Forma más común de interpretar
Hay que tratar el sueño como un enigma que hay que descifrar. Como una frase incompleta.
Generalmente el psicoanalista le comunica al paciente el significado de su sueño, esperando que el analizante esté cerca de llegar a la misma interpretación. El psicoanalista proporciona un significado específico con base en las asociaciones del analizante.
Se cerró el inconsciente
Hace ya algunos años, los psicoanalistas se dieron cuenta de que las interpretaciones sobre los sueños cada día eran menos efectivas.
Jacques Lacan, psicoanalista francés, consideró que esa falta de eficacia se debía a un cierre del inconsciente provocado por los propios analistas, responsabilizándolos de la tendencia a interpretar basados en simbolismos, a pesar de las advertencias del propio Freud.
La interpretación de los sueños según Lacan[4]
Esto llevaba a que los analizantes adquirieran la capacidad de predecir lo que se les iba a decir.
Por ello, Lacan propuso otro modo de interpretar. En lugar de buscar significados ocultos, propone desbaratar el sentido; en vez de ofrecer al analizante un nuevo mensaje, la interpretación tiene que servir sólo para permitir que él oiga el mensaje que se está dirigiendo inconscientemente a sí mismo.
Para el analista francés no importan las imágenes soñadas sino la manera como se narran; es decir, está atento al lenguaje y sus asociaciones.
El psicoanalista debe tomar la palabra del analizante de una manera absolutamente literal, ya que su tarea no es captar un “mensaje oculto”, sino leer el discurso del analizante como si fuera un texto.
Es decir, el analista debe prestar atención a lo que oye para ligarlo con una cadena de asociaciones. Por ejemplo: si una persona soñó algo relativo a una copa, en lugar de interpretar como genital femenino, quizá puede apuntarse que “está copado” (rodeado o asediado por todas partes), y a partir de esto iniciar la asociación de ideas.
En pocas palabras, podría decirse que lo importante en la práctica lacaniana no es tanto la imagen de lo que se soñó sino la manera como lo expresa en palabras y, a partir de ahí, mediante asociaciones libres aparecerá el inconsciente.
Valor de la interpretación
“El valor de una interpretación no reside en su correspondencia con la realidad sino en su poder para producir ciertos efectos”, ha escrito bien Dylan Evans[5].
Por tanto, el psicoanalista debe despertar la curiosidad y provocar la asociación de ideas. Ello se logra tomando la palabra del analizante de manera literal, como dijimos, y realizando interpretaciones ambiguas, ya que entonces intentará aclararlas tanto a nivel consciente como inconsciente; es decir, se pone a trabajar al inconsciente.
En el sueño habrá un cumplimiento de deseo ya que el deseo inconsciente va a insistir constantemente a través de síntomas, actos fallidos y sueños.
Y es que el objetivo de la cura en psicoanálisis consiste en que el analizante reconozca la verdad de su deseo inconsciente.
[1] Sigmund Freud (1899), “La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 21, pp. 201 y 202.
[2] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.
[3] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.
[4] Cfr. Dylan Evans, Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano, Buenos Aires, Paidós, 1997, pp. 114 y 115.
[5] Dylan Evans, op. cit., p. 115.
Educación
Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”
Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Como estamos en la época de fin de año, muchas personas hacen una evaluación acerca de cómo les fue en el año transcurrido.
Quizá ayuden algunas reflexiones que hice al respecto en el programa “Exclusivo para hombres, que a las mujeres les interesa” en donde he colaborado durante diez años y que se encuentra interrumpido actualmente.
Primeramente, es conveniente señalar -como resumen- que el pasado, lo que hicimos, son las consecuencias del ayer; el presente, lo que hacemos, es la importancia del hoy; y el futuro, lo que haremos, es la trascendencia del mañana.
Pasado
Existen dos clases de pasados: el inconsciente y el consciente.
Pasado inconsciente
El pasado inconsciente nos condiciona por lo vivido de los cero a los cinco años aproximadamente y que quedó reprimido. Es lo vivido, pensado y sentido en la infancia.
Ese pasado inconsciente:
- Determina la estructura clínica de cada sujeto: es la manera de ser.
- No puede recordarse.
- Se manifiesta en síntomas, sueños o actos fallidos.
- Síntomas: se repiten patrones de conducta sin saber la causa (por ejemplo, elección amorosa constante de un determinado tipo de personas); “ataduras edípicas” (por amor excesivo a la madre) por lo que no logran salir del hogar materno, muestran consistentemente insatisfacción con la mujer amada o no se casan; culpas inconscientes (muchas veces manifestadas en compulsiones de limpieza exagerada), fracasos recurrentes, accidentes repetitivos, traumas (por ejemplo, por acosos o abusos sufridos en la infancia).
