Educación
¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia.»
¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?
Parte 1
“Después de un trabajo de interpretación
el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Siempre ha existido la curiosidad por descifrar los sueños. A lo largo de la historia se ha sospechado que quieren decir algo, que tienen un “saber”.
En la Biblia se menciona el caso de José que explica un sueño al faraón de Egipto sobre siete vacas gordas que son comidas por siete vacas flacas como siete años de abundancia a los que seguirán otros siete de hambre. Hoy en día existen numerosos libros en donde se afirman simbolismos de manera categórica: si soñaste esto significa que…
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, afirma que los sueños tienen un sentido y son la vía regia para acceder al inconsciente. Así lo sostiene en su libro La interpretación de los sueños, escrito hace más de ciento veinte años. Lo dice de este modo: “Fue en el invierno de 1899 cuando ante mí tuve al fin mi libro La interpretación de los sueños, postdatado para que apareciese como del nuevo siglo”[1].
¿Qué es interpretar?
Un aspecto fundamental en la cura psicoanalítica es la aportación de interpretaciones.
El psicoanalista interpreta cuando expresa algo que modifica algún modo de ver consciente y cotidiano del analizante (hablamos de analizante y no de paciente ya que la persona que analiza con ayuda del psicoanalista es la que está enfrente o recostada en el diván).
Freud distingue entre contenido manifiesto del sueño, que es lo que recordamos, y contenido latente, que es lo que llegamos a conocer con la ayuda de la interpretación psicoanalítica.
Es necesario interpretar el sueño manifiesto para hacer surgir el contenido latente. “Interpretar un sueño significa indicar su sentido […]. Después de un trabajo de interpretación el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”[2].
O dicho más adecuadamente, el sueño es el intento de un cumplimiento de deseo.
El sueño como cumplimiento de deseo
Para explicar el cumplimiento de deseo, como la operación esencial del trabajo del sueño, Freud[3] da tres ejemplos: “un sueño de hambre, uno de comodidad y uno de necesidad sexual. En el soñante, dormido, se anuncia una necesidad de comer, sueña con un soberbio banquete y sigue durmiendo. Desde luego, tenía la opción entre despertarse para comer o continuar su dormir. Se decidió por esto último y satisfizo su hambre mediante el sueño. Al menos por un rato; si el hambre persiste no tendrá más remedio que despertar. El otro caso: el soñante (es médico y) debe despertarse a fin de encontrarse en la clínica a cierta hora. Pero sigue durmiendo y sueña que ya está ahí, es verdad que, como paciente, y entonces no necesita abandonar su lecho. O bien por la noche se mueve en él la añoranza de gozar de un objeto sexual prohibido, la esposa de un amigo. Sueña que mantiene comercio sexual, no con esa persona, ciertamente, pero sí con otra que lleva igual nombre, por más que ésta le resulta indiferente”.
Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia. Retorna lo reprimido en el sueño, que es la realización de un deseo reprimido que busca así su satisfacción, incluso en los sueños angustiosos”[4].
Una pesadilla
Ante la objeción de que no puede haber un cumplimiento de deseo en los sueños que producen angustia, en las famosas pesadillas, podemos mencionar lo que Safouan narra sobre un niño que soñaba repetidamente, con angustia, con un lobo que se paseaba afuera de su habitación. Enfrente dormía su madre. El padre había estado ausente varios meses por motivo de trabajo. “Bastó con que ese padre regresara a casa, y volviera al cuarto con la madre, para que las pesadillas desaparecieran”[5].
Es decir, el niño ya no necesitaba soñar un terrible lobo que lo separara de una relación excesivamente cercana a la madre, ya que el padre ahora cumplía adecuadamente la función paterna y ubicaba a cada uno en el rol que le correspondía. A pesar de la angustia que generaba el sueño, había un cumplimiento de deseo.
¿Todos soñamos?
Efectivamente todos soñamos; sin embargo, por el trabajo de la censura muchas veces no recordamos los sueños. Las personas menos rígidas los recuerdan más fácilmente.
¿Existen símbolos universales?
Para Freud existen significaciones colectivas que comparte todo mundo.
Sin embargo, precisa bien: “Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación de los sueños […] desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante”[6].
En el psicoanálisis no se trata de hacer un diccionario universal de símbolos o claves que permitiera traducir todos los sueños. Si no se han producido las asociaciones del analizante no es posible hacer una interpretación.
