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Educación

Literatura para jóvenes

Actualmente sucede un fenómeno curioso con respecto a la lectura, difícilmente se disfrutan libros de más de cien páginas…

Literatura para jóvenes
Jaquelina Rodríguez Ibarra

A principios del verano me inquietó una situación particular, debía preparar el curso de literatura española para jóvenes de preparatoria y no tenía idea cómo empezar y qué lecturas hacer. Le he dedicado algunos años de mi vida a la enseñanza de la literatura universal e iberoamericana, pero la española, aunque no deja de ser universal, la había dejado al margen de ciertos intereses docentes. Así pues, me dispuse hacer la búsqueda bibliográfica necesaria. He de confesarles, que aunque me queda claro que el gusto por la literatura nace en casa, y la escuela no es precisamente el géiser de las bellas artes, procuro elegir textos con los que los alumnos se puedan identificar, generalmente breves, con el afán de que no desdeñen la literatura y la califiquen de aburrida o desagradable.

Actualmente sucede un fenómeno curioso con respecto a la lectura, difícilmente se disfrutan libros de más de cien páginas, la inmediatez orilla a que las lecturas tiendan a ser breves y rápidas, en Internet por ejemplo, solemos no terminar la lectura de un texto porque antes de que este termine y desde el primer párrafo van apareciendo los link que te llevan a más información, la Rayuela del siglo XXI; tampoco se disfrutan las historias complejas en su estructura y contenido, suelen llamaras aburridas porque no logran entender su complejidad. Ante previa evaluación, me pregunté, qué podrían leer los jóvenes de 4to de preparatoria cuyos intereses por la lectura son tan singulares, Stephen King, Crepúsculo, Los juegos del hambre, Bajo la misma estrella, es decir suspenso, terror, violencia y romance con final feliz. ¡Vaya gama de contenidos! ¿no? No comprendo muy bien este asunto, porque gustan de cierto suspenso combinado con suma violencia, y a la vez disfrutan de los arquetipos tele novelescos, es decir protagonistas guapos, valientes y triunfadores que indudablemente llevan a un final feliz. Las historias complejas los confunden y aburren, obviamente éstas requieren más atención. Me esperaba, entonces, una tarea difícil.

Después de una minuciosa investigación en varios suplementos culturales e infinitas páginas de Internet, ¡eureka!, la lista de escritores españoles del siglo XX y XXI era lo suficientemente extensa como para pasarme unas vacaciones dedicadas completamente a la lectura. Así fue, un día llegué a casa no con la lista en mano, sino con los propios libros, y me dispuse a disfrutar de unas largas y tranquilas vacaciones hogareñas y citadinas, mientras mis compañeros de docencia disfrutaban de la campiña francesa, del Mediterráneo, el Big Ben y de las alturas de la ciudad cielo Machu Picchu.

Durante los primeros días de lectura pude constatar las exquisitas escenas eróticas propias de la literatura de Almudena Grandes. En la propia Almudena y otros escritores más me enfrenté de nuevo a la ansiedad y el dolor de los años de la posguerra española.

Me reí de nuevo y no dejé de pensar en El complot mongol y Asalto al infierno, cuando leía a Eduardo Mendoza y sus clandestinas aventuras. Con Pérez Reverte, viví lo que mis alumnos al leer un libro de más de 100 páginas, no ver el final de la novela. Entre los títulos y autores que me arrojó mi búsqueda, encontré el de Ginés Sánchez, español nacido en Murcia hace más de 40 años, y con una ópera prima “que deja un recuerdo prolongado y amargo”, el título: Lobisón. Estaba segura de que esta historia podría gustarles a los jóvenes, porque al leer la contraportada me llamó la atención aquello de ser una historia narrada por un adolescente, así que pensé podría ser un punto atractivo para mis alumnos, el espejo donde pudieran reflejarse. El punto de vista del narrador era justamente el de un adolescente lobo y además una historia reciente, ubicada en nuestro tiempo. El hombre lobo, la adolescencia y la actualidad fueron los elementos para elegir a Lobisón como una de las lecturas obligatorias del curso. Previo a la lectura pensé que si los jóvenes mueren por historias de suspenso y seres sobrenaturales como los vampiros, ésta sería de su agrado.