- Sueños: muchos de ellos remiten en su interpretación a la infancia: la mayoría de gigantes, monstruos o brujas representan el miedo al padre o a la madre a los que se percibió de ese modo en los primeros años.
- Actos fallidos: como lapsus, olvidos, errores, etc.
Por ello, en psicoanálisis se trabaja para que infancia no sea destino inevitable.
Debemos recordar que el psicoanalista Jacques Lacan acertadamente señaló que “de lo que se trata es menos de recordar que de reescribir la historia”.
Pasado consciente
El pasado consciente consiste en aquello que recordamos de situaciones o eventos agradables o desagradables (y hasta traumáticos) vividos, pensados o sentidos en la infancia, niñez, adolescencia, juventud o adultez.
Algunos ejemplos conscientes desagradables: fracasos escolares, carencias económicas, terminaciones amorosas, celos patológicos, errores, resentimientos.
El pasado consciente puede soltarse.
Reflexiones para soltarlo:
- Vivir anclado en el pasado significa estar viviendo poco.
- Vivir de los recuerdos es limitarse.
Medidas prácticas para soltar el pasado
- Desechar culpas inútiles. No atormentarse por lo que ocurrió.
- Procurar ser indiferente con los que te hicieron daño o lo que te hizo mal. Freud escribió que lo verdaderamente contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, es decir, que la persona o asunto que te hicieron daño dejen de importarte. No puede olvidarse, pero sí que ya no incomode. En otras palabras, puede resignificarse: darle otra significación.
- No perder tiempo en problemas pasados.
- Centrarnos en el presente y disfrutarlo.
- Actividad en lugar de pasividad.
- Encontrar un sentido o proyecto de vida.
Como dice Lacan, inspirado en el filósofo Baruch Spinoza: “el deseo es perseverar en nuestro ser”; y, yo diría, en el ser: lo que significa que suceda lo que suceda, hay que seguir adelante. Es nuestra fuerza de existir, el ímpetu hacia algo.
Presente
Un buen presente crea un buen futuro.
Es la única realidad que tenemos a nuestro alcance ahora.
Hay que vivirlo:
- Con plenitud (completo): disfrutar y aprovechar el aquí y el ahora. Ayuda pensar el dicho latino Age quod agis: Haz lo que haces.
- Con intensidad: en los diferentes aspectos: amor, trabajo, sexualidad, conocimiento, diversión, ejercicio, deporte o placer de comer y beber, siempre con moderación.
Recomendaciones
- Tener el gusto de vivir: el optimismo es una buena estrategia. También ayuda reír.
- Enfocarse en lo actual: el momento es ahora.
- Aceptar límites, no limitaciones: “Ser psíquicamente sano significa vivir relativamente feliz consigo mismo reconociendo y aceptando límites”, escribió el psicoanalista Juan David Nasio.
- Ofrecer o dar más calidad que cantidad.
- Sacar el máximo provecho de hoy: trabajo, escuela, amor, etc.
Futuro
Reflexiones
- Hay que comenzar hoy, no mañana.
- “La única manera de predecir el futuro es crearlo”
Cómo construir un buen futuro
Hay que cuidar o invertir en tres aspectos:
- Organismo
- Fomentar el ejercicio y la buena alimentación.
- Dormir suficiente.
- Cuidarlo de abusos o excesos de tabaco, alcohol, drogas, etc.
De otro modo, el mañana puede ser complicado.
- Mente
- Preparación en la carrera universitaria, la profesión u ocupación.
- Tener hobbies o aficiones.
- Ser mentalmente sano; o invertir en terapia, si es necesario o conveniente.
- Economía
- Elaborar planes a corto, mediano y largo plazos.
- Tomar decisiones financieras inteligentes que den estabilidad y seguridad en el futuro; por ello, es mejor dar un enganche para un inmueble que comprarse un automóvil de lujo.
- Ahorrar, si se puede.
- Buscar un plan de pensión.
Resumen:
Recomendaciones:
- Pasado: Reescribir la historia.
- Presente: Vivirlo con plenitud e intensidad: “vivir intensamente”.
- Futuro: Comienza hoy, no mañana.
“Vivir anclado al pasado significa estar viviendo poco”
Educación
¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia.»
¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Parte 1
“Después de un trabajo de interpretación
el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Siempre ha existido la curiosidad por descifrar los sueños. A lo largo de la historia se ha sospechado que quieren decir algo, que tienen un “saber”.