De hecho, Freud llamó “psicoanálisis silvestre” a la tendencia de realizar interpretaciones prematuras, mal elaboradas o realizadas cuando el analizante no estaba preparado para aceptarlas.
CONTINUARÁ
[1] Sigmund Freud (1899), ”La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 4, p. 5.
[2] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 4, pp. 118 y 141.
[3] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 23, p. 168.
[4] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.
[5] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.
[6] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 5, p. 365.
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La interpretación de los sueños según Freud y Lacan
Algunos sueños de René Descartes
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
En un artículo anterior (Parte 1) mencioné la importancia de la interpretación de los sueños en psicoanálisis de acuerdo con la teoría de Sigmund Freud.
En los sueños son evidentes y claras la existencia y la manifestación del inconsciente de cada persona ya que no se está consciente al estar dormido y en cada uno de ellos el soñante está presente actuando o viendo.
Del mismo modo, señalé que existe el contenido manifiesto, que es lo que la persona recuerda, y el contenido latente que llegamos a conocer con la ayuda del psicoanalista.
Una vez que el analista ha realizado la interpretación con auxilio de las asociaciones del soñante se encuentra un cumplimiento de un deseo inconsciente.
Debo añadir que Freud encontró que puede haber varias interpretaciones, pero que la más profunda tiene que ver con la infancia del que sueña.
Finalmente habrá que recordar que no se trata de hacer un diccionario de símbolos universales sino interpretar individualmente con lo que la persona asocia.
Acerca de unos sueños de Descartes
El propio Freud[1], cuando le proponen que interprete unos sueños propios del gran filósofo René Descartes, escribe que “trabajar con sueños sin poder obtener del propio soñante indicaciones acerca de los vínculos que puedan unirlos entre sí o referirlos al mundo exterior sólo da, por regla general, un magro [pobre] resultado”.
Asimismo, señala que las partes sobre las que Descartes no supo decir nada son las inconscientes y que él “explica eso inconsciente apoyándose en las ideas que el soñante ha aportado”.
También disiente sobre la interpretación que el propio Descartes hace en su escrito sobre un “melón de un país extranjero” como “los encantos de la soledad” diciendo: “Ello no es ciertamente exacto, pero podría ser una asociación de ideas que pusiera sobre la pista de una explicación exacta”.
Por ello, “para el psicoanálisis -Cristina Fontana precisa- no vale dar una significación general e impersonal a un sueño, o hacer un suerte de traducción automática: a tal imagen corresponde tal significado. Un mismo sueño puede tener distintos sentidos según quién los sueñe y el contexto en que se encuentre”[2].
¿En los sueños puede predecirse el futuro?
Existen sueños repetitivos a los que se les atribuyen poderes mágicos o sobrenaturales.
Son los llamados sueños premonitorios. Encierran un deseo inconsciente, como en todos los sueños, que motiva a una conducta. “Cuando alcanza el objetivo, lo interpreta pensando que el sueño ´sabía´ y, en cierto sentido, sí sabía, pues el deseo inconsciente ´sabe´ antes de la persona, pero no es nada mágico sino que forma parte de lo sorprendente del inconsciente”[3].
Recuerdo el caso de una persona que soñó con gran claridad un número de la lotería y estaba convencido que la ganaría. Compró el boleto y no obtuvo el premio anhelado. Habría que interpretar el significado inconsciente de esos números y cuál era el deseo inconsciente.
Forma más común de interpretar
Hay que tratar el sueño como un enigma que hay que descifrar. Como una frase incompleta.
Generalmente el psicoanalista le comunica al paciente el significado de su sueño, esperando que el analizante esté cerca de llegar a la misma interpretación. El psicoanalista proporciona un significado específico con base en las asociaciones del analizante.
Se cerró el inconsciente
Hace ya algunos años, los psicoanalistas se dieron cuenta de que las interpretaciones sobre los sueños cada día eran menos efectivas.
Jacques Lacan, psicoanalista francés, consideró que esa falta de eficacia se debía a un cierre del inconsciente provocado por los propios analistas, responsabilizándolos de la tendencia a interpretar basados en simbolismos, a pesar de las advertencias del propio Freud.
La interpretación de los sueños según Lacan[4]
Esto llevaba a que los analizantes adquirieran la capacidad de predecir lo que se les iba a decir.