Inicié pues la lectura y conforme avanzaba en ella me encontré con una, casi infranqueable, dificultad: la censura. Esta novela no finge ni engaña, no pinta de rosa la sangre derramada en los tiempos violentos en que eternamente vive la humanidad.¿Era mi propia censura o el temor a la opinión de los otros adultos con los que convivo cotidianamente? Porque algo tiene esta novela que la hace diferente a sus pares.

Cuando leí por primera y única vez Los juegos del hambre, creí que los padres de mis alumnos desconocían la trama de la novela, me sorprendí cuando me enteré que conocían la trama a través de la película que me han dicho no dista mucho del texto escrito; y digo me sorprendí porque Los juegos del hambre –demasiado pobre en comparación a la historia japonesa cuya historia es muy semejante- es una novela violenta donde se victimiza a la juventud y de cuya muerte se hace un espectáculo; es una historia que gira en torno al exterminio de los jóvenes –situación finalmente acorde con la sociedad, los jóvenes ayer y hoy, en guerra, son la carne de cañón- por parte de una sociedad autoritaria y enferma, ¿qué piensan los padres de que sus hijos lean tales actos tan violentos contra sí mismos?, ¿acaso los padres querrán que sus hijos corran esa misma suerte?¿Qué pueden aprender o ganancia recibir conque una vez más jueguen a que el bien siempre gana?

La novela en cuestión trata sobre la maldición legendaria que cae sobre el séptimo hijo, cuyo destino será convertirse en hombre lobo; sobre la lucha del padre perverso y enloquecido en busca del sino de su hijo; trata de la vida, pero también del desafío a la muerte transgrediendo las más simples leyes de la existencia; trata el abuso a la inocencia y la violencia al desvalido. Visto de esta manera pensaríamos que Ginés Sánchez expone la ficción retorcida y cruel de una realidad presente y repulsiva del siglo XXI. Entonces mi pregunta ¿es apta para la juventud?

Conforme avanzaba, empezó mi lucha interna entre el eros y el tánatos, me parecía que la historia del adolescente en proceso de convertirse en hombre lobo podía gustar y ser atractiva para cierto sector juvenil, sin las típicas escenas de terror y suspenso que hacen gritar de susto y abrazarse para sentir el alivio de estar a salvo, aunque sí hay en la trama el suspenso por saber la salvación del protagonista a tan desagradable destino; no aquel de convertirse en hombre lobo, sino el otro, el de sobrevivir a la marginación y desprecio del odio, la ignorancia y la ambición; veía en esta parte la posibilidad de conocer y entender al mundo en el que vivimos; sin embargo, la otra parte, la parte conservadorala que teme la opinión ajena, me decía que la novela era violenta y podía distorsionar la recepción en cualquier lector. Esta situación me hizo recordar otra leyenda que peregrina en la literatura, la leyenda de Fausto, individuo que vende su alma al diablo a cambio de poder. También llevada al cine en versiones muy personales, en las que se rescata la tradicional lucha entre el bien y el mal. Este era mi dilema, la lucha entre el bien y el mal, o el diálogo entre ambos. Así Lobisón, podría leerse como una versión más de un ser legendario, sin embargo, lo que la convierte en única e impactante no es el juicio entre el bien y el mal, sino la violencia social con la que es abatido el personaje protagónico, un joven con rasgos visiblemente autistas y condenado a la marginación por ser el séptimo hijo. Adrián, el protagonista, es víctima de abuso no sólo de sus compañeros de escuela sino por su propia familia quien lo rechaza, golpea y obliga a violentar la naturaleza.

