Cine

La estructura perversa en el cine según Jacques Lacan

«Los villanos del cine … resultado de una construcción de personaje donde juegan un rol importante los deseos y fijaciones del antagonista.»

El imperio de los sentidos de Nagisa Ōshima. Ilustración de Fernando García Álvarez

La estructura perversa en el cine según Jacques Lacan

 Giovanna Chávez Wolley

Lic. Comunicación y Medios Digitales

Desde los inicios del cine la necesidad de personificar la maldad o la perversión ha sido notoria con la existencia de películas como M (1931) de Fritz Lang o Die Büchse der Pandora (1929) de G. W. Pabst, donde se retratan los múltiples actos perversos que pueden llegar a cometer los villanos.

La intención de representar la maldad en la pantalla se ha extendido desde la búsqueda de crear conciencia en el público espectador, dejar una moraleja social –hasta la crítica de un sistema– o meramente la búsqueda de entretenimiento con la exposición de acciones sumamente corruptas del ser humano.

El rol del villano

En la industria cinematográfica el rol del villano ha funcionado como un ente narrativo que ha ido evolucionando hacia la complejidad; esto como resultado de una construcción de personaje con mayor profundidad donde juegan un rol importante los deseos y fijaciones del antagonista.

Psicosis de Alfred Hitchcock. Ilustración de Fernando García Álvarez

Según Lacan

El objetivo del siguiente análisis es identificar los distintos tipos de perversión, de acuerdo con las estructuras clínicas propuestas por Lacan, en los villanos del cine de los años 50´s a 70´s y detectar si la figura del perverso en el cine ha cambiado a lo largo de los años tras vivencias históricas importantes como guerras mundiales, reorganizaciones geopolíticas, depresiones económicas, avances tecnológicos, etcétera.

     Para ello, he analizado los siguientes filmes:

  • Monsieur Verdoux (1947) de Charles Chaplin
  • Night of the Hunter (La noche del cazador, 1955) de Charles Laughton
  • Rififi (1955) de Jules Dassin
  • Psycho (Psicosis, 1960) de Alfred Hitchcock
  • What Ever Happened to Baby Jane? (¿Qué pasó con Baby Jane, 1962) de Robert Aldrich
  • The Collector (El coleccionista, 1965) de William Wyler
  • Belle de Jour (Bella de día, 1967) de Luis Buñuel
  • A Clockwork Orange (La Naranja Mecánica, 1971) de Stanley Kubrick
  • One Flew Over the Cuckoo’s Nest (Atrapado sin salida, 1975) de Milos Forman
  • In the Realm of the Senses (El imperio de los sentidos, 1976) de Nagisa Ōshima

Con este ensayo busco demostrar que existe una captación de las estructuras clínicas a nivel inconsciente en los autores detrás de los villanos del cine, y que es posible categorizarlos de acuerdo con la teoría lacaniana, así como identificar las diversas variantes y variaciones de la perversidad en ellos.

Históricamente, la obsesión por identificar y categorizar la perversión del ser humano ha estado presente en la investigación de múltiples disciplinas, desde la medicina hasta la religión, las cuales han buscado comprender el origen de la desviación sexual a los que muchos han etiquetado como “anormal”.

Sigmund Freud y Lacan

Fue en Viena, Austria, donde el Dr. Sigmund Freud desarrolla un interés científico centrado en el campo de la neurología y la psicología derivando eventualmente en la creación de la teoría psicoanalítica. Entre sus contribuciones está el desarrollo del concepto de lo inconsciente sugiriendo la existencia de una mente con niveles jerárquicos que dictan nuestra forma de pensar, actuar y ser. A esta teoría contribuyen numerosos intelectuales quienes perfeccionan y actualizan el pensamiento freudiano hacia una ciencia más exacta.

Entre ellos se encuentra Jacques Lacan, un psiquiatra y psicoanalista francés, que aporta a la teoría freudiana concepciones como: el inconsciente como resultado del uso del lenguaje, así como la posibilidad de la estructuración del mismo a partir de la existencia de las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversión) en el ser humano.