Por ello, Lacan propuso otro modo de interpretar. En lugar de buscar significados ocultos, propone desbaratar el sentido; en vez de ofrecer al analizante un nuevo mensaje, la interpretación tiene que servir sólo para permitir que él oiga el mensaje que se está dirigiendo inconscientemente a sí mismo.
Para el analista francés no importan las imágenes soñadas sino la manera como se narran; es decir, está atento al lenguaje y sus asociaciones.
El psicoanalista debe tomar la palabra del analizante de una manera absolutamente literal, ya que su tarea no es captar un “mensaje oculto”, sino leer el discurso del analizante como si fuera un texto.
Es decir, el analista debe prestar atención a lo que oye para ligarlo con una cadena de asociaciones. Por ejemplo: si una persona soñó algo relativo a una copa, en lugar de interpretar como genital femenino, quizá puede apuntarse que “está copado” (rodeado o asediado por todas partes), y a partir de esto iniciar la asociación de ideas.
En pocas palabras, podría decirse que lo importante en la práctica lacaniana no es tanto la imagen de lo que se soñó sino la manera como lo expresa en palabras y, a partir de ahí, mediante asociaciones libres aparecerá el inconsciente.
Valor de la interpretación
“El valor de una interpretación no reside en su correspondencia con la realidad sino en su poder para producir ciertos efectos”, ha escrito bien Dylan Evans[5].
Por tanto, el psicoanalista debe despertar la curiosidad y provocar la asociación de ideas. Ello se logra tomando la palabra del analizante de manera literal, como dijimos, y realizando interpretaciones ambiguas, ya que entonces intentará aclararlas tanto a nivel consciente como inconsciente; es decir, se pone a trabajar al inconsciente.
En el sueño habrá un cumplimiento de deseo ya que el deseo inconsciente va a insistir constantemente a través de síntomas, actos fallidos y sueños.
Y es que el objetivo de la cura en psicoanálisis consiste en que el analizante reconozca la verdad de su deseo inconsciente.
[1] Sigmund Freud (1899), “La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 21, pp. 201 y 202.
[2] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.
[3] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.
[4] Cfr. Dylan Evans, Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano, Buenos Aires, Paidós, 1997, pp. 114 y 115.
[5] Dylan Evans, op. cit., p. 115.
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Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”
Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro
“La única manera de predecir el futuro es crearlo”
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
Como estamos en la época de fin de año, muchas personas hacen una evaluación acerca de cómo les fue en el año transcurrido.
Quizá ayuden algunas reflexiones que hice al respecto en el programa “Exclusivo para hombres, que a las mujeres les interesa” en donde he colaborado durante diez años y que se encuentra interrumpido actualmente.
Primeramente, es conveniente señalar -como resumen- que el pasado, lo que hicimos, son las consecuencias del ayer; el presente, lo que hacemos, es la importancia del hoy; y el futuro, lo que haremos, es la trascendencia del mañana.
Pasado
Existen dos clases de pasados: el inconsciente y el consciente.
Pasado inconsciente
El pasado inconsciente nos condiciona por lo vivido de los cero a los cinco años aproximadamente y que quedó reprimido. Es lo vivido, pensado y sentido en la infancia.
Ese pasado inconsciente:
- Determina la estructura clínica de cada sujeto: es la manera de ser.
- No puede recordarse.
- Se manifiesta en síntomas, sueños o actos fallidos.
- Síntomas: se repiten patrones de conducta sin saber la causa (por ejemplo, elección amorosa constante de un determinado tipo de personas); “ataduras edípicas” (por amor excesivo a la madre) por lo que no logran salir del hogar materno, muestran consistentemente insatisfacción con la mujer amada o no se casan; culpas inconscientes (muchas veces manifestadas en compulsiones de limpieza exagerada), fracasos recurrentes, accidentes repetitivos, traumas (por ejemplo, por acosos o abusos sufridos en la infancia).
- Sueños: muchos de ellos remiten en su interpretación a la infancia: la mayoría de gigantes, monstruos o brujas representan el miedo al padre o a la madre a los que se percibió de ese modo en los primeros años.
- Actos fallidos: como lapsus, olvidos, errores, etc.
Por ello, en psicoanálisis se trabaja para que infancia no sea destino inevitable.