Esta violencia es una constante en la novela de Ginés, sin ser exactamente el eje de la historia, es lo que la sostiene y le da vida. Pero esta violencia es obvia y explícita, es lo que probablemente la convierte en una novela políticamente incorrecta, porque se atreve a describir el aborto, porque se atreve a narrar la desinhibición del placer sexual porque expone al ser humano que no sabe frenar sus instintos naturales. Es decir, transgrede las leyes del autoritarismo social que vivimos hoy en día y, sin embargo, es acertada. Pienso que, ninguno de estos libros o temáticas, van a orillar a los jóvenes a actuar negativamente más de lo que los orillan los videojuegos, las calles, la televisión y la realidad misma. ¿Qué valida el derecho a matar? ¿En qué estriba el derecho a la vida? ¿Cómo aceptar las estrategias de supervivencia? Nuestra búsqueda es pues, sobrevivir no sólo a la muerte sino a la vida misma. La muerte significa el fin de uno mismo, el fin del yo, y la agonía del recuerdo.

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1 comentario

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  1. María

    diciembre 8, 2020 en 8:27 pm

    Muchas felicidades, me gustó lo que escribiste, es nuestra realidad

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Educación

La interpretación de los sueños según Freud y Lacan Algunos sueños de René Descartes

«¿En los sueños puede predecirse el futuro?»

Foto de Fernando García A. Nueva gráfica popular CDMX.

La interpretación de los sueños según Freud y Lacan

Algunos sueños de René Descartes

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

En un artículo anterior (Parte 1) mencioné la importancia de la interpretación de los sueños en psicoanálisis de acuerdo con la teoría de Sigmund Freud.

En los sueños son evidentes y claras la existencia y la manifestación del inconsciente de cada persona ya que no se está consciente al estar dormido y en cada uno de ellos el soñante está presente actuando o viendo.

Del mismo modo, señalé que existe el contenido manifiesto, que es lo que la persona recuerda, y el contenido latente que llegamos a conocer con la ayuda del psicoanalista.

Una vez que el analista ha realizado la interpretación con auxilio de las asociaciones del soñante se encuentra un cumplimiento de un deseo inconsciente.

Debo añadir que Freud encontró que puede haber varias interpretaciones, pero que la más profunda tiene que ver con la infancia del que sueña.

Finalmente habrá que recordar que no se trata de hacer un diccionario de símbolos universales sino interpretar individualmente con lo que la persona asocia.

Foto de Fernando García A. Nueva gráfica, Zaachila, Oaxaca.

Acerca de unos sueños de Descartes

El propio Freud[1], cuando le proponen que interprete unos sueños propios del gran filósofo René Descartes, escribe que “trabajar con sueños sin poder obtener del propio soñante indicaciones acerca de los vínculos que puedan unirlos entre sí o referirlos al mundo exterior sólo da, por regla general, un magro [pobre] resultado”.

Asimismo, señala que las partes sobre las que Descartes no supo decir nada son las inconscientes y que él “explica eso inconsciente apoyándose en las ideas que el soñante ha aportado”.

También disiente sobre la interpretación que el propio Descartes hace en su escrito sobre un “melón de un país extranjero” como “los encantos de la soledad” diciendo: “Ello no es ciertamente exacto, pero podría ser una asociación de ideas que pusiera sobre la pista de una explicación exacta”.

Por ello, “para el psicoanálisis -Cristina Fontana precisa- no vale dar una significación general e impersonal a un sueño, o hacer un suerte de traducción automática: a tal imagen corresponde tal significado. Un mismo sueño puede tener distintos sentidos según quién los sueñe y el contexto en que se encuentre”[2].

¿En los sueños puede predecirse el futuro?

Existen sueños repetitivos a los que se les atribuyen poderes mágicos o sobrenaturales.