En la Biblia se menciona el caso de José que explica un sueño al faraón de Egipto sobre siete vacas gordas que son comidas por siete vacas flacas como siete años de abundancia a los que seguirán otros siete de hambre. Hoy en día existen numerosos libros en donde se afirman simbolismos de manera categórica: si soñaste esto significa que…
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, afirma que los sueños tienen un sentido y son la vía regia para acceder al inconsciente. Así lo sostiene en su libro La interpretación de los sueños, escrito hace más de ciento veinte años. Lo dice de este modo: “Fue en el invierno de 1899 cuando ante mí tuve al fin mi libro La interpretación de los sueños, postdatado para que apareciese como del nuevo siglo”[1].
¿Qué es interpretar?
Un aspecto fundamental en la cura psicoanalítica es la aportación de interpretaciones.
El psicoanalista interpreta cuando expresa algo que modifica algún modo de ver consciente y cotidiano del analizante (hablamos de analizante y no de paciente ya que la persona que analiza con ayuda del psicoanalista es la que está enfrente o recostada en el diván).
Freud distingue entre contenido manifiesto del sueño, que es lo que recordamos, y contenido latente, que es lo que llegamos a conocer con la ayuda de la interpretación psicoanalítica.
Es necesario interpretar el sueño manifiesto para hacer surgir el contenido latente. “Interpretar un sueño significa indicar su sentido […]. Después de un trabajo de interpretación el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”[2].
O dicho más adecuadamente, el sueño es el intento de un cumplimiento de deseo.
El sueño como cumplimiento de deseo
Para explicar el cumplimiento de deseo, como la operación esencial del trabajo del sueño, Freud[3] da tres ejemplos: “un sueño de hambre, uno de comodidad y uno de necesidad sexual. En el soñante, dormido, se anuncia una necesidad de comer, sueña con un soberbio banquete y sigue durmiendo. Desde luego, tenía la opción entre despertarse para comer o continuar su dormir. Se decidió por esto último y satisfizo su hambre mediante el sueño. Al menos por un rato; si el hambre persiste no tendrá más remedio que despertar. El otro caso: el soñante (es médico y) debe despertarse a fin de encontrarse en la clínica a cierta hora. Pero sigue durmiendo y sueña que ya está ahí, es verdad que, como paciente, y entonces no necesita abandonar su lecho. O bien por la noche se mueve en él la añoranza de gozar de un objeto sexual prohibido, la esposa de un amigo. Sueña que mantiene comercio sexual, no con esa persona, ciertamente, pero sí con otra que lleva igual nombre, por más que ésta le resulta indiferente”.
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia. Retorna lo reprimido en el sueño, que es la realización de un deseo reprimido que busca así su satisfacción, incluso en los sueños angustiosos”[4].
Una pesadilla
Ante la objeción de que no puede haber un cumplimiento de deseo en los sueños que producen angustia, en las famosas pesadillas, podemos mencionar lo que Safouan narra sobre un niño que soñaba repetidamente, con angustia, con un lobo que se paseaba afuera de su habitación. Enfrente dormía su madre. El padre había estado ausente varios meses por motivo de trabajo. “Bastó con que ese padre regresara a casa, y volviera al cuarto con la madre, para que las pesadillas desaparecieran”[5].
Es decir, el niño ya no necesitaba soñar un terrible lobo que lo separara de una relación excesivamente cercana a la madre, ya que el padre ahora cumplía adecuadamente la función paterna y ubicaba a cada uno en el rol que le correspondía. A pesar de la angustia que generaba el sueño, había un cumplimiento de deseo.
¿Todos soñamos?
Efectivamente todos soñamos; sin embargo, por el trabajo de la censura muchas veces no recordamos los sueños. Las personas menos rígidas los recuerdan más fácilmente.
¿Existen símbolos universales?
Para Freud existen significaciones colectivas que comparte todo mundo.
Sin embargo, precisa bien: “Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación de los sueños […] desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante”[6].
En el psicoanálisis no se trata de hacer un diccionario universal de símbolos o claves que permitiera traducir todos los sueños. Si no se han producido las asociaciones del analizante no es posible hacer una interpretación.
De hecho, Freud llamó “psicoanálisis silvestre” a la tendencia de realizar interpretaciones prematuras, mal elaboradas o realizadas cuando el analizante no estaba preparado para aceptarlas.
CONTINUARÁ
[1] Sigmund Freud (1899), ”La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 4, p. 5.
[2] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 4, pp. 118 y 141.
[3] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 23, p. 168.
[4] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.
[5] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.
[6] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 5, p. 365.