Debemos recordar que el psicoanalista Jacques Lacan acertadamente señaló que “de lo que se trata es menos de recordar que de reescribir la historia”.
Pasado consciente
El pasado consciente consiste en aquello que recordamos de situaciones o eventos agradables o desagradables (y hasta traumáticos) vividos, pensados o sentidos en la infancia, niñez, adolescencia, juventud o adultez.
Algunos ejemplos conscientes desagradables: fracasos escolares, carencias económicas, terminaciones amorosas, celos patológicos, errores, resentimientos.
El pasado consciente puede soltarse.
Reflexiones para soltarlo:
- Vivir anclado en el pasado significa estar viviendo poco.
- Vivir de los recuerdos es limitarse.
Medidas prácticas para soltar el pasado
- Desechar culpas inútiles. No atormentarse por lo que ocurrió.
- Procurar ser indiferente con los que te hicieron daño o lo que te hizo mal. Freud escribió que lo verdaderamente contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, es decir, que la persona o asunto que te hicieron daño dejen de importarte. No puede olvidarse, pero sí que ya no incomode. En otras palabras, puede resignificarse: darle otra significación.
- No perder tiempo en problemas pasados.
- Centrarnos en el presente y disfrutarlo.
- Actividad en lugar de pasividad.
- Encontrar un sentido o proyecto de vida.
Como dice Lacan, inspirado en el filósofo Baruch Spinoza: “el deseo es perseverar en nuestro ser”; y, yo diría, en el ser: lo que significa que suceda lo que suceda, hay que seguir adelante. Es nuestra fuerza de existir, el ímpetu hacia algo.
Presente
Un buen presente crea un buen futuro.
Es la única realidad que tenemos a nuestro alcance ahora.
Hay que vivirlo:
- Con plenitud (completo): disfrutar y aprovechar el aquí y el ahora. Ayuda pensar el dicho latino Age quod agis: Haz lo que haces.
- Con intensidad: en los diferentes aspectos: amor, trabajo, sexualidad, conocimiento, diversión, ejercicio, deporte o placer de comer y beber, siempre con moderación.
Recomendaciones
- Tener el gusto de vivir: el optimismo es una buena estrategia. También ayuda reír.
- Enfocarse en lo actual: el momento es ahora.
- Aceptar límites, no limitaciones: “Ser psíquicamente sano significa vivir relativamente feliz consigo mismo reconociendo y aceptando límites”, escribió el psicoanalista Juan David Nasio.
- Ofrecer o dar más calidad que cantidad.
- Sacar el máximo provecho de hoy: trabajo, escuela, amor, etc.
Futuro
Reflexiones
- Hay que comenzar hoy, no mañana.
- “La única manera de predecir el futuro es crearlo”
Cómo construir un buen futuro
Hay que cuidar o invertir en tres aspectos:
- Organismo
- Fomentar el ejercicio y la buena alimentación.
- Dormir suficiente.
- Cuidarlo de abusos o excesos de tabaco, alcohol, drogas, etc.
De otro modo, el mañana puede ser complicado.
- Mente
- Preparación en la carrera universitaria, la profesión u ocupación.
- Tener hobbies o aficiones.
- Ser mentalmente sano; o invertir en terapia, si es necesario o conveniente.
- Economía
- Elaborar planes a corto, mediano y largo plazos.
- Tomar decisiones financieras inteligentes que den estabilidad y seguridad en el futuro; por ello, es mejor dar un enganche para un inmueble que comprarse un automóvil de lujo.
- Ahorrar, si se puede.
- Buscar un plan de pensión.
Resumen:
Recomendaciones:
- Pasado: Reescribir la historia.
- Presente: Vivirlo con plenitud e intensidad: “vivir intensamente”.
- Futuro: Comienza hoy, no mañana.
“Vivir anclado al pasado significa estar viviendo poco”
No existe el subconsciente
“Para Freud, no existe nada debajo de la consciencia”
El prefijo griego sub significa `abajo´
M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías
¡Lo traicionó el subconsciente! es una expresión que escuchamos con frecuencia. Y quienes la afirman creen que es una buena aplicación de un término psicoanalítico.
Sin embargo, el subconsciente no existe en la teoría freudiana.
De hecho, Sigmund Freud usó muy pocas veces la palabra subconsciente como sinónimo de inconsciente.
Era un término que se usaba en la psicología y psicopatología en esa época, es decir, antes de 1900. No obstante, el creador del psicoanálisis abandonó muy pronto su uso.