Son los llamados sueños premonitorios. Encierran un deseo inconsciente, como en todos los sueños, que motiva a una conducta. “Cuando alcanza el objetivo, lo interpreta pensando que el sueño ´sabía´ y, en cierto sentido, sí sabía, pues el deseo inconsciente ´sabe´ antes de la persona, pero no es nada mágico sino que forma parte de lo sorprendente del inconsciente”[3].

Recuerdo el caso de una persona que soñó con gran claridad un número de la lotería y estaba convencido que la ganaría. Compró el boleto y no obtuvo el premio anhelado. Habría que interpretar el significado inconsciente de esos números y cuál era el deseo inconsciente.

 Forma más común de interpretar

Hay que tratar el sueño como un enigma que hay que descifrar. Como una frase incompleta.

Generalmente el psicoanalista le comunica al paciente el significado de su sueño, esperando que el analizante esté cerca de llegar a la misma interpretación. El psicoanalista proporciona un significado específico con base en las asociaciones del analizante.

Se cerró el inconsciente

Hace ya algunos años, los psicoanalistas se dieron cuenta de que las interpretaciones sobre los sueños cada día eran menos efectivas.

Jacques Lacan, psicoanalista francés, consideró que esa falta de eficacia se debía a un cierre del inconsciente provocado por los propios analistas, responsabilizándolos de la tendencia a interpretar basados en simbolismos, a pesar de las advertencias del propio Freud.

 La interpretación de los sueños según Lacan[4]

Esto llevaba a que los analizantes adquirieran la capacidad de predecir lo que se les iba a decir.

Por ello, Lacan propuso otro modo de interpretar. En lugar de buscar significados ocultos, propone desbaratar el sentido; en vez de ofrecer al analizante un nuevo mensaje, la interpretación tiene que servir sólo para permitir que él oiga el mensaje que se está dirigiendo inconscientemente a sí mismo.

Para el analista francés no importan las imágenes soñadas sino la manera como se narran; es decir, está atento al lenguaje y sus asociaciones.

El psicoanalista debe tomar la palabra del analizante de una manera absolutamente literal, ya que su tarea no es captar un “mensaje oculto”, sino leer el discurso del analizante como si fuera un texto.

Es decir, el analista debe prestar atención a lo que oye para ligarlo con una cadena de asociaciones. Por ejemplo: si una persona soñó algo relativo a una copa, en lugar de interpretar como genital femenino, quizá puede apuntarse que “está copado” (rodeado o asediado por todas partes), y a partir de esto iniciar la asociación de ideas.

En pocas palabras, podría decirse que lo importante en la práctica lacaniana no es tanto la imagen de lo que se soñó sino la manera como lo expresa en palabras y, a partir de ahí, mediante asociaciones libres aparecerá el inconsciente.

Foto de Fernando García A. Nueva gráfica popular CMX.

Valor de la interpretación

“El valor de una interpretación no reside en su correspondencia con la realidad sino en su poder para producir ciertos efectos”, ha escrito bien Dylan Evans[5].

Por tanto, el psicoanalista debe despertar la curiosidad y provocar la asociación de ideas. Ello se logra tomando la palabra del analizante de manera literal, como dijimos, y realizando interpretaciones ambiguas, ya que entonces intentará aclararlas tanto a nivel consciente como inconsciente; es decir, se pone a trabajar al inconsciente.

En el sueño habrá un cumplimiento de deseo ya que el deseo inconsciente va a insistir constantemente a través de síntomas, actos fallidos y sueños.

Y es que el objetivo de la cura en psicoanálisis consiste en que el analizante reconozca la verdad de su deseo inconsciente.

 

[1] Sigmund Freud (1899), “La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 21, pp. 201 y 202.

[2] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.

[3] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.

[4] Cfr. Dylan Evans, Diccionario Introductorio de Psicoanálisis Lacaniano, Buenos Aires, Paidós, 1997, pp. 114 y 115.

[5] Dylan Evans, op. cit., p. 115.

