Política

José Miguel el chinaco de la Rabia

Hoy como hace 159 años se libra una cruenta batalla en todo el territorio nacional …

Representación de la batalla en La Morisma de Bracho, Zacatecas México. Foto de Fernando García Álvarez

José Miguel el chinaco de la Rabia

Fernando García Álvarez

Algunos días después de la histórica batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla, la fuerza invasora ha sufrido más de mil bajas entre muertos y heridos. El ejército francés y los conservadores traidores a la patria se mueven cautelosamente en retirada, desmoralizados y acosados por la caballería mexicana. El General Ignacio Zaragoza escribe a sus superiores:

[i]Puebla, mayo 9 de 1862. (Recibido en México el mismo día a las 11 y 58 minutos de la mañana.)

Excelentísimo señor Ministro de Guerra: El enemigo pernoctó en Amozoc y aún a las siete de la mañana estaba ahí.

Nuestra caballería lo hostiliza constantemente. En cuanto al dinero nada se puede hacer aquí porque esta gente es mala en lo general y sobre todo muy indolente y egoísta, sin embargo, acabo de mandar ver al señor Cabrera.

Hoy no he podido completar ni para un día de socorro económico que importa $ 3 700 porque sólo tiene la comisaría $ 3 300. La fuerza está sin socorro desde el día 5 y casi sin rancho.

Qué bueno sería quemar Puebla.

Está de luto por el acontecimiento del día 5. Esto es triste decirlo, pero es una realidad lamentable.

Estoy preparando mi marcha sobre el enemigo, pero acaso no lo podré verificar oportunamente por falta de recursos.

Ignacio Zaragoza.

Sabemos ahora que ante la falta de recursos y la negativa de los poblanos ricos y el clero a auxiliar al ejército nacional no les fue posible en ese momento propicio acabar con el enemigo extranjero prolongándose la guerra de intervención muchos años más con la evidente pérdida de vidas y la destrucción de los bienes de la nación.

Patria dice el diccionario es la tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.

Conmemoración de la batalla del 5 de mayo en San Juan de Aragón en ciudad de México. Foto de Fernando García Álvarez

Hoy como hace 159 años se libra una cruenta batalla en todo el territorio nacional con otras armas y diferentes estrategias, aunque los adversarios sean casi los mismos, unos por el cambio y desarrollo que implica bienestar a las mayorías y los otros negados a la transformación y a la pérdida de su inmenso poder y privilegios. Este enfrentamiento ocurre también dentro de la familia y los núcleos de una sociedad que se dice altamente tecnificada y es controlada vía canales de entretenimiento y desinformación masiva incluso a través de la internet.

De las entrañables gestas de la épica familiar recuerdo de mi infancia con orgullo cierta historia que escuché narrar alrededor de un fogón de adobe chisporroteante por mi abuela María Díaz Valdez hermosa mujer toda corazón de memoria indeleble nacida en el municipio de Temascalcingo en el Estado de México:

 Eran los años de la intervención Francesa y el país estaba patas para arriba -decía-, mi abuelo era un muchacho de apenas 15 o 16 años muy diestro como jinete y dedicado a las labores del campo en la casa paterna cuando por aquella región situada entre las fronteras de los estados de México, Michoacán, Guanajuato y Querétaro, se apareció un pequeño grupo del ejército encabezado por el mismísimo general Ignacio Zaragoza, que sin desmontar se acercó al ranchito por un jarro de agua y por casualidad vio aquel chamaco conducir con mucho arte su briosa cabalgadura, un cuaco gateado barcino de muy pocas pulgas y muchísimos respingos. No muy lejos y a la vista estaba la hacienda de la Rabia.

Mandó llamar a los padres del joven, rancheros ellos muy trabajadores y gente de paz.

-Su chamaco ya está bueno para que se lleve ensartado un curro con la lanza -les dijo Zaragoza

José Miguel era el nombre de ese joven chinaco que gustoso de servir a su patria marchó de inmediato con las tropas de Zaragoza a pelear por la libertad de su gente junto a muchos otros hombres libres. Tuvo suerte y talento en la guerra, vivió para contarlo al regresar a su terruño. Así de generación en generación el heroico acontecimiento se narró en el corazón de muchos hogares hasta llegar a mí.