De acuerdo con esta categorización, ha podido comprenderse mejor las acciones complejas de la psique humana entre ellas la existencia de la corrupción de los valores morales en las personas que las llevan a transgredir la ley.

La perversión como conducta sexual

Sigmund Freud describe en su publicación Tres ensayos de teoría sexual (1905) la perversión como una conducta meramente sexual donde hay una desviación o cambio del objeto y la meta sexual respecto de la norma establecida.

Freud, al hablar de la perversión como una conducta sexual, describe que la sexualidad infantil es polimórficamente perversa comprendiendo que se habla de metas alejadas a las de la reproducción y que los objetos están enfocados hacia la satisfacción del niño.

Esto, al tener en cuenta que los diques del desarrollo sexual, es decir, muros a los que Freud se refiere como reguladores de las pulsiones, como la vergüenza, la estética, la moral, etcétera, aún no se han desarrollado en el niño, teniendo como consecuencia una exteriorización de las pulsiones sin represión alguna y, por ende, el desbordamiento de estas contra las fuerzas inhibidoras de contención.

La sexualidad, que Freud atribuye al niño, deja de tener como único objetivo la reproducción y hace del niño un ser cuyo pilar fundamental es el placer.

La perversión como estructura clínica

Jacques Lacan sistematiza y organiza la teoría freudiana y habla de la perversión, no como conducta sexual, sino como una estructura clínica, donde el sujeto asume una postura de renegación ante la angustia. En ella, el sujeto no posee dudas sobre su goce, teniendo certeza absoluta sobre cómo, dónde y con quién conseguir su satisfacción sexual, y se refugia en la idea de “ya conocerlo todo respecto al goce”.

El perverso y la completud

También es consciente de la castración de la madre y su falta de completud, pero evita confrontar la represión y recurre a la fetichización del objeto que falta: el falo, entendido como completud.

El perverso y la ley: “yo soy la ley”

El individuo perverso recurre a instaurar una ley propia y manifiesta un llamado al Otro (demás individuos) a crear un límite que le genere una prohibición, para que este pueda transgredir y gozar esta transgresión de la ley.

     En el perverso encontraremos, entonces, perversiones sexuales y transgresiones de la ley, donde asumirá que la ley está creada para atacarse, como se ataca la ley del padre a quien no asume como rival y que es cómplice de una madre todopoderosa, lo que lo convierte en el objeto de deseo de la madre y asumiendo con certeza que él es el falo (completud) que falta a su madre.

     Es, por tanto, que podemos decir que el perverso se considera a sí mismo un ente totalitario del saber, donde actúa de forma premeditada, calculadora y precisa, siempre dispuesto a arriesgar lo necesario para realizar su deseo del goce y de desobedecer la ley del padre, es decir, matarlo a nivel edípico, para asumir que “aquello que es prohibido, no lo es para él”.

Origen de la estructura perversa y pánico ante la castración

Lacan explica que el origen del perverso se da después de que el sujeto percibió a una madre todopoderosa, la cual ha sido seductora físicamente, y rechaza al padre que debiera hacer la ley pero que es inferior o incluso cómplice de la madre.

     No acepta la castración materna (que su madre está “castrada” y le atribuye una completud que no tiene) por miedo a su propia castración; por ello, son muy pocas las mujeres perversas.

 

En las películas

En la película In the realm of senses (1976) de Nagisa Oshima nos encontramos con un ejemplo explícito del pánico que experimenta el perverso ante la castración. El personaje principal, Sada Abe, es una exprostituta que tiene una relación de dominación con su jefe, a quien mata al asfixiarlo durante el coito. Tras asesinarlo, lo mutila al cortarle el pene y nos es revelado que caminará con él dentro de ella durante varios días.