 

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Educación

Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro

“La única manera de predecir el futuro es crearlo”

Óleo sobre terciopelo, arte tradicional ruso. Foto de Fernando García Álvarez

Soltar el pasado, vivir el presente y construir el futuro

“La única manera de predecir el futuro es crearlo”

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

Como estamos en la época de fin de año, muchas personas hacen una evaluación acerca de cómo les fue en el año transcurrido.

Quizá ayuden algunas reflexiones que hice al respecto en el programa “Exclusivo para hombres, que a las mujeres les interesa” en donde he colaborado durante diez años y que se encuentra interrumpido actualmente.

Primeramente, es conveniente señalar -como resumen- que el pasado, lo que hicimos, son las consecuencias del ayer; el presente, lo que hacemos, es la importancia del hoy; y el futuro, lo que haremos, es la trascendencia del mañana.

Pasado

Existen dos clases de pasados: el inconsciente y el consciente.

Pasado inconsciente

El pasado inconsciente nos condiciona por lo vivido de los cero a los cinco años aproximadamente y que quedó reprimido. Es lo vivido, pensado y sentido en la infancia.

Ese pasado inconsciente:

  • Determina la estructura clínica de cada sujeto: es la manera de ser.
  • No puede recordarse.
  • Se manifiesta en síntomas, sueños o actos fallidos.
  • Síntomas: se repiten patrones de conducta sin saber la causa (por ejemplo, elección amorosa constante de un determinado tipo de personas); “ataduras edípicas” (por amor excesivo a la madre) por lo que no logran salir del hogar materno, muestran consistentemente insatisfacción con la mujer amada o no se casan; culpas inconscientes (muchas veces manifestadas en compulsiones de limpieza exagerada), fracasos recurrentes, accidentes repetitivos, traumas (por ejemplo, por acosos o abusos sufridos en la infancia).
  • Sueños: muchos de ellos remiten en su interpretación a la infancia: la mayoría de gigantes, monstruos o brujas representan el miedo al padre o a la madre a los que se percibió de ese modo en los primeros años.
  • Actos fallidos: como lapsus, olvidos, errores, etc.

Por ello, en psicoanálisis se trabaja para que infancia no sea destino inevitable.

Debemos recordar que el psicoanalista Jacques Lacan acertadamente señaló que “de lo que se trata es menos de recordar que de reescribir la historia”.

Pasado consciente

El pasado consciente consiste en aquello que recordamos de situaciones o eventos agradables o desagradables (y hasta traumáticos) vividos, pensados o sentidos en la infancia, niñez, adolescencia, juventud o adultez.

Algunos ejemplos conscientes desagradables: fracasos escolares, carencias económicas, terminaciones amorosas, celos patológicos, errores, resentimientos.

El pasado consciente puede soltarse.

Reflexiones para soltarlo:

  • Vivir anclado en el pasado significa estar viviendo poco.
  • Vivir de los recuerdos es limitarse.

Medidas prácticas para soltar el pasado

  • Desechar culpas inútiles. No atormentarse por lo que ocurrió.
  • Procurar ser indiferente con los que te hicieron daño o lo que te hizo mal. Freud escribió que lo verdaderamente contrario al amor no es el odio sino la indiferencia, es decir, que la persona o asunto que te hicieron daño dejen de importarte. No puede olvidarse, pero sí que ya no incomode. En otras palabras, puede resignificarse: darle otra significación.
  • No perder tiempo en problemas pasados.
  • Centrarnos en el presente y disfrutarlo.
  • Actividad en lugar de pasividad.
  • Encontrar un sentido o proyecto de vida.

Como dice Lacan, inspirado en el filósofo Baruch Spinoza: “el deseo es perseverar en nuestro ser”; y, yo diría, en el ser: lo que significa que suceda lo que suceda, hay que seguir adelante. Es nuestra fuerza de existir, el ímpetu hacia algo.

Pintura decorativa en samovar, arte tradicional ruso. Foto de Fernando García Álvarez

Presente

Un buen presente crea un buen futuro.