En alguna ocasión después de que mi abuela terminara de contar por enésima vez la anécdota le pregunté:

-Abue, si hubiera guerra otra vez ¿dejarías que nos llevaran a pelear?

-Claro, la sangre que llevamos no es de curros ni traidores -contestó sin inmutarse mientras tiraba con elegante movimiento una tortilla recién aplaudida en el comal.

Conmemoración de la batalla del 5 de mayo en San Juan de Aragón, Ciudad de México. Foto de Fernando García Álvarez

Heráclito de Éfeso filósofo presocrático de la antigua Asia menor decía que “el mundo se encuentra en un proceso eterno de nacimiento y destrucción, la guerra es la madre y reina de todas las cosas” donde los contrarios se convierten los unos en los otros.

La historia de los pueblos, los recuerdos familiares y las luchas populares son polvo en el viento quizá es por lo que hoy algunos de los descendientes de José Miguel, el chinaco, se identifiquen y suscriban las causas de los tataranietos de aquellos traidores y siervos de la reacción que fueron fusilados en el cerro de las campanas, no lo sé o tal vez sigan siendo mentalmente peones acasillados con miedo al látigo del patrón o al infierno eterno que pinta el señor cura. ¿Hay ignorancia, enajenación, dolo o mala fe en el hecho de sumarse a las huestes del enemigo de clase, del verdugo histórico? ¿Es atávico el espíritu de la traición la patria?

La idea de mala fe para el escritor y filósofo existencialista Jean Paul Sartre implica que los seres humanos nacen libres y es un hecho consciente el saber que lo son, con el inconveniente de que a veces no asumen sus responsabilidades e intentan culpar a quien sea, sus padres, la escuela o la sociedad de sus desdichas y tribulaciones, todos somos libres, pero no nos atrevemos a ejercer esa libertad. La mala fe es ocultar la verdad con excusas para eludir consecuencias. La mala fe es el auto engaño, la mala fe está en pretender no ser lo que se es y creer que se es lo que no se es.

Así los descendientes de un héroe por la liberación de su patria es posible que evadan la necesidad social de participar activamente de un cambio urgente en los mecanismos de gobierno y en el ejercicio del poder para autoengañarse asumiéndose como “fifis”, es decir quieren ser ricos o capitalistas conservadores que deslumbrados por la facilidad actual para adquirir bienes de consumo se ofuscan, aunque ninguno tenga la propiedad de los medios de producción y vivan solo de su trabajo como cualquier empleado. La adhesión ciega a lo establecido en la mente de estos conversos sería un gesto de sometimiento voluntario para evitar algún riesgo o daño tanto real como imaginario, sumándose así en su fantasía a los siempre poderosos, tratando de imitar incluso de manera torpe el supuesto estilo de vida de los oligarcas para mimetizarse con ellos.

El repudio a ser hombres libres en estos ciudadanos autoengañados nos obsequia día con día ejemplares cada vez más patéticos por su alineación, como es el caso de algunos políticos del partido de derecha que no dudaron en tratar de sacar provecho político de la desgracia ocurrida en la ciudad de México el día 3 de mayo pasado cuando un tren metropolitano calló sobre vehículos en movimiento y peatones al fracturarse el puente por el que circulaba.

Un video de amplia circulación en las redes sociales nos muestra la grotesca intención de varios candidatos a diputados del partido Acción Nacional en Ciudad de México por reclutar para su causa a una madre dolorida y angustiada que a gritos pide saber el destino de su hijo, viajero en el convoy accidentado, todo esto mientras aún los rescatistas trabajaban a brazo partido entre los restos de hierros retorcidos.

El año de la peste y el del Covid, los ciudadanos viajando en metro y los señores feudales en avión privado, la guerra de intervención francesa y las luchas de liberación actuales a través del voto razonado en México nos confirman que nada nuevo hay bajo el sol, la historia de la humanidad como lo pensó Heráclito es un eterno retorno cíclico o bien citando a Marx; la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases.

Lanzas, machetes, hondas y escopetas contra el mejor ejército del mundo en 1862, pronto en unas semanas espero ver la silueta de Miguel el chinaco emergiendo de la conciencia colectiva para acompañarnos hasta las urnas, esta próxima elección será una victoria más para nuestra historia.

[i] Jorge L. Tamayo. Cartas y documentos Ignacio Zaragoza, México: Fondo de Cultura Económica 1962

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