Es aquí donde encontramos ilustrado el pánico a la castración del perverso, externalizado en el Otro y, específicamente, al tratarse de una mujer reniega su propia castración al adquirir un falo –literalmente– e introducirlo y así obtener la completud, es decir, ser el falo.

A partir de su horror a la castración, por miedo a perder su completud, el perverso cometerá actos perversos (sádicos, pederastas, fetichistas, exhibicionistas, masoquistas, etc.) para trasladarle su angustia al Otro.

Estos actos perversos son clave en la estructura, y se ven reflejados en la mayoría de los individuos perversos.

¿Qué pasó con Baby Jane de Robert Aldrich. Ilustración de Fernando García Álvarez

En el caso de las películas de Night of the Hunter (1955), Rififi (1955), What ever happened to baby Jane (1962), The Collector (1965), Belle de Jour (1967), A Clockwork Orange (1971) e In the Realm of the Senses (1976) existe una constancia con la realización de actos perversos como son secuestros, asesinatos, torturas, violaciones, etc.

En el caso de A Clockwork Orange (1971) nos encontramos con un grupo de pandilleros que se dedican a realizar fechorías por la ciudad. Entre los estragos que ocasionan se encuentra una escena donde Alex DeLarge, el líder de la pandilla le corta una mano a Dim, su compañero, donde no solo se ve ejemplificada la castración sino la necesidad del perverso de angustiar al Otro a través de la misma.

También, en el caso de Rififi (1955) o en Belle de Jour (1967) encontramos la figura del perverso en los personajes mafiosos quienes transgreden constantemente la ley con robos y asesinatos, y crean angustia al Otro.

Asimismo, encontraremos estos mismos actos perversos en What ever happened to baby Jane (1962), donde las múltiples torturas y angustias que ocasiona Jane a Blanche, aunque finalmente se revele que existe una dualidad similar en las hermanas.

La mujer como virgen o prostituta

En el caso de la imagen materna y de la pareja, el perverso oscila al considerar a la mujer virgen (madre sin falta) o prostituta (madre con falta) por lo que en la sexualidad la mujer será intocable (virgen) o repugnante (prostituta) de la que hay que huir o maltratar.

En el caso de The Collector (1965), Freddie secuestra a Miranda y la encierra en el sótano de su casa convencido de que esta se enamorará de él eventualmente. Cuando Miranda, con la intención de escapar, intenta seducir a Freddie, este cambia radicalmente su personalidad y acusa a Miranda de “no ser mejor que una mujer de la calle (prostituta)”. Inmediatamente después este decide que Miranda ya no sirve para él. Aquí, el perverso ha cambiado de ver a Miranda como la mujer virgen, es decir, completa, a la que respetaba e incluso obedecía al inicio del filme como si se tratara de una figura materna todopoderosa, a tratarla y percibir como una mujer repugnante a la que habrá que maltratar.

En esta misma película se retoma la concepción de que el perverso no tiene pregunta inconsciente; tiene certeza respecto a su goce sexual: sabe muy bien cómo, dónde y con quién alcanzar la satisfacción sexual. Es en la escena donde Miranda se insinúa a Freddie donde él menciona que “lo que ella le ofrece, lo puede conseguir donde quiera y cuando quiera por el precio que él desee”.

El deseo del perverso como posible y satisfecho

En The night of the hunter (1955) podemos observar el deseo inconsciente del perverso quien vive su deseo como posible y satisfecho: lo realiza sin dudar y la única ley del deseo es la suya. En este caso, Harry Powell, el falso reverendo, asesinará, amenazará, mentirá, robará, etcétera, en su búsqueda del goce y de su realización del deseo.

Película en la que, además, se retomará la dualidad de la mujer virgen y mujer prostituta al representar el desagrado que tiene el personaje ante la sugerencia de su esposa de tener relaciones sexuales en su noche de bodas, a la que reprochará (y angustiará) al condenar su acto y concebir su rol como mujer con único propósito: la reproducción, basado en los valores religiosos.