Es la única realidad que tenemos a nuestro alcance ahora.

Hay que vivirlo:

  • Con plenitud (completo): disfrutar y aprovechar el aquí y el ahora. Ayuda pensar el dicho latino Age quod agis: Haz lo que haces.
  • Con intensidad: en los diferentes aspectos: amor, trabajo, sexualidad, conocimiento, diversión, ejercicio, deporte o placer de comer y beber, siempre con moderación.

Recomendaciones

  • Tener el gusto de vivir: el optimismo es una buena estrategia. También ayuda reír.
  • Enfocarse en lo actual: el momento es ahora.
  • Aceptar límites, no limitaciones: “Ser psíquicamente sano significa vivir relativamente feliz consigo mismo reconociendo y aceptando límites”, escribió el psicoanalista Juan David Nasio.
  • Ofrecer o dar más calidad que cantidad.
  • Sacar el máximo provecho de hoy: trabajo, escuela, amor, etc.

Futuro

Reflexiones

  • Hay que comenzar hoy, no mañana.
  • “La única manera de predecir el futuro es crearlo”

Cómo construir un buen futuro

Hay que cuidar o invertir en tres aspectos:

  • Organismo
  • Fomentar el ejercicio y la buena alimentación.
  • Dormir suficiente.
  • Cuidarlo de abusos o excesos de tabaco, alcohol, drogas, etc.

De otro modo, el mañana puede ser complicado.

  • Mente
  • Preparación en la carrera universitaria, la profesión u ocupación.
  • Tener hobbies o aficiones.
  • Ser mentalmente sano; o invertir en terapia, si es necesario o conveniente.
  • Economía
  • Elaborar planes a corto, mediano y largo plazos.
  • Tomar decisiones financieras inteligentes que den estabilidad y seguridad en el futuro; por ello, es mejor dar un enganche para un inmueble que comprarse un automóvil de lujo.
  • Ahorrar, si se puede.
  • Buscar un plan de pensión.

Resumen:

Recomendaciones:

  • Pasado: Reescribir la historia.
  • Presente: Vivirlo con plenitud e intensidad: “vivir intensamente”.
  • Futuro: Comienza hoy, no mañana.

“Vivir anclado al pasado significa estar viviendo poco”

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Educación

¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?

Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia.»

Arte callejero en la Ciudad de México, foto de Fernando García Álvarez.

¿Cómo se interpreta un sueño en psicoanálisis?

Parte 1

“Después de un trabajo de interpretación

el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”

M. en T. Psic. Carlos Chávez Macías

Siempre ha existido la curiosidad por descifrar los sueños. A lo largo de la historia se ha sospechado que quieren decir algo, que tienen un “saber”.

En la Biblia se menciona el caso de José que explica un sueño al faraón de Egipto sobre siete vacas gordas que son comidas por siete vacas flacas como siete años de abundancia a los que seguirán otros siete de hambre. Hoy en día existen numerosos libros en donde se afirman simbolismos de manera categórica: si soñaste esto significa que…

Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, afirma que los sueños tienen un sentido y son la vía regia para acceder al inconsciente. Así lo sostiene en su libro La interpretación de los sueños, escrito hace más de ciento veinte años. Lo dice de este modo: “Fue en el invierno de 1899 cuando ante mí tuve al fin mi libro La interpretación de los sueños, postdatado para que apareciese como del nuevo siglo”[1].

¿Qué es interpretar?

Un aspecto fundamental en la cura psicoanalítica es la aportación de interpretaciones.

El psicoanalista interpreta cuando expresa algo que modifica algún modo de ver consciente y cotidiano del analizante (hablamos de analizante y no de paciente ya que la persona que analiza con ayuda del psicoanalista es la que está enfrente o recostada en el diván).

Freud distingue entre contenido manifiesto del sueño, que es lo que recordamos, y contenido latente, que es lo que llegamos a conocer con la ayuda de la interpretación psicoanalítica.