Únicamente dos citas en Freud
En su artículo “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas”, redactado en francés en 1893, se encuentra una única cita. Allí escribe acerca del recuerdo de las impresiones psíquicas: “La imposibilidad de la eliminación es notoria cuando la impresión permanece en el subconsciente”[i].
En el libro Estudios sobre la histeria, escrito junto con Joseph Breuer de 1893 a 1895, aparece en una ocasión en el “Historial clínico de la Sra. Emmy von N.” en donde Freud habla de “fragmentos del complejo subconsciente”[ii]; aunque es preciso aclarar que el término subconsciencia o subconsciente es usado en diversas ocasiones en la llamada “Parte teórica”, pero que fue escrita por Breuer.
Rechazo del concepto y el término subconsciente
Muy pronto Freud rechaza el uso del término subconsciente. Encontramos en sus obras cuatro menciones específicas de rechazo:
1.En la interpretación de los sueños (1900)
Así en su libro La interpretación de los sueños lo dice tajantemente: “Debemos evitar la distinción entre supraconsciencia y subconsciencia, a la que es tan aficionada la literatura actual sobre las psiconeurosis, ya que esta distinción parece insistir precisamente en la equivalencia entre el psiquismo y la consciencia[iii].
2.En lo inconsciente (1915)
En su libro Lo inconsciente, Freud[iv] insiste al decir: “no nos prueba la existencia en nosotros de una consciencia segunda, sino la de actos psíquicos que carecen de consciencia. Podremos también rechazar la designación de “subconsciencia” por incorrecta y descaminada”.
3.En la conferencia “resistencia y represión” (1917)
En la decimonovena de sus Conferencias de introducción al psicoanálisis Freud[v] le dice a su auditorio: “Me gustaría oír de ustedes la admisión de que nuestras designaciones ` inconsciente, preconsciente, consciente´, son mucho menos perjudiciales y de justificación más fácil que otras que se han propuesto o han entrado en uso, como “subconsciente, paraconsciente, intraconsciente, y similares”.
4.En ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926)
Para el descubridor del psicoanálisis, pues, no existe nada debajo de la consciencia lo cual es expresado por el prefijo griego sub (`abajo´), por lo que rechaza el término subconsciente.
De este modo en su libro ¿Pueden los legos ejercer el análisis? el médico vienés[vi] es sumamente claro: “Cuando alguien habla de subconsciencia, yo no sé si, tópicamente, mienta algo situado en el alma por debajo de la consciencia, o, cualitativamente, una consciencia otra, por así decir subterránea. Es probable que ni él mismo tenga una idea clara. La única oposición admisible es la que media entre consciente e inconsciente”.
Conclusión
Como hemos podido apreciar, Freud se opone abiertamente al concepto y al término subconsciente por lo que, cuando escuchemos que alguien nos diga: ¡Te traicionó el subconsciente!, podemos tener la certeza de que esa persona no ha leído con detenimiento al creador del psicoanálisis. Tendría que haberte dicho: ¡Te traicionó el inconsciente!
Aclaración
Con objeto de que haya más claridad, me he permitido escribir los términos de acuerdo con las directrices de la Real Academia Española: consciencia: ` percepción o conocimiento´ (es el sentido de la teoría freudiana); conciencia: `capacidad de distinguir entre el bien y el mal´ (sentido moral).
“El adjetivo correspondiente, en todos los casos, es consciente, y su antónimo, inconsciente. No son correctas las formas conciente ni inconciente”[vii].
[i] Sigmund Freud (1893), “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas” en Obras completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, p. 209.
[ii] Sigmund Freud (1893), “Estudios sobre la histeria” en op. cit., Tomo II, p. 89.
[iii] Cfr. Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, Editorial Labor, 1971, p. 414.
[iv] Sigmund Freud (1915), “Lo inconsciente”, en op. cit., Tomo XIV, p. 167.
[v] Sigmund Freud (1917), “Conferencias de introducción al psicoanálisis” en op. cit., Tomo XVI, p. 271.
[vi] Sigmund Freud (1926), “¿Pueden los legos ejercer el análisis?” en op. cit., Tomo XX, p. 185.
[vii] Cfr. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Diccionario panhispánico de dudas, Bogotá, Distribuidora y editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., 2005, p. 158.