No hay culpa en el perverso

Respecto a la forma en la que el perverso vivirá la culpa, retomo la escena final de The Collector (1965) donde Freddie narra en voz en off: “Durante días después de su muerte no dejé de pensar que tal vez fue culpa mía, después de todo, que ella hiciera lo que hizo… Y luego pensé que no. Fue culpa de ella. Se merecía todo lo que le pasó”.

Aquí se expresa textualmente que el perverso no siente culpa alguna. Es importante mencionar que puede fingir vergüenza, arrepentimiento y culpa para salirse con la suya, aunque esta no será honesta.

La moraleja en el cine: “el perverso se vuelve bueno”

En el caso de Monsieur Verdoux (1947) nos encontramos con el caso de un asesino serial que no siente culpa de los asesinatos que ha realizado pero que, al sentirse identificado con la exprisionera que conoce, decide no asesinarla y perdonar su vida. Esto pudo haber venido de una identificación de una imagen materna o, incluso, de la realización de que esta no tenía dinero, objeto que Verdoux deseaba.

Es importante notar que en la película hay una mezcla de la estructura perversa con la estructura neurótica ya que se trata de una película con un código de producción que dicta que debe tener una moraleja ética y social al final así que está sujeta al “romanticismo” de los problemas sociales, específicamente la Gran Depresión de 1929.

Es curioso mencionar que un descubrimiento accidental en este proceso de investigación fue el endurecimiento del villano como perverso en las películas conforme estas se alejaban del periodo de las Guerras Mundiales.

En el caso de las películas que se realizaron tan solo unos años después de las guerras, como Monsieur Verdoux (1947) o Rififi (1955), encontramos un villano con actos perversos y una estructura clínica perversa laxa, donde la historia o la narrativa lleva al villano a mostrar un lado humano ya sea por la necesidad de un final con moraleja o por cuestiones narrativas, alterando así la construcción fiel del perverso.

Sin embargo, en las películas más alejadas a este periodo histórico, como A Clockwork Orange (1971) y In the Realm of the Senses (1976), encontramos perversos sin humanidad, sin culpa y con sus pulsiones a la intemperie, mostrándonos una estructura clínica mucho más nítida donde se refleja que ha habido menos manipulación de la captación de la estructura a nivel inconsciente en los autores.

Con la normalización de la ausencia de un final feliz en la narrativa, la presencia del perverso en el cine se ha esclarecido y ha ayudado a tener una construcción más fiel a la descrita por el psicoanálisis.

Actos perversos sin estructura perversa

Es interesante rescatar que, de las diez películas analizadas, dos de ellas tuvieron actos perversos provenientes de un individuo ajeno a la estructura perversa.

En el caso de Psycho (1960) de Alfred Hitchcock y One Flew Over the Cuckoo’s Nest (1975) de Milos Forman, encontramos personajes que actuaron por motivos ajenos a la perversión.

En la primera, nos encontramos con un sujeto con una estructura psicótica (locura) donde las motivaciones del personaje vendrán desde una enfermedad mental y un entendimiento erróneo del mundo y no desde la maldad propia.

Y en el segundo caso, nos encontraremos con múltiples actos perversos y transgresiones de ley originados desde un conflicto con la autoridad, tanto materna como paterna. De igual manera, en el caso de la enfermera Ratched, su manipulación y abuso de autoridad provienen de un fuerte nexo con la obediencia a las normas y de un fuerte desconocimiento de las enfermedades mentales.

Me atrevería a decir que, en esta última película, lo único perverso que existe es el sistema psiquiátrico al que se enfrentan los personajes donde, ante el desconocimiento de las enfermedades mentales, se experimentaba cruelmente con los pacientes en un intento de comprender un pedazo de la mente humana.

Conclusión

Finalmente es importante rescatar que, a pesar de las variantes que crea la narración a la estructura perversa, quedan los pilares básicos a la vista, siendo posible identificar ciertos rasgos en los villanos, antagonistas y protagonistas, que nos pueden dar un indicio de la representación del perverso en el cine.

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