Es necesario interpretar el sueño manifiesto para hacer surgir el contenido latente. “Interpretar un sueño significa indicar su sentido […]. Después de un trabajo de interpretación el sueño se da a conocer como un cumplimiento de deseo”[2].

O dicho más adecuadamente, el sueño es el intento de un cumplimiento de deseo.

El sueño como cumplimiento de deseo

Para explicar el cumplimiento de deseo, como la operación esencial del trabajo del sueño, Freud[3] da tres ejemplos: “un sueño de hambre, uno de comodidad y uno de necesidad sexual. En el soñante, dormido, se anuncia una necesidad de comer, sueña con un soberbio banquete y sigue durmiendo. Desde luego, tenía la opción entre despertarse para comer o continuar su dormir. Se decidió por esto último y satisfizo su hambre mediante el sueño. Al menos por un rato; si el hambre persiste no tendrá más remedio que despertar. El otro caso: el soñante (es médico y) debe despertarse a fin de encontrarse en la clínica a cierta hora. Pero sigue durmiendo y sueña que ya está ahí, es verdad que, como paciente, y entonces no necesita abandonar su lecho. O bien por la noche se mueve en él la añoranza de gozar de un objeto sexual prohibido, la esposa de un amigo. Sueña que mantiene comercio sexual, no con esa persona, ciertamente, pero sí con otra que lleva igual nombre, por más que ésta le resulta indiferente”.

Al dormir “se relaja la censura, se ponen en escena ciertos anhelos reprimidos que no aparecen en la vigilia. Retorna lo reprimido en el sueño, que es la realización de un deseo reprimido que busca así su satisfacción, incluso en los sueños angustiosos”[4].

Arte callejero en la Ciudad de México, foto de Fernando García Álvarez.

 Una pesadilla

Ante la objeción de que no puede haber un cumplimiento de deseo en los sueños que producen angustia, en las famosas pesadillas, podemos mencionar lo que Safouan narra sobre un niño que soñaba repetidamente, con angustia, con un lobo que se paseaba afuera de su habitación. Enfrente dormía su madre. El padre había estado ausente varios meses por motivo de trabajo. “Bastó con que ese padre regresara a casa, y volviera al cuarto con la madre, para que las pesadillas desaparecieran”[5].

Es decir, el niño ya no necesitaba soñar un terrible lobo que lo separara de una relación excesivamente cercana a la madre, ya que el padre ahora cumplía adecuadamente la función paterna y ubicaba a cada uno en el rol que le correspondía. A pesar de la angustia que generaba el sueño, había un cumplimiento de deseo.

¿Todos soñamos?

Efectivamente todos soñamos; sin embargo, por el trabajo de la censura muchas veces no recordamos los sueños. Las personas menos rígidas los recuerdan más fácilmente.

 ¿Existen símbolos universales?

Para Freud existen significaciones colectivas que comparte todo mundo.

Sin embargo, precisa bien: “Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación de los sueños […] desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante”[6].

En el psicoanálisis no se trata de hacer un diccionario universal de símbolos o claves que permitiera traducir todos los sueños. Si no se han producido las asociaciones del analizante no es posible hacer una interpretación.

De hecho, Freud llamó “psicoanálisis silvestre” a la tendencia de realizar interpretaciones prematuras, mal elaboradas o realizadas cuando el analizante no estaba preparado para aceptarlas.

 

CONTINUARÁ

[1] Sigmund Freud (1899), ”La interpretación de los sueños” en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976, Tomo 4,  p. 5.

[2] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 4, pp. 118 y 141.

[3] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 23, p. 168.

[4] Cristina Fontana, Todo lo que nunca quiso saber sobre el psicoanálisis, Madrid, Editorial Síntesis, 2001, p. 42.

[5] Cristina Fontana, op. cit., p. 43.

[6] Sigmund Freud, op. cit., Tomo 5, p. 